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Cementerio de animales - Stephen King

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<strong>de</strong> Chicago que habían <strong>de</strong>saparecido <strong>de</strong> su horizonte, borrados por los kilómetros<br />

como si nunca hubieran existido. « Ahora la gente se muda con más<br />

frecuencia… Antes uno elegía un sitio y allí se quedaba» . Tenía razón.<br />

Se acercó al niño y, puesto que nadie le veía, ni siquiera Rachel, se besó las<br />

y emas <strong>de</strong> los <strong>de</strong>dos y, pasando la mano a través <strong>de</strong> los barrotes <strong>de</strong> la cuna, rozó<br />

ligeramente la mejilla <strong>de</strong> Gage.<br />

El niño suspiró y se puso <strong>de</strong> lado.<br />

—Que duermas bien, hijo —dijo Louis.<br />

Louis se <strong>de</strong>snudó con precaución y se acostó en su mitad <strong>de</strong> la cama que,<br />

provisionalmente, no era más que un colchón en el suelo. Sintió que iba<br />

mitigándose la tensión <strong>de</strong>l día. Rachel no se movió. Las cajas, aún sin vaciar,<br />

parecían fantasmas al acecho.<br />

Antes <strong>de</strong> intentar conciliar el sueño, Louis se incorporó en la cama<br />

apoyándose en un codo y miró por la ventana. La habitación estaba en la parte<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>lante y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> allí podía ver la casa <strong>de</strong> los Crandall, al otro lado <strong>de</strong> la<br />

carretera. Estaba muy oscuro y no se distinguían los <strong>de</strong>talles, pero sí la brasa <strong>de</strong>l<br />

cigarrillo. « Sigue levantado —pensó—. Seguramente, se acostará muy tar<strong>de</strong>.<br />

Los viejos suelen pa<strong>de</strong>cer insomnio. Como si montaran guardia» .<br />

« ¿Guardia contra qué?» .<br />

Pensando en esto, Louis se quedó dormido. Soñó que estaba en Disney World<br />

y conducía una reluciente furgoneta blanca con una cruz roja en el costado. A su<br />

lado iba Gage que, en el sueño, tenía ya unos diez años. Church le miraba con sus<br />

brillantes ojos ver<strong>de</strong>s <strong>de</strong>s<strong>de</strong> encima <strong>de</strong>l salpica<strong>de</strong>ro. Fuera, en Main Street, junto<br />

a la estación <strong>de</strong> ferrocarril fin <strong>de</strong> siglo, Mickey Mouse daba la mano a los niños<br />

que se apiñaban a su alre<strong>de</strong>dor. Las manos pequeñas y confiadas <strong>de</strong> la<br />

chiquillería <strong>de</strong>saparecían <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l enorme guante <strong>de</strong> cartón blanco.

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