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Cementerio de animales - Stephen King

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—Tienes razón —dijo—. Saldremos para allá en cuanto podamos. Quizá<br />

lleguemos esta misma noche. Gracias por todo.<br />

—Hemos hecho lo que hemos podido —dijo Goldman—. Quizá es que somos<br />

muy viejos. Quizá, Louis, es que siempre lo fuimos.<br />

—¿Dijo Ellie algo más? —preguntó Louis.<br />

La respuesta <strong>de</strong> Goldman fue como el tañido <strong>de</strong> una campana que tocara a<br />

muerto contra la pared <strong>de</strong> su corazón.<br />

—Muchas cosas, pero lo único que entendí fue: « Dice Pascow que y a es<br />

tar<strong>de</strong>» .<br />

Louis colgó el auricular y se fue hacia el fogón, como si pretendiera seguir<br />

preparando el <strong>de</strong>say uno o recoger las cosas, no sabía exactamente, pero hacia la<br />

mitad <strong>de</strong>l tray ecto sintió un vahído, se le nubló la vista y se <strong>de</strong>smayó. Aquello era<br />

<strong>de</strong>smay arse, porque parecía que perdía el conocimiento. Caía y caía hacia las<br />

profundida<strong>de</strong>s, entre nubes, dando vueltas y vueltas, hizo un « looping» , un par <strong>de</strong><br />

péndulos, un <strong>de</strong>slizamiento Immelmann… Luego cayó sobre la rodilla mala y el<br />

fogonazo <strong>de</strong> dolor que estalló en su cabeza le hizo volver en sí con un alarido. Se<br />

quedó unos instantes sin po<strong>de</strong>r moverse, con lágrimas en los ojos.<br />

Luego consiguió ponerse en pie y se quedó balanceándose. Pero volvía a<br />

tener la cabeza clara. Por lo menos, eso ya era algo, ¿no?<br />

Sintió por última vez el impulso <strong>de</strong> huir, más imperioso que nunca. Hasta llegó<br />

a palpar con la mano el reconfortante bulto <strong>de</strong> las llaves <strong>de</strong>l coche. Subiría al<br />

Civic y se iría a Chicago. Allí recogería a Ellie. Claro que Godman ya sabría que<br />

algo andaba mal, que algo estaba terriblemente mal; pero, a pesar <strong>de</strong> todo, se la<br />

llevaría… Si era necesario, la raptaría.<br />

Luego, <strong>de</strong>jó caer la mano. Lo que sofocó el impulso no fue ni una sensación<br />

<strong>de</strong> futilidad, ni un sentimiento <strong>de</strong> culpabilidad, ni la <strong>de</strong>sesperación, ni el profundo<br />

cansancio. Fueron aquellas marcas <strong>de</strong> barro en el suelo <strong>de</strong> la cocina.<br />

Mentalmente, las vio recorrer todo el país —primero, hasta Illinois, <strong>de</strong>spués,<br />

hasta Florida— y por todo el mundo si era preciso. Lo que tú adquieres te<br />

pertenece y lo que te pertenece acaba siempre por volver a ti.<br />

Un día abriría una puerta y allí estaría Gage, una parodia <strong>de</strong>mencial <strong>de</strong> su<br />

antiguo ser, con una sonrisa siniestra y sus claros ojos azules, turbios y malévolos.<br />

O Ellie abriría la puerta <strong>de</strong>l baño para darse su ducha matinal y encontraría a<br />

Gage en la bañera, con el cuerpo lleno <strong>de</strong> bultos y costurones, limpio pero<br />

apestando a tumba.<br />

Oh, sí; ese día llegaría, indudablemente.<br />

—¿Cómo he podido ser tan estúpido? —preguntó hablando solo otra vez, y sin<br />

que le importara—. ¿Cómo…?<br />

« Pena, Louis, no estupi<strong>de</strong>z. Existe una diferencia…, pequeña pero vital. La

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