Cementerio de animales - Stephen King

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llamaba « Hanratty » … Lester lo arrastró en un trineo… Le pegó un tiro dos semanas después. Aquel toro se volvió malo, malo de verdad. Pero, que y o sepa, es el único» . « Se volvió malo» . « El fondo del corazón del hombre es más árido» . « Se volvió malo de verdad» . « Que y o sepa, es el único» . « Ante todo lo haces porque, una vez has estado allí, es como si el lugar fuera tuy o» . « Tenía la carne hendida. « Hanratty » , un nombre ridículo para un toro. « El hombre cultiva lo que puede… y lo cuida» . « Son mis ratas. Y son mis pájaros. Yo soy el responsable» . « Es un lugar secreto, y te pertenece, y tú le perteneces» . « Se volvió malo, pero, que y o sepa, es el único» . ¿Qué quieres buscar ahora, Louis, cuando empiece a soplar el viento de la noche y la luna ilumine el sendero del bosque? ¿Quieres volver a subir la escalera? Cuando, en las películas de terror, el héroe o la heroína suben esa escalera, todos los que están en el cine saben que es una estupidez, pero en la vida real ellos las suben también: fuman, no se abrochan el cinturón de seguridad, llevan a la familia a vivir al lado de una carretera por la que día y noche pasan camiones arriba y abajo. Conque Louis, ¿qué piensas hacer? ¿Vas a subir la escalera? ¿Quieres conservar a tu hijo o prefieres perder la razón? « Ajajá, vamos allá» . « Se volvió malo… Que yo sepa, el único… La carne estaba… El hombre… Te pertenece…» . Louis tiró el resto de la cerveza por el fregadero. De pronto, sintió ganas de vomitar. La habitación le daba vueltas vertiginosamente. Sonó un golpe en la puerta. Durante largo rato —por lo menos, a él le pareció largo—, Louis creyó que el golpe había sonado sólo dentro de su cabeza, que era una alucinación. Pero la llamada se repitió una y otra vez, paciente, implacable. Y, de pronto, Louis recordó el cuento de la mano del mono y sintió un terror helado. La sentía como una realidad física; era como una mano muerta que hubiera estado conservada en un frigorífico, una mano muerta que hubiera cobrado vida y se le hubiera metido debajo de la camisa para oprimirle el pecho a la altura del corazón. Era una imagen tonta y repugnante; pero la sensación no era una tontería. Oh, no. Louis fue hacia la puerta, caminando sobre unos pies que no sentía y levantó el pestillo con dedos fláccidos. Mientras abría la puerta, pensaba: « Será Pascow. Con sus shorts colorados, y con más moho que un pan del mes pasado. Pascow con su cabeza monstruosa, que vuelve para avisarme: No subas ahí. ¿Cómo era la
canción de los Animals? Baby please don’t go, baby PLEASE don’t go, you know I love you so, baby please don’t go [5] … La puerta se abrió, y sobre el fondo de aquella medianoche oscura y ventosa que precedía al día del entierro de su hijo, estaba Jud Crandall. Su fino pelo blanco se agitaba movido por el viento frío. —Pensando en el diablo, te lo encuentras en la puerta —dijo Louis con voz ronca. Trató de reír. El tiempo parecía haber retrocedido. Era otra vez el día de Acción de Gracias. Ahora mismo meterían el rollizo cuerpo de « Winston Churchill» , el gato de Ellie, en una bolsa de basura de plástico verde y se pondrían en marcha. « Oh, no hagas preguntas; vamos a hacer una visita» . —¿Puedo pasar, Louis? —preguntó Jud. Sacó un paquete de Chesterfield del bolsillo de la camisa y se metió uno en la boca. —Es que ya es muy tarde —dijo Louis—. Y he bebido cantidad de cerveza. —Ajá, y así huele —dijo Jud. Encendió una cerilla y el viento la apagó. Rascó otra haciendo pantalla con las manos, pero los dedos le temblaban y expusieron la llama al viento. Al ir a encender la tercera, miró a Louis y dijo—: No puedo encender esto. ¿Me dejas entrar o no, Louis? Louis se hizo a un lado y Jud entró en la casa.
