Cementerio de animales - Stephen King

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planeaba en las alturas. Los nuevos dueños de la casa se felicitarían de su falta de superstición y su sensatez al haberse quedado con la casa a pesar de su historia. Dirían a sus amistades que había sido una ganga y harían chistes acerca del fantasma del desván, y todos tomarían otra Löwenbräu y otra copa de Mondavi y quizá jugaran al chaquete o a las cartas. Y quizá tuvieran perro.
61 Louis se paró en el bordillo para que pasara un camión Orinco cargado de fertilizante, que venía zumbando, y cruzó la carretera en dirección a la casa de Jud, arrastrando su sombra que apuntaba al oeste. Llevaba en la mano una lata abierta de Calo, alimento para gatos. Church, al verle acercarse, se irguió con mirada alerta. —Hola, Church —dijo Louis contemplando la silenciosa casa—. ¿Quieres tomar un bocadito? Puso la lata encima del maletero del Chevette y se quedó mirando cómo Church saltaba rápidamente del techo del coche y empezaba a comer. Entonces Louis metió la mano en el bolsillo de la chaqueta. Church volvió la cabeza, tensando los músculos, como si le hubiera leído el pensamiento. Louis sonrió y se alejó del coche. Church volvió a comer, y Louis sacó una jeringuilla del bolsillo, rompió la bolsa de papel y la llenó con 75 miligramos de morfina. Volvió a guardar la ampolla multidosis en el bolsillo y se acercó a Church que una vez más le miró con recelo. Louis sonrió al gato y dijo: —Come, come, Church. Así, muy bien… Ajajá, vamos allá. —Acarició el lomo del animal, sintió cómo éste se arqueaba y cuando Church volvió a comer, Louis le agarró por las hediondas ancas y hundió toda la aguja en el muslo. Church pareció electrizarse. Se debatía, bufaba y arañaba. Pero Louis no le soltó hasta que hubo vaciado la jeringuilla. Entonces Church saltó al suelo silbando como una tetera y mirándole con furia y rencor en sus ojos turbios. Aún tenía la aguja clavada y la jeringuilla colgando que luego se desprendió y se rompió. No importaba. Louis tenía más. El gato se fue hacia la carretera, luego dio media vuelta y regresó a la casa, como si recordase algo. A mitad de camino, empezó a tambalearse como un borracho. Llegó hasta la escalera, subió el primer peldaño y cay ó, quedando tendido de lado en la senda de cemento, respirando débilmente. Louis miró al interior del Chevette. Por si necesitaba confirmación de lo que le anunciaba aquella piedra que tenía en lugar de corazón, allí estaba el bolso de Rachel, el pañuelo del cuello y un fajo de pasajes de avión que asomaban de una carpeta de Delta Airlines. Cuando Louis se volvió otra vez hacia el porche, el costado de Church había dejado de temblar. Church había muerto. Otra vez. Pasando por encima de él, Louis subió las escaleras del porche. —¿Gage? El recibidor estaba fresco. Fresco y oscuro. La palabra cay ó en el silencio
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Libro proporcionado por el equipo L
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He aquí a varias personas que escr
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figurado. «Señor, si duerme, sana
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colonial de Nueva Inglaterra (debid
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2 En la memoria de Louis, aquel mom
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3 Les vio llegar desde el otro lado
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4 Cuando Crandall volvió con las l
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5 A las nueve, los de las mudanzas
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6 Cuando Louis regresó, se sentía
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—¿Ellos saben adónde lleva? —
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de Chicago que habían desaparecido
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ecetas de cocina como los chicos in
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detrás de los ojos. El ojo humano
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—No está mal la vista, ¿eh? —
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que fuera una gran pérdida. Aparte
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Allí el suelo estaba limpio de agu
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orrado. Aquí enterré y o a mi pri
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9 Al día siguiente, Ellie se acerc
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—Muchas, sí —contestó—. Yo
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aquellas toscas estelas había verd
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algo que no podrá comprender hasta
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complejo. —¡Te odio! —sollozó
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Ella asintió. El hielo tintineó s
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Nosotros estábamos más acostumbra
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de estar enferma de cansancio. « E
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11 A la mañana siguiente, Ellie vi
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Louis puso la radio y estuvo maniob
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—Por el modo de trabajar del tall
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—¡Muévete, chica! La muchacha s
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que había tenido una alucinación
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13 Entonces la habitación se llen
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El hombre asintió. —Es el primer
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—Hay que reparar la moqueta —di
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volvería a probar bocado hasta la
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16 Algo le despertó mucho después
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Una ramita le arañó en el bíceps
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17 Una persona normal tarda siete m
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igual que cuando se organizó aquel
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Centro Médico, se entiende, no al
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18 El representante de la Upjohn no
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Eso lo explicaba todo. El sueño pa
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Aunque sólo pudo entrever fugazmen
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20 Pasó el verano indio. A los ár
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Norma había tomado una manzana y u
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uedas. Le buscó el pulso y encontr
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superaría el ataque. Ella palpaba
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La niña le dejó llevar la cesta
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21 Al día siguiente, Louis llamó
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humilde, pero eso era lo de menos.
