03.06.2019 Views

Cementerio de animales - Stephen King

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

nevera. La cocina estaba limpia, clara, luminosa. Louis trató <strong>de</strong> silbar —un<br />

silbido ambientaría la mañana—, pero no pudo. Las cosas parecían estar bien,<br />

pero no estaban bien. Sentía la casa terriblemente vacía, y el trabajo <strong>de</strong> la noche<br />

anterior le pesaba en los huesos. Las cosas estaban mal, muy mal; percibía una<br />

sombra que se cernía sobre él y sintió miedo.<br />

Entró cojeando en el cuarto <strong>de</strong> baño y se tomó un par <strong>de</strong> aspirinas con un<br />

vaso <strong>de</strong> zumo <strong>de</strong> naranja. Cuando volvía a la cocina, sonó el teléfono.<br />

No contestó enseguida, sino que lo miró sintiéndose lento y estúpido, como un<br />

cretino que jugara a algo sin saber las reglas.<br />

« No contestes, no se te ocurra contestar, porque te van a dar la mala noticia,<br />

ahí está el final <strong>de</strong> la correa que te arrastra hacia el otro lado <strong>de</strong> la esquina, don<strong>de</strong><br />

está lo oscuro, y estoy seguro <strong>de</strong> que no tienes ganas <strong>de</strong> ver lo que hay allí, Louis,<br />

seguro que no, <strong>de</strong> manera que no contestes y sal corriendo, el coche está en el<br />

garaje, sube a él y lárgate, pero no contestes al teléfono…» .<br />

Louis cruzó la habitación y levantó el auricular, apoy ando una mano en la<br />

secadora, como tantas otras veces. Era Irwin Goldman, y en el momento en que<br />

Irwin <strong>de</strong>cía hola, Louis vio las pisadas que cruzaban el suelo <strong>de</strong> la cocina —<br />

huellas <strong>de</strong> barro <strong>de</strong> unos pies pequeños— y sintió que el corazón se le paralizaba<br />

y que los ojos se le salían <strong>de</strong> las órbitas, y pensó que si en aquel momento se<br />

hubiera mirado al espejo habría visto una cara sacada <strong>de</strong> un grabado <strong>de</strong> un<br />

manicomio <strong>de</strong>l siglo XVII. Eran las pisadas <strong>de</strong> Gage. Gage había estado allí,<br />

había estado allí durante la noche. Pero ¿dón<strong>de</strong> estaba ahora?<br />

—Aquí Irwin, Louis… ¿Louis…? Oiga…<br />

—Hola, Irwin —dijo él, sabiendo y a lo que iba a <strong>de</strong>cir Irwin. Ahora se<br />

explicaba la presencia <strong>de</strong>l coche azul. Ahora se lo explicaba todo. La correa…, la<br />

correa que le arrastraba hacia la oscuridad… Ahora avanzaba <strong>de</strong>prisa, una mano<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> otra. Ah, si pudiera soltarse antes <strong>de</strong> ver lo que había al final… Pero<br />

era su correa. Él se la había buscado.<br />

—Creí que nos habían cortado —dijo Goldman.<br />

—Es que el teléfono me resbaló <strong>de</strong> la mano. —Louis tenía la voz serena.<br />

—¿Rachel llegó bien?<br />

—Oh, sí —respondió Louis, pensando en el coche azul, en cuyo techo dormía<br />

Church, aquel coche azul, tan quieto, mientras seguía con la mirada las marcas<br />

<strong>de</strong> barro <strong>de</strong>l suelo.<br />

—Tengo que hablar con ella —dijo Goldman—. Cuanto antes. Se trata <strong>de</strong><br />

Ellie.<br />

—¿Ellie? ¿Qué tiene Ellie?<br />

—Creo que es con Rachel…<br />

—Rachel no está aquí en este momento —dijo Louis ásperamente—. Fue a la<br />

tienda, a buscar leche y pan. ¿Qué le pasa a Ellie? ¡Vamos, Irwin!<br />

—Hemos tenido que llevarla al hospital —dijo Goldman a regañadientes—.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!