03.04.2013 Views

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n <strong>VI</strong> | NOVELA<br />

exterminar, y ataca sin mirar a su alre<strong>de</strong>dor; no conoce los hombres y acepta con la mayor<br />

candi<strong>de</strong>z que la tiranía <strong>de</strong>saparece con Lilís