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volvió y lo vio elevarse con la pr
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cosas no eran como imaginaba la gen
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Estableció una rutina que le lleva
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—Vamos —dijo Jud—. Manos a la
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Ni hubo estampido seco cual disparo
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un rumor como de voces, pero no son
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Jud volvió a pararse y le dijo:
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importante era el viento, aquella c
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sacudiéndose la tierra de las rodi
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—Jud… —No hagas preguntas, Lo
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diecisiete. Pero esta noche dijo qu
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El hombre cultiva lo que puede, y l
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Seguramente, nos quedaremos a almor
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25 Era sobre la una de la tarde cua
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Church oscilaba lentamente de atrá
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las palabras. Me encontró sentado
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dormía. Louis arqueó las cejas al
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“wendigo” y mascotas resucitada
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—Louis, tenía la lengua helada.
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personas que hubieran podido llevar
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muy mal, y hubiera sido cruel: « J
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—Church huele raro. —Ah, ¿sí?
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Louis había sacado al gato, pero e
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del fino colchón. Por lo menos, la
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levantar las aldabas antiguas, como
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30 El virus de Gage persistió dura
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le sorprendía que los faraones y l
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—¿Bueno? —preguntó él, intra
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—Es algo que despertó de pronto
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hacía media hora. Oh, Lou, está t
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Spiderman, Ronald McDonald y Burger
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Lucas» . No; Louis nunca crey ó e
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—No, descuida. Él volvió a leva
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Cuando, al fin, regresaban a casa
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escalera. Louis la abrazó y le hiz
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35 Louis Creed pensaría después q
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—¡Pácaro! —gritó Gage—. ¡
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Louis se llevó aparte a Ellie y tu
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SEGUNDA PARTE EL CEMENTERIO MICMAC
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Hey-ho, let’s go [4] The Ramones
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piensas comprar, Lou…» . Lou no
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Bangor y la fábrica Orinco de Buck
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—Missy, ¿harías el favor de fir
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durante todo el día, las notaba cl
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camión de la Orinco por la vida de
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41 Gage fue enterrado a las dos de
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Rachel. Ella sostuvo su mirada, des
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origen en aquella superstición. Lu
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para que veas su número gratis, po
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es la única palabra. Aquel día qu
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ealmente. —Lo es —dijo él. Y l
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« Barrio Sésamo» en sesión cont
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43 El día siguiente amaneció enca
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—¿Miedo? —Louis le puso la man
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del ataúd, lo envolvería en un tr
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« Tengo un trabajo ímprobo» , pe
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algo va mal. Porque él no estaba n
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des… des… ¡No me acuerdo!» .
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Dobló por Pleasant Street, siempre
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loques de apartamentos diseminados
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se preguntó, y ese pensamiento tam
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tiempo se le escurría entre los de
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50 Rachel Creed casi llegó a tiemp
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