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Cementerio de animales - Stephen King

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Louis bajó arrastrando las posa<strong>de</strong>ras, para evitar una posible caída que<br />

hubiera podido acabar con su rodilla, y volvió a la tumba <strong>de</strong> su hijo. Estuvo a<br />

punto <strong>de</strong> tropezar con el fardo <strong>de</strong> lona. Comprendió que tendría que hacer dos<br />

viajes, uno con el cuerpo y otro con las herramientas. Se agachó haciendo una<br />

mueca <strong>de</strong> dolor al doblar la espalda y levantó el rígido paquete. Notó en el<br />

interior el balanceo <strong>de</strong>l cuerpo, mientras trataba <strong>de</strong> bloquear la parte <strong>de</strong> su mente<br />

que le susurraba sin cesar que se había vuelto loco.<br />

Llevó el cuerpo al montículo que albergaba la cripta <strong>de</strong>l cementerio <strong>de</strong><br />

Pleasantview, con sus dos puertas corre<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> acero (aquellas puertas le daban<br />

aspecto <strong>de</strong> garaje para dos coches). Entonces vio lo que tendría que hacer para<br />

subir la pronunciada pendiente con aquellos veinte kilos <strong>de</strong> peso, ahora que y a no<br />

podía utilizar la cuerda. Retrocedió unos pasos para tomar carrerilla e, inclinando<br />

el cuerpo, se lanzó hacia la cima. Casi lo consiguió, pero poco antes <strong>de</strong> llegar<br />

arriba, resbaló en la hierba húmeda. Mientras empezaba a caer hacia atrás, lanzó<br />

el envoltorio lo más lejos posible. El paquete cayó casi en la cumbre. Louis<br />

volvió a subir, esta vez ayudándose con las manos, volvió a mirar alre<strong>de</strong>dor y<br />

apoyó el fardo contra la reja. Luego, volvió a buscar el resto.<br />

Subió <strong>de</strong> nuevo al montículo, se puso los guantes y <strong>de</strong>jó la linterna, el pico y<br />

la pala al lado <strong>de</strong>l paquete. Luego, se sentó a <strong>de</strong>scansar, <strong>de</strong> espaldas a la reja, con<br />

las manos en las rodillas. El reloj digital que Rachel le regalara en Navidad<br />

marcaba las 2.01.<br />

Louis se concedió cinco minutos <strong>de</strong> respiro, luego agarró la pala y la echó por<br />

encima <strong>de</strong> la reja. La oyó caer en la hierba con un golpe seco. Trató <strong>de</strong> meter la<br />

linterna en el bolsillo <strong>de</strong>l pantalón, pero no cabía. La <strong>de</strong>slizó por entre los barrotes<br />

y la oy ó rodar por la pendiente, mientras pensaba que ojalá no se rompiera si<br />

chocaba contra una piedra. Debía haber traído una mochila.<br />

Luego, sacó el rollo <strong>de</strong> cinta adhesiva <strong>de</strong>l bolsillo <strong>de</strong> la chaqueta y sujetó la<br />

parte metálica <strong>de</strong>l pico al fardo <strong>de</strong> lona, comprimiéndolo bien con varías vueltas<br />

<strong>de</strong> cinta hasta agotarla y guardó el carrete vacío en el bolsillo. Levantó el paquete<br />

por encima <strong>de</strong> la cerca (su espalda lanzó un ¡ay! <strong>de</strong> protesta; seguramente le<br />

esperaba una semana <strong>de</strong> martirio) y lo <strong>de</strong>jó caer. Cerró los ojos al oír el golpe<br />

sordo.<br />

Pasó un pie por encima <strong>de</strong> las puntas <strong>de</strong> lanza, se asió a los barrotes con las<br />

dos manos, pasó el otro pie y se <strong>de</strong>slizó por el terraplén, hundiendo las puntas <strong>de</strong><br />

las zapatillas en la tierra.<br />

Al llegar abajo, se puso a buscar entre la hierba. Enseguida encontró la pala.<br />

A pesar <strong>de</strong> que la luz <strong>de</strong> las farolas estaba amortiguada por los árboles, se<br />

reflejaba débilmente en el metal. Pasó unos segundos <strong>de</strong> zozobra mientras<br />

buscaba la linterna. ¿Adón<strong>de</strong> habría ido a parar, con aquella hierba? Se puso <strong>de</strong><br />

rodillas y palpó el terreno con las manos, mientras el corazón le retumbaba con<br />

fuerza en los oídos.

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