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Cementerio de animales - Stephen King

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—Louis, tenía la lengua helada. Era como si alguien me pasara por la mejilla<br />

una carpa muerta.<br />

Los dos hombres se quedaron en silencio unos instantes. Luego, Louis dijo:<br />

—Continúa.<br />

—Cuando hubo comido, saqué un barreño viejo que teníamos para él y le di<br />

un baño. A « Spot» nunca le gustó el baño. Por regla general, teníamos que<br />

bañarlo entre mi padre y y o, y acabábamos los dos sin camisa y con el pantalón<br />

chorreando, y mi padre, echando pestes, y el perro, con ese aire compungido<br />

que suelen tener los perros. Y casi siempre se iba directamente a revolcarse en la<br />

tierra y se sacudía al lado <strong>de</strong> la ropa que mi madre tenía tendida, llenando <strong>de</strong><br />

tierra las sábanas, y ella entonces nos gritaba que el día menos pensado le<br />

dispararía un tiro al perro.<br />

» Pero, aquel día, « Spot» se sentó en el barreño y me <strong>de</strong>jó hacer. No se<br />

movió para nada. A mí no me gustó aquello. Era como…, como bañar un trozo<br />

<strong>de</strong> carne. Luego, lo sequé bien con una toalla vieja. Vi las señales <strong>de</strong> la<br />

alambrada. Tenía hendiduras en la carne y, aunque no estaban cubiertas <strong>de</strong> pelo,<br />

parecían cicatrices <strong>de</strong> más <strong>de</strong> cinco años, no sé si sabes lo que quiero <strong>de</strong>cir.<br />

Louis asintió. En su profesión, había visto aquellas cicatrices hendidas. Era<br />

como si la carne no acabara <strong>de</strong> crecer. Ello le hizo pensar en las tumbas <strong>de</strong> sus<br />

días <strong>de</strong> aprendiz <strong>de</strong> enterrador, y en que siempre faltaba tierra para rellenarlas.<br />

—Luego le miré la cabeza. Allí, <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la oreja, tenía un pequeño hoyo,<br />

pero estaba cubierto <strong>de</strong> pelo blanco.<br />

—Don<strong>de</strong> tu padre le disparó —dijo Louis.<br />

—Ajá.<br />

—Un tiro en la cabeza no siempre es <strong>de</strong>finitivo, Jud. Hay suicidas frustrados<br />

que vegetan en los hospitales, alimentados por tubos, y otros que andan por ahí<br />

tan frescos. Y es que el proyectil pue<strong>de</strong> rebotar en el cráneo, <strong>de</strong>splazarse pegado<br />

a él en semicírculo y salir por el otro lado sin penetrar en el cerebro. Yo vi a un<br />

hombre que se disparó un tiro encima <strong>de</strong>l oído <strong>de</strong>recho y murió porque la bala le<br />

atravesó la yugular, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> dar toda la vuelta a la cabeza. La tray ectoria <strong>de</strong><br />

la bala parecía una carretera.<br />

Jud asintió sonriendo.<br />

—Sí, leí algo parecido en un periódico <strong>de</strong> Norma, el « Star» o el « Enquirer» .<br />

Pero si mi padre <strong>de</strong>cía que « Spot» estaba muerto, es que estaba muerto, Louis.<br />

—De acuerdo.<br />

—¿Estaba muerto el gato <strong>de</strong> tu hija?<br />

—A mí me pareció que sí.<br />

—Un poco más <strong>de</strong> precisión, Louis, que eres médico.<br />

—Soy médico, pero no Dios. Estaba oscuro…<br />

—Sí, estaba oscuro, y la cabeza le giraba como si tuviera cojinetes, y cuando<br />

lo levantaste <strong>de</strong>l suelo, estaba pegado al hielo, Louis. Hizo un ruido como <strong>de</strong>

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