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Libro proporcionado por el equipo L
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He aquí a varias personas que escr
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figurado. «Señor, si duerme, sana
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colonial de Nueva Inglaterra (debid
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5 A las nueve, los de las mudanzas
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de Chicago que habían desaparecido
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ecetas de cocina como los chicos in
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detrás de los ojos. El ojo humano
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—No está mal la vista, ¿eh? —
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que fuera una gran pérdida. Aparte
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Allí el suelo estaba limpio de agu
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orrado. Aquí enterré y o a mi pri
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9 Al día siguiente, Ellie se acerc
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—Muchas, sí —contestó—. Yo
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algo que no podrá comprender hasta
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complejo. —¡Te odio! —sollozó
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de estar enferma de cansancio. « E
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Louis puso la radio y estuvo maniob
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El hombre asintió. —Es el primer
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Una ramita le arañó en el bíceps
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Centro Médico, se entiende, no al
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18 El representante de la Upjohn no
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Eso lo explicaba todo. El sueño pa
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20 Pasó el verano indio. A los ár
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Norma había tomado una manzana y u
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superaría el ataque. Ella palpaba
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La niña le dejó llevar la cesta
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humilde, pero eso era lo de menos.
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volvió y lo vio elevarse con la pr
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cosas no eran como imaginaba la gen
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Estableció una rutina que le lleva
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—Vamos —dijo Jud—. Manos a la
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Ni hubo estampido seco cual disparo
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un rumor como de voces, pero no son
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Jud volvió a pararse y le dijo:
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sacudiéndose la tierra de las rodi
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—Jud… —No hagas preguntas, Lo
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diecisiete. Pero esta noche dijo qu
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Seguramente, nos quedaremos a almor
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las palabras. Me encontró sentado
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dormía. Louis arqueó las cejas al
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“wendigo” y mascotas resucitada
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—Louis, tenía la lengua helada.
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personas que hubieran podido llevar
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muy mal, y hubiera sido cruel: « J
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aquella cola repugnante le rodeó l
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—Church huele raro. —Ah, ¿sí?
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Louis había sacado al gato, pero e
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del fino colchón. Por lo menos, la
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levantar las aldabas antiguas, como
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30 El virus de Gage persistió dura
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le sorprendía que los faraones y l
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—¿Bueno? —preguntó él, intra
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—Es algo que despertó de pronto
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hacía media hora. Oh, Lou, está t
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El empleado anotó el nombre y núm
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Dobló por Pleasant Street, siempre
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se preguntó, y ese pensamiento tam
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tiempo se le escurría entre los de
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50 Rachel Creed casi llegó a tiemp
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supuesto, aunque se lanzara por la
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abusado del líquido de embalsamar.
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Por fin la distinguió, una mancha
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maletero del Civic era pequeño. Hu
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la voz. —Ajá. —Jud sacó un Ch
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—No —dijo ásperamente en voz a
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dejaba. Otra vez y a trató de trep
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Louis por aquel dolor que había en
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que a Louis le pareció extraño y
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Durante un momento, la niebla se os
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Pero y a era tarde para volverse at
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eanudó la marcha. La dirección pa
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de explicar a Ellie lo que era la m
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de Florida. Y el faro rojo está ta
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cuatro días». Y, cuando hubo reza
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—Ahora acabo de recordarlo — di
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El sonido era aún más fuerte de l
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Tuvo una serie de pesadillas. Estab
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atería de ese cementerio indio sub
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—¡Papá! —gritó, y cayó de c
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desencadenado una racha de mala sue
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Steve tuvo súbitamente la espantos
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adiantes, resonó una carcajada gra
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[2] Cementerio de animales domésti
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[4] ¡Ajajá, vamos allá!
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[6] Ladrones de cadáveres que surt
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