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Cementerio de animales - Stephen King

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enganchado en una punta. Y, ¡mierda!, no iba a po<strong>de</strong>r resistir mucho rato. Louis<br />

agitó con fuerza la pierna. La rama se inclinó. Volvieron a resbalarle las manos.<br />

Se oy ó un <strong>de</strong>sgarrón <strong>de</strong> tela y Louis se encontró <strong>de</strong> pie sobre dos puntas <strong>de</strong> lanza<br />

que se le clavaban en las suelas <strong>de</strong> las zapatillas. Muy pronto, la presión se hizo<br />

dolorosa, pero Louis se mantuvo sobre ellas, por lo menos unos momentos. Era<br />

mayor el alivio <strong>de</strong> las manos y los brazos que el dolor <strong>de</strong> los pies.<br />

« Vaya aspecto que <strong>de</strong>bo <strong>de</strong> tener» , pensó Louis con un ligero y triste<br />

humorismo. Sosteniéndose en la rama con la mano izquierda, se frotó la palma<br />

<strong>de</strong> la <strong>de</strong>recha en la tela <strong>de</strong> la chaqueta. Luego repitió la operación cambiando <strong>de</strong><br />

mano.<br />

Permaneció un momento más sobre las puntas <strong>de</strong> los barrotes y <strong>de</strong>slizó las<br />

manos a lo largo <strong>de</strong> la rama que en aquel punto era más <strong>de</strong>lgada y le permitía<br />

entrelazar cómodamente los <strong>de</strong>dos. Balanceó el cuerpo hacia a<strong>de</strong>lante como<br />

Tarzán, abandonando el apoy o <strong>de</strong> los pies. La rama se dobló <strong>de</strong> un modo<br />

alarmante con un crujido <strong>de</strong> mal agüero. Louis se soltó, saltando a ciegas.<br />

Cayó mal. Se golpeó una rodilla con una lápida y sintió que un dolor<br />

insoportable le subía por el muslo. Rodó sobre la hierba abrazado a la rodilla y un<br />

rictus <strong>de</strong> angustia en los labios, temiendo haberse <strong>de</strong>strozado la rótula. Luego, el<br />

dolor fue mitigándose y Louis comprobó que podía doblar la articulación. Todo<br />

iría bien si seguía moviéndose y no <strong>de</strong>jaba que se le agarrotara. Por lo menos, así<br />

lo esperaba él.<br />

Se puso <strong>de</strong> pie y echó a andar siguiendo la cerca en dirección a Mason Street,<br />

don<strong>de</strong> había tirado el equipo. Al principio cojeaba, pero poco a poco el dolor fue<br />

remitiendo y quedó en una molestia sorda. Tenía aspirina en el botiquín <strong>de</strong>l<br />

Honda y hubiera <strong>de</strong>bido traerlo consigo. Pero ya era tar<strong>de</strong>. Se mantenía alerta<br />

por si venía algún coche y, al advertir que uno se acercaba, se apartó <strong>de</strong> la reja.<br />

Cuando llegó a la parte <strong>de</strong> Mason Street, que podía estar más concurrida, se<br />

mantuvo lejos <strong>de</strong> la reja hasta que estuvo frente al Civic. Ya iba a aproximarse a<br />

la cerca para sacar el fardo <strong>de</strong> los arbustos cuando oyó pisadas en la acera y una<br />

risa grave <strong>de</strong> mujer. Se sentó <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> una lápida gran<strong>de</strong> —el dolor <strong>de</strong> la rodilla<br />

no le <strong>de</strong>jaba ponerse en cuclillas— y vio que, por el otro lado <strong>de</strong> Mason Street,<br />

pasaba una pareja. Iban enlazados por el talle y, en su forma <strong>de</strong> caminar pasando<br />

<strong>de</strong> una zona <strong>de</strong> luz a la siguiente había algo que hizo pensar a Louis en una vieja<br />

serie <strong>de</strong> televisión. Ya lo tenía: « La hora <strong>de</strong> Jimmy Durante» . ¿Qué harían<br />

aquellos dos si él se levantaba ahora, como una sombra en la silenciosa ciudad <strong>de</strong><br />

los muertos y les gritaba, con voz campanuda: « Buenas noches, Mrs. Calabash,<br />

don<strong>de</strong> quiera que esté» ?<br />

La pareja se <strong>de</strong>tuvo mismamente <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l Civic y se abrazó. Louis, al<br />

mirarlos, sintió una extraña perplejidad y <strong>de</strong>sprecio hacia sí mismo. Allí estaba<br />

él, agazapado <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> una sepultura, como un macabro vampiro <strong>de</strong> historieta<br />

barata, espiando a una pareja <strong>de</strong> enamorados. « ¿Tan fina es la línea divisoria? —

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