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Cementerio de animales - Stephen King

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Las dos semanas siguientes fueron <strong>de</strong> mucho ajetreo para la familia. Ante<br />

Louis empezaban a perfilarse las funciones <strong>de</strong> su nuevo cargo (pero cuando<br />

convergieran en el campus diez mil estudiantes, entre los que habría cantidad <strong>de</strong><br />

drogadictos y alcohólicos, inadaptados, <strong>de</strong>presivos, un buen puñado <strong>de</strong> anoréxicos<br />

—la may oría, chicas— y algunos, con nostalgia <strong>de</strong>l hogar paterno <strong>de</strong>l que<br />

habrían salido ahora por primera vez en su vida…, entonces su trabajo tomaría<br />

otro cariz). Y, mientras Louis se familiarizaba con su labor <strong>de</strong> jefe <strong>de</strong> los<br />

Servicios Médicos <strong>de</strong> la Universidad, Rachel hacía lo propio con su nueva<br />

vivienda. Y, entretanto, ocurrió algo que Louis <strong>de</strong>seaba fervorosamente: ella se<br />

enamoró <strong>de</strong> la casa.<br />

Gage andaba muy atareado sufriendo los coscorrones y batacazos que<br />

comportaba el acostumbrarse al nuevo entorno y, durante algún tiempo, su<br />

reposo nocturno sufrió un grave trastorno, pero hacia mediados <strong>de</strong> la segunda<br />

semana y a volvía a dormir toda la noche <strong>de</strong> un tirón. Únicamente Ellie, que veía<br />

acercarse el día en que tendría que empezar a ir al nuevo parvulario, parecía<br />

estar siempre sobreexcitada y en ascuas. A la menor nimiedad, le entraba la<br />

risita loca, o una <strong>de</strong>presión menopáusica, o agarraba unas rabietas<br />

impresionantes. Rachel <strong>de</strong>cía que la niña superaría aquel nerviosismo tan pronto<br />

como <strong>de</strong>scubriera que la escuela no era el coco que ella imaginaba, y Louis<br />

estaba <strong>de</strong> acuerdo con Rachel. Casi siempre, Ellie seguía siendo lo que siempre<br />

había sido: un encanto <strong>de</strong> criatura.<br />

La cerveza nocturna en casa <strong>de</strong> Crandall se había convertido en un hábito<br />

para Louis. Cuando Gage empezó a dormir bien otra vez, Louis tomó la<br />

costumbre <strong>de</strong> llevar su propia caja <strong>de</strong> seis latas a casa <strong>de</strong> su vecino cada dos o<br />

tres noches. Conoció a Norma Crandall, una mujer muy agradable que sufría<br />

artritis reumática, esa pesadilla que amarga la existencia <strong>de</strong> tantos hombres y<br />

mujeres <strong>de</strong> edad avanzada que, por lo <strong>de</strong>más, están sanos; pero se mantenía<br />

animosa. No se rendía al dolor; nada <strong>de</strong> ban<strong>de</strong>ras blancas. A ver si podía con ella.<br />

Louis calculó que le quedaban entre cinco y siete años soportables.<br />

Actuando contra su costumbre, Louis la examinó por propia iniciativa, repasó<br />

las recetas extendidas por el médico que la trataba y comprobó que no había<br />

nada que objetar. Se sentía un poco <strong>de</strong>cepcionado por no po<strong>de</strong>r proponer alguna<br />

sugerencia, pero el doctor Weybridge llevaba bien el caso, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> lo que<br />

cabía, salvo complicaciones, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego. Las cosas hay que tomarlas como<br />

vienen, o acabas encerrado en un cuartito escribiendo cartas a la familia con un<br />

lápiz.<br />

Rachel la apreciaba, y las dos mujeres sellaron su amistad intercambiando

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