03.06.2019 Views

Cementerio de animales - Stephen King

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

conmiseración que le lanzó. Aquel muchacho, musculoso y bronceado —quizá<br />

<strong>de</strong> haber estado todo el verano reparando carreteras, pintando fachadas o dando<br />

clases <strong>de</strong> tenis— que no llevaba más ropa que unos « shorts» colorados con listas<br />

blancas, aquel muchacho iba a morir <strong>de</strong> todos modos. Y habría muerto también<br />

aunque la ambulancia hubiera estado aparcada en su sitio y con el motor en<br />

marcha cuando lo trajeron.<br />

Increíblemente, el moribundo se movía. Agitó los párpados y abrió los ojos.<br />

Unos ojos azules con el iris ribeteado <strong>de</strong> sangre, que miraba sin ver. Trató <strong>de</strong><br />

mover la cabeza y Louis le sujetó con más fuerza, pensando que tenía el cuello<br />

partido. El terrible traumatismo craneal no excluía la posibilidad <strong>de</strong> que sintiera<br />

dolor.<br />

« ¡Qué agujero, Señor, qué agujero!» .<br />

—¿Qué le ha pasado? —preguntó a Steve, comprendiendo que la pregunta era<br />

estúpida e inútil. La pregunta <strong>de</strong> un mirón. Pero ante aquel agujero él no podía<br />

ser más que eso, un mirón—. ¿Lo trajo la policía?<br />

—No; lo trajeron unos estudiantes, en una manta. No sé nada más.<br />

Lo que importaba era lo que iba a pasar ahora. Y eso le afectaba a él.<br />

—Ve a buscarlos. Hazlos entrar por la otra puerta. Quiero tenerlos a mano,<br />

pero que no vean más <strong>de</strong> lo que han visto ya.<br />

Masterton, con cara <strong>de</strong> alivio por tener una excusa para marcharse, se fue<br />

hacia la puerta y la abrió. Se oyó un murmullo <strong>de</strong> voces excitadas y curiosas.<br />

Louis percibió también el aullido <strong>de</strong> la sirena <strong>de</strong> la policía. Ya venían los <strong>de</strong><br />

seguridad. Louis sintió un leve y mezquino alivio.<br />

El moribundo hacía una especie <strong>de</strong> gorgoteo. Estaba tratando <strong>de</strong> hablar. Louis<br />

oía sílabas —cuando menos, fonemas— pero las palabras eran ininteligibles.<br />

Louis se inclinó y dijo:<br />

—Todo va bien, chico. —Al <strong>de</strong>cirlo se acordó <strong>de</strong> Ellie y <strong>de</strong> Rachel y sintió un<br />

espasmo en el estómago. Se puso una mano en la boca para ahogar la náusea.<br />

—Caaa —dijo el muchacho—. Gaaaaaa…<br />

Louis miró en <strong>de</strong>rredor y vio que se había quedado solo con el moribundo.<br />

Oía a lo lejos la voz <strong>de</strong> Joan Charlton que <strong>de</strong>cía a las aspirantes que la camilla<br />

dura estaba en el armario <strong>de</strong> la sala Dos. Louis tenía sus dudas <strong>de</strong> que ellas<br />

supieran cuál era la sala Dos. Al fin y al cabo, era su primer día <strong>de</strong> prácticas. Y<br />

vaya día. No olvidarían fácilmente su primer contacto con el mundo <strong>de</strong> la<br />

medicina. En la moqueta ver<strong>de</strong> había un círculo marrón oscuro que se<br />

ensanchaba por momentos en torno a la <strong>de</strong>strozada cabeza <strong>de</strong>l herido. Menos mal<br />

que había <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> fluir el líquido intercraneal.<br />

—En Pet Sematary —dijo el joven con una voz que era como un graznido…<br />

y sonreía. Era una sonrisa muy parecida a la mueca grotesca e histérica <strong>de</strong> la<br />

aspirante que había corrido las cortinas.<br />

Louis le miró fijamente, resistiéndose a dar crédito a sus oídos. Luego pensó

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!