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Cementerio de animales - Stephen King

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15<br />

Rachel salió a recibirle a la puerta. Louis se quedó con la boca abierta. Ella<br />

llevaba el sujetador <strong>de</strong> tul que tanto le gustaba a él, unas braguitas<br />

semitransparentes y nada más.<br />

—Estás fenomenal —dijo él—. ¿Y los niños?<br />

—Se los llevó Missy Dandridge. Estamos libres hasta las ocho y media.<br />

Tenemos dos horas y media. No perdamos el tiempo.<br />

Ella le abrazó. Louis notó un leve perfume. ¿Esencia <strong>de</strong> rosas? La ro<strong>de</strong>ó con<br />

sus brazos, primero por el talle, luego <strong>de</strong>slizó una mano hacia las nalgas, mientras<br />

la lengua <strong>de</strong> ella danzaba ligeramente sobre sus labios y penetraba en su boca,<br />

explorando.<br />

Cuando, por fin, se <strong>de</strong>shizo el beso, él preguntó con la voz un poco ronca:<br />

—¿Tú eres la cena?<br />

—El postre. —Ella empezó a mover lentamente el vientre, apretándose<br />

contra él—. Pero te prometo que no vas a tener que comer nada que no te guste.<br />

Él trató <strong>de</strong> sujetarla, pero ella se escabulló y le tomó una mano.<br />

—Sube —dijo.<br />

Le preparó un baño caliente, le <strong>de</strong>snudó <strong>de</strong>spacio y le empujó hacia el agua.<br />

Luego, se puso el guante <strong>de</strong> toalla que estaba colgado <strong>de</strong> la ducha, y que casi<br />

nunca usaba, le enjabonó y le aclaró. Él sentía relajarse la tensión <strong>de</strong> aquel día:<br />

aquel horrible primer día. Rachel se había mojado y las bragas se le pegaban al<br />

cuerpo como una segunda piel.<br />

Louis fue a salir <strong>de</strong> la bañera, pero ella le sujetó.<br />

—¿Qué…?<br />

Entonces, el guante le asió suavemente…, suavemente, pero con una fricción<br />

casi insoportable, con un lento vaivén.<br />

—Rachel… —Él estaba sudando y no era sólo por el calor <strong>de</strong>l baño.<br />

—Ssssh.<br />

Aquello parecía durar una eternidad. Cuando él estaba a punto, el guante casi<br />

se <strong>de</strong>tenía. Pero no <strong>de</strong>l todo, sino que oprimía, soltaba y volvía a oprimir, hasta<br />

que él se corrió con tal violencia que le zumbaron los oídos.<br />

—¡Dios mío! —murmuró cuando pudo hablar—. ¿Dón<strong>de</strong> has aprendido a<br />

hacer eso?<br />

—En las « girl-scouts» —dijo ella, muy seria.<br />

Rachel había preparado un stroganoff que estuvo cociendo a fuego lento durante<br />

el episodio <strong>de</strong>l baño, y Louis, que a las cuatro <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> habría jurado que no

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