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Cementerio de animales - Stephen King

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La Puerta 31 estaba al otro extremo <strong>de</strong> la sala y en el mismo instante en que<br />

Rachel ponía la mirada en el tablón, la palabra EMBARCANDO, en letras fijas,<br />

fue sustituida por DESPEGANDO que se encendía y apagaba con rápida<br />

intermitencia.<br />

Lanzó un grito <strong>de</strong> <strong>de</strong>solación, y una mujer negra que sostenía en brazos a su<br />

hijo para que bebiera en la fuente, se volvió a mirarla con extrañeza. Rachel<br />

llegó a la puerta en el momento en que el empleado retiraba los rótulos en los que<br />

se leía: VUELO 104 BOSTON-PORTLAND 11 25<br />

—¿Ya se ha ido? —preguntó con incredulidad—. ¿Se ha « ido» ?<br />

El empleado la miró compasivamente.<br />

—Salió a la pista a las 11.40. Lo siento, señora. Por si le sirve <strong>de</strong> consuelo, le<br />

diré que lo ha intentado usted con mucho estilo. —El empleado señaló por el<br />

ventanal. Rachel vio un gran 727 con el anagrama <strong>de</strong> Delta, iluminado como un<br />

árbol <strong>de</strong> Navidad, que rodaba por la pista <strong>de</strong> <strong>de</strong>spegue.<br />

—¿Es que no le han avisado <strong>de</strong> que venía y o? —exclamó Rachel.<br />

—Cuando llamaron <strong>de</strong> abajo, el 104 y a había entrado en la pista <strong>de</strong> rodadura.<br />

Si lo hubiera hecho volver, habría tenido que ponerse a la cola <strong>de</strong> los que esperan<br />

para entrar en la pista 30, y el piloto me hubiera sacado los hígados. Y el<br />

centenar <strong>de</strong> pasajeros, no digamos. Lo siento mucho. Sólo que hubiera llegado<br />

cuatro minutos antes…<br />

Rachel se alejó, sin escuchar más. A mitad <strong>de</strong> camino <strong>de</strong>l control <strong>de</strong><br />

seguridad, notó que se le iba la cabeza. Entró tambaleándose en otra zona <strong>de</strong><br />

embarque, y se sentó a esperar que se le pasara el mareo. Luego, se puso los<br />

zapatos, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>de</strong>spegar una colilla <strong>de</strong> Lark <strong>de</strong> la <strong>de</strong>strozada media. « Tengo<br />

los pies sucios y maldito si me importa» , pensó con <strong>de</strong>sconsuelo.<br />

Se dirigió a la terminal.<br />

El guardia <strong>de</strong> seguridad la miró con simpatía.<br />

—¿Lo perdió?<br />

—Lo perdí.<br />

—¿Adón<strong>de</strong> quería ir?<br />

—A Portland. Y <strong>de</strong> allí a Bangor.<br />

—¿Por qué no alquila un coche? Si es que realmente tiene necesidad <strong>de</strong> llegar.<br />

Normalmente, yo le aconsejaría que buscara un hotel cerca <strong>de</strong>l aeropuerto, pero<br />

si alguna vez he visto a una persona con prisa por llegar, esa persona es usted.<br />

—Yo soy esa persona —dijo Rachel. Lo pensó un momento—. Sí, es una<br />

solución. Si hay coches, claro.<br />

El guardia rio.<br />

—¡Y no ha <strong>de</strong> haberlos! En Logan sólo se acaban los coches cuando el<br />

aeropuerto está cerrado por la niebla. Lo cual ocurre con mucha frecuencia.<br />

Rachel apenas le oía. Estaba haciendo cálculos mentales.<br />

No podría llegar a Portland a tiempo <strong>de</strong> tomar el avión para Bangor, eso por

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