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Cementerio de animales - Stephen King

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Pero le afectaba. Se le había revuelto el estómago y se había enfriado su<br />

excitación sexual. « Caray, ese pájaro es casi tan gran<strong>de</strong> como él. Lo habrá<br />

pillado <strong>de</strong>sprevenido. Y tan <strong>de</strong>sprevenido» .<br />

Había que limpiar aquello. A nadie le haría gracia encontrar semejante<br />

regalo la mañana <strong>de</strong> Navidad. Y él era el responsable, ¿no? Naturalmente. Él y<br />

sólo él. Así lo reconoció tácitamente la misma tar<strong>de</strong> en que regresó su familia, al<br />

tirar los neumáticos sobre el cuerpo <strong>de</strong>l ratón <strong>de</strong>spedazado por Church.<br />

« El fondo <strong>de</strong>l corazón humano aún es más árido, Louis» .<br />

Este pensamiento fue tan claro, tan audible, que Louis se sobresaltó<br />

ligeramente, como si Jud hubiera aparecido a su lado <strong>de</strong> improviso y hablado en<br />

voz alta.<br />

« El hombre cultiva lo que pue<strong>de</strong>…, y lo cuida» .<br />

Church seguía inclinado golosamente sobre el pájaro. Ahora la había<br />

emprendido con la otra ala. Se oía un tétrico roce mientras tiraba <strong>de</strong> ella a<strong>de</strong>lante<br />

y atrás, a<strong>de</strong>lante y atrás. No te sulfures, chico, el pajarraco está más tieso que<br />

una boñiga <strong>de</strong> perro. ¿Qué pue<strong>de</strong> importar que se lo coma el gato?<br />

Louis dio al gato un puntapié. Un fuerte puntapié. Los cuartos traseros <strong>de</strong>l<br />

animal se elevaron y chocaron contra el suelo esparrancados. Church lanzó a<br />

Louis otra <strong>de</strong> sus malévolas miradas amarillentas y se alejó.<br />

—Anda, cómeme —dijo Louis con un siseo felino.<br />

—¿Louis? —La voz <strong>de</strong> Rachel llegaba débilmente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el dormitorio—.<br />

¿Vienes a la cama?<br />

—Ahora mismo —respondió él. « Un momento, que tengo aquí un pequeño<br />

fregado. Y es sólo mío, Rachel; así que a mí me toca limpiarlo» . Buscó el<br />

interruptor <strong>de</strong> la luz <strong>de</strong>l garaje y volvió a la cocina, a buscar una <strong>de</strong> las bolsas<br />

ver<strong>de</strong>s que se guardaban <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l frega<strong>de</strong>ro. Aquello le recordó otra noche…<br />

Llevó la bolsa al garaje y <strong>de</strong>scolgó la pala <strong>de</strong> su gancho <strong>de</strong> la pared. Raspó el<br />

felpudo con el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> la pala y echó el pájaro a la bolsa. Luego, recogió el ala<br />

y la metió también. Cerró la bolsa con un fuerte nudo y la <strong>de</strong>positó en el cubo<br />

que estaba al otro lado <strong>de</strong>l Civic. Cuando terminó, los tobillos se le habían<br />

quedado helados.<br />

Church le miraba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la puerta. Louis le amenazó con la pala y el gato se<br />

esfumó como una sombra.<br />

Rachel estaba en la cama y, según lo prometido, no llevaba nada más que el<br />

zafiro. Le sonrió suavemente.<br />

—¿Por qué tardaste tanto, jefe?<br />

—Estaba fundida la bombilla <strong>de</strong>l frega<strong>de</strong>ro, y he tenido que cambiarla —dijo<br />

Louis.<br />

—Ven aquí —dijo ella tirándole y no precisamente <strong>de</strong> la mano—. Él sabe si<br />

estás dormido —canturreó ella, doblando las comisuras <strong>de</strong> los labios en una leve<br />

sonrisa—. Él sabe si estás <strong>de</strong>spierto… ¡Oh, chico! Louis, ¿qué te ha pasado?

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