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Cementerio de animales - Stephen King

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Una ramita le arañó en el bíceps y Louis hizo una mueca <strong>de</strong> dolor. Allí<br />

<strong>de</strong>lante, Pascow no era más que una sombra, y ahora el terror <strong>de</strong> Louis parecía<br />

haber cristalizado <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su cabeza en estas palabras: « Voy al bosque <strong>de</strong>trás<br />

<strong>de</strong> un muerto, voy a Pet Sematary andando <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> un muerto, y no es un<br />

sueño. Que Dios me proteja, no es un sueño. Esto está pasando <strong>de</strong> verdad» .<br />

Bajaron por el otro lado <strong>de</strong> la colina. El sen<strong>de</strong>ro serpenteaba entre los árboles<br />

y luego cruzaba la espesura. Ahora no llevaba botas. Sintió una fría jalea bajo los<br />

pies y tenía que avanzar sujetándose a las ramas para no resbalar. Se oían<br />

<strong>de</strong>sagradables chasquidos como <strong>de</strong> ventosas. Sentía el lodo entre los <strong>de</strong>dos <strong>de</strong> los<br />

pies, separándoselos.<br />

Trató <strong>de</strong>sesperadamente <strong>de</strong> aferrarse a la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que todo era un sueño.<br />

No cuajaba.<br />

Llegaron al claro y la luna volvió a salir <strong>de</strong> su arrecife <strong>de</strong> nubes, inundando el<br />

cementerio <strong>de</strong> una claridad fantasmal. Las estelas —pedazos <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra y <strong>de</strong><br />

hojalata cortada con las tenazas <strong>de</strong> papá y luego aplastada con el martillo, losas<br />

melladas <strong>de</strong> pizarra— se <strong>de</strong>stacaban con claridad tridimensional, proy ectando<br />

sombras negras y nítidas.<br />

Pascow se <strong>de</strong>tuvo junto a SMUCKY GATO OVEDIENTE y miró a Louis. El<br />

horror, el terror que sentía entonces… Le parecía que estos sentimientos<br />

seguirían creciendo y creciendo hasta que su cuerpo reventara por efecto <strong>de</strong> su<br />

presión implacable. Pascow le sonreía con sus labios ensangrentados enseñando<br />

los dientes, y su sano color bronceado adquiría a la luz <strong>de</strong> la luna el tono<br />

marfileño <strong>de</strong>l cadáver que va a ser amortajado.<br />

Pascow levantó el brazo señalando. Louis siguió con la mirada la dirección<br />

que le indicaba y lanzó un gemido. Sus ojos se dilataron y se apretó los labios con<br />

los nudillos. Sintió algo frío en la cara y se dio cuenta <strong>de</strong> que estaba llorando <strong>de</strong><br />

terror.<br />

El montón <strong>de</strong> troncos <strong>de</strong>l que Jud hiciera bajar a Ellie tan alarmado, se había<br />

convertido en un montón <strong>de</strong> huesos. Y los huesos se movían, retorcían y<br />

entrechocaban: mandíbulas, fémures, cúbitos, molares, incisivos; vio las<br />

sardónicas calaveras <strong>de</strong> seres humanos y <strong>animales</strong>, falanges que tintineaban.<br />

Aquí, los restos <strong>de</strong> un pie flexionaban sus pálidas articulaciones…<br />

Ah, y se movía; estaba reptando.<br />

Pascow venía ahora hacia él, con su cara ensangrentada, sombría a la luz <strong>de</strong><br />

la luna, y el último vestigio <strong>de</strong> pensamiento coherente <strong>de</strong> Louis acabó <strong>de</strong> diluirse<br />

en una i<strong>de</strong>a repetitiva: « Tienes que gritar para <strong>de</strong>spertarte, aunque asustes a<br />

Rachel, a Ellie, a Gage y a todo el vecindario, tienes que gritar para <strong>de</strong>spertarte<br />

gritargritargritarpara<strong>de</strong>spertarte<strong>de</strong>spertarte<strong>de</strong>spertarte…» .<br />

Pero no le salía más que un tenue soplo <strong>de</strong> aire, como el sonido que hace el<br />

niño que trata <strong>de</strong> apren<strong>de</strong>r a silbar.<br />

Pascow se acercó y empezó a hablar.

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