03.06.2019 Views

Cementerio de animales - Stephen King

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—¿Gage? —Jud consiguió por fin ponerse en pie. Por el rabillo <strong>de</strong>l ojo, vio el<br />

cilindro <strong>de</strong> ceniza <strong>de</strong>l cigarrillo en el cenicero <strong>de</strong> latón—. Gage, ¿eres tú…?<br />

Sonó un maullido espeluznante y a Jud le pareció que los huesos se le<br />

convertían en hielo. Aquello no era el hijo <strong>de</strong> Louis que regresaba <strong>de</strong> la tumba<br />

sino un repulsivo <strong>de</strong>monio…<br />

No; tampoco.<br />

Era Church que estaba agazapado en la puerta <strong>de</strong>l pasillo. Los ojos <strong>de</strong>l gato<br />

relucían como dos bombillas sucias. Luego, Jud volvió la mirada hacia el otro<br />

lado y distinguió la figura que había entrado con el gato.<br />

Jud empezó a retroce<strong>de</strong>r, tratando <strong>de</strong> coordinar i<strong>de</strong>as, tratando <strong>de</strong> seguir<br />

razonando, a pesar <strong>de</strong> aquel olor. Y qué frío hacía ahora. Aquello había traído el<br />

frío consigo.<br />

Jud se tambaleó —el gato se le enredaba entre las piernas haciéndole vacilar.<br />

Estaba ronroneando—. Jud lo apartó <strong>de</strong> un puntapié. El animal le enseñó los<br />

dientes y lanzó un bufido.<br />

« ¡Piensa, piensa, viejo estúpido! Tal vez aún no sea tar<strong>de</strong>… Tal vez no sea<br />

tar<strong>de</strong>, a pesar <strong>de</strong> todo… ha vuelto, pero pue<strong>de</strong> morir otra vez… Si tú pudieras… si<br />

pudieras pensar…» .<br />

Retrocedía hacia la cocina, y entonces recordó el cajón <strong>de</strong> utensilios que<br />

había al lado <strong>de</strong>l frega<strong>de</strong>ro. Guardaba una media luna en aquel cajón.<br />

Sus <strong>de</strong>lgados tobillos tropezaron con la puerta oscilante <strong>de</strong> la cocina. Jud la<br />

abrió. La cosa que había entrado en la casa seguía escondida entre las sombras,<br />

pero Jud la oía respirar. Y veía oscilar una mano blanca: había algo en aquella<br />

mano, pero él no distinguía el qué. La puerta volvió a cerrarse cuando él entró en<br />

la cocina y, por fin, Jud se volvió <strong>de</strong> espaldas a ella y corrió hacia el cajón <strong>de</strong><br />

utensilios. Lo abrió y su mano encontró el gastado mango <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> la media<br />

luna. Lo asió con fuerza y se volvió hacia la puerta, y hasta dio unos pasos hacia<br />

ella. Había recobrado parte <strong>de</strong> su valor.<br />

« Recuerda que no es un niño. Pue<strong>de</strong> que grite o intente algún truco cuando<br />

vea que le has <strong>de</strong>scubierto, y hasta llore. Pero tú no te <strong>de</strong>jes engañar. Bastantes<br />

veces te han engañado y a, viejo. Es tu última oportunidad» .<br />

La puerta oscilante volvió a abrirse, pero <strong>de</strong> momento sólo entró el gato. Jud<br />

lo miró y enseguida volvió a levantar la vista.<br />

La cocina estaba orientada al este y por las ventanas entraba la primera luz<br />

<strong>de</strong>l amanecer, débil y grisácea. No era mucha, pero suficiente. Demasiada.<br />

Entró Gage Creed, con el traje <strong>de</strong>l entierro. Tenía musgo en las solapas y los<br />

hombros y en la pechera <strong>de</strong> la camisa. Su pelo rubio tenía costras <strong>de</strong> barro. Tenía<br />

un ojo vuelto hacia la pared con terrible concentración. El otro estaba fijo en Jud.<br />

Gage le sonreía ampliamente.<br />

—Hola, Jud —dijo Gage con una voz fina e infantil, pero perfectamente<br />

inteligible—. He venido a mandar al infierno tu cochina alma. Una vez me

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!