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Cementerio de animales - Stephen King

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dormía.<br />

Louis arqueó las cejas al oír esto, y Jud se encogió <strong>de</strong> hombros como<br />

diciendo que ya sabía que era un solemne disparate.<br />

—Cuando dieron las doce en el reloj <strong>de</strong>l recibidor, me levanté y me quedé<br />

esperando, vestido, sentado a los pies <strong>de</strong> la cama, a la luz <strong>de</strong> la luna que entraba<br />

por la ventana. Luego, el reloj dio la media, y la una, y Stanny B. no venía. Ese<br />

estúpido francés se ha olvidado <strong>de</strong> mí, pensé. Ya iba a <strong>de</strong>snudarme otra vez<br />

cuando en el cristal <strong>de</strong> la ventana rebotaron dos piedras que a punto estuvieron <strong>de</strong><br />

romperlo. Una hizo una grieta, pero y o no la vi hasta la mañana siguiente, y mi<br />

madre no se dio cuenta hasta el invierno, y pensó que habría sido la helada. Fue<br />

una suerte para mí.<br />

» Yo me lancé hacia la ventana casi volando y levanté el cristal. Las guías<br />

chirriaron como sólo chirrían cuando eres un crío y quieres salir <strong>de</strong> casa <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> la medianoche…<br />

Louis rio, aunque no recordaba haber <strong>de</strong>seado nunca salir <strong>de</strong> casa <strong>de</strong> noche,<br />

cuando tenía diez años. Pero estaba seguro <strong>de</strong> que la ventana hubiera chirriado.<br />

—Yo estaba seguro <strong>de</strong> que mis padres pensarían que estaban entrando en<br />

casa los ladrones, pero cuando se me apaciguó un poco el corazón oí que mi<br />

padre seguía roncando en su cuarto. Me asomé y vi a Stanny B. en el sen<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>l<br />

jardín, mirando hacia arriba y tambaleándose como si hiciera un gran vendaval,<br />

pero no corría ni un soplo <strong>de</strong> aire. Creo que estuvo a punto <strong>de</strong> no venir, Louis,<br />

pero la borrachera que llevaba era <strong>de</strong> las que te mantienen más <strong>de</strong>spierto que un<br />

mochuelo con diarrea y hacen que todo te importe un rábano. Y entonces me<br />

dijo a gritos, aunque supongo que él creía estar susurrando: « ¿Qué, chico? ¿Bajas<br />

o tengo que subir a buscarte?» .<br />

» ¡Sssh!, hice y o, temiendo que se <strong>de</strong>spertara mi padre y me diera la tunda<br />

<strong>de</strong> mi vida. “¿Qué dices?”, preguntó Stanny B. en un tono <strong>de</strong> voz aún más alto. Si<br />

mis padres hubieran dormido a este lado <strong>de</strong> la casa, Louis, don<strong>de</strong> estamos ahora,<br />

creo que me la hubiera cargado. Pero estaban en la habitación <strong>de</strong> atrás, la que<br />

ahora tenemos Norma y yo, la que mira al río.<br />

—Apuesto a que bajarías esa escalera como el rayo —dijo Louis—. ¿No<br />

tendrías otra cerveza, Jud? —Ya llevaba dos más <strong>de</strong>l cupo, pero aquella noche<br />

eso parecía no importar. Al contrario, era casi obligado.<br />

—La tengo. Y tú sabes dón<strong>de</strong> están —dijo Jud encendiendo otro cigarrillo.<br />

Esperó a que Louis volviera a sentarse—. No; no me atreví a bajar por la<br />

escalera. Hubiera tenido que pasar por <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la habitación <strong>de</strong> mis padres.<br />

Me <strong>de</strong>scolgué por la enreda<strong>de</strong>ra lo más aprisa que pu<strong>de</strong>. Estaba asustado, sí, pero<br />

en aquel momento temía más a mi padre que ir a Pet Sematary con Stanny B.<br />

Aplastó el cigarrillo.<br />

—Allá nos fuimos los dos. Creo que Stanny B. se cayó por el camino más <strong>de</strong><br />

media docena <strong>de</strong> veces. Realmente, estaba como una cuba y olía como si

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