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Cementerio de animales - Stephen King

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« Porque el hombre (y la mujer) son como las flores <strong>de</strong>l valle, que hoy se<br />

abren y mañana son echadas al fuego: la vida <strong>de</strong>l hombre es sólo una estación,<br />

que llega y pasa» . Oremos.<br />

Ellie, resplan<strong>de</strong>ciente con su vestido azul marino comprado ex profeso para el<br />

acto, agachó la cabeza tan bruscamente que Louis le oy ó crujir la nuca. Ellie<br />

había estado muy pocas veces en la iglesia y éste era su primer funeral. Las<br />

circunstancias la habían reducido a un insólito silencio.<br />

Aquellas circunstancias permitían a Louis mirar a su hija <strong>de</strong> un modo distinto.<br />

Normalmente, el amor que sentía por ella, como el que sentía por Gage, le<br />

impedía observarla fríamente; pero hoy creía tener <strong>de</strong>lante lo que era casi un<br />

ejemplo típico <strong>de</strong> la niña que está a punto <strong>de</strong> terminar su primera fase <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>sarrollo: un organismo todo pura curiosidad que almacena información en unos<br />

circuitos casi sin fin. Ellie se mantenía quieta y callada y no dijo nada ni siquiera<br />

cuando Jud, muy raro pero elegante con su traje negro y zapatos con cordones<br />

(Louis pensó que era la primera vez que no le veía con zapatillas o botas) se<br />

inclinó para darle un beso y le dijo:<br />

—Estoy muy contento <strong>de</strong> que hayas venido, cariño. Y supongo que Norma se<br />

alegrará también.<br />

Ellie le miró con los ojos muy abiertos.<br />

Ahora, el reverendo Laughlin, el pastor metodista, pronunció la bendición,<br />

pidiendo a Dios que volviera su rostro hacia ellos y les diera la paz.<br />

—¿Hacen el favor <strong>de</strong> a<strong>de</strong>lantarse los portadores? —preguntó.<br />

Louis fue a levantarse, pero Ellie le tiró <strong>de</strong> la manga con fuerza. Parecía<br />

asustada.<br />

—¡Papi! —dijo en un fuerte susurro—. ¿A dón<strong>de</strong> vas?<br />

—Soy uno <strong>de</strong> los portadores, cielo —dijo Louis sentándose un momento y<br />

ro<strong>de</strong>ándole los hombros con el brazo—. Eso quiere <strong>de</strong>cir que tengo que ay udar a<br />

llevar a Norma hasta el coche. Somos cuatro: el cuñado <strong>de</strong> Jud, dos <strong>de</strong> sus<br />

sobrinos y y o.<br />

—¿Dón<strong>de</strong> nos encontraremos? —La cara <strong>de</strong> Ellie aún estaba tensa y<br />

preocupada.<br />

Louis miró hacia a<strong>de</strong>lante. Los otros tres portadores y a estaban allí, junto a<br />

Jud. El resto <strong>de</strong> los asistentes salían ya. Algunos lloraban. Vio a Missy Dandridge,<br />

que no lloraba pero tenía los ojos irritados y que le saludó alzando levemente una<br />

mano.<br />

—Si te quedas en la escalera, enseguida voy a buscarte. ¿De acuerdo, Ellie?<br />

—Sí. Pero no te olvi<strong>de</strong>s <strong>de</strong> mí.

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