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Cementerio de animales - Stephen King

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ti… Las razones te las inventas…, se te antojan lo bastante buenas… Lo haces<br />

porque quieres…, pero sobre todo porque ese cementerio es un lugar secreto… Y<br />

tú quieres compartir con alguien ese secreto…» .<br />

No; no podía reprocharle nada a Jud. Él fue por su propia voluntad, y no podía<br />

echarle la culpa a Jud.<br />

Cerró el grifo y empezó a secarse. De pronto, la toalla se inmovilizó y él se<br />

quedó con la mirada fija en el trozo <strong>de</strong> noche enmarcado en la ventana situada<br />

encima <strong>de</strong>l frega<strong>de</strong>ro.<br />

« Entonces, ¿se ha apo<strong>de</strong>rado también <strong>de</strong> mí ese lugar? ¿También es mío<br />

ahora?» .<br />

« No, si y o no lo consiento» .<br />

Colgó la toalla y subió a su habitación.<br />

Rachel estaba en la cama, con el edredón hasta la barbilla y Gage a su lado, bien<br />

arropado. Ella miró a Louis con aire contrito.<br />

—¿Te molesta, cariño? Sólo por esta noche. Estaré más tranquila si lo tengo a<br />

mi lado. Está ardiendo.<br />

—De acuerdo —dijo Louis—. No te preocupes. Dormiré abajo, en el sofácama.<br />

—¿De verdad no te importa?<br />

—No; a Gage no le hará ningún daño, y si tú estás más tranquila… —Hizo<br />

una pausa y sonrió—. Pero te contagiará el virus, eso casi puedo garantizarlo,<br />

aunque no creo que sirva <strong>de</strong> algo.<br />

Ella sonrió a su vez moviendo la cabeza.<br />

—¿Qué le pasaba a Ellie?<br />

—Quería que me llevara a Church <strong>de</strong> su habitación.<br />

—¿Ellie quería que te llevaras a Church? Ésa sí que es buena.<br />

—Sí —convino Louis, y añadió—: Dice que huele mal, y, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, el<br />

bicho está fragante. Se habrá revolcado en algún montón <strong>de</strong> estiércol.<br />

—Qué lástima —dijo Rachel, poniéndose <strong>de</strong> lado—. Yo diría que Ellie echaba<br />

<strong>de</strong> menos a Church casi tanto como a ti.<br />

—Humm-humm. —Louis la besó suavemente en los labios—. Que duermas<br />

bien, Rachel.<br />

—Te quiero, Lou. Me alegro <strong>de</strong> estar otra vez en casa. Y siento que tengas<br />

que dormir en el sofá. Daremos una pequeña fiestecita mañana por la noche, ¿sí?<br />

—Encantado —dijo Louis apagando la luz.<br />

Louis quitó los almohadones <strong>de</strong>l sofá, extendió el somier y trató <strong>de</strong> hacerse a la<br />

i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> tener toda la noche el travesaño <strong>de</strong> hierro clavado en los riñones a través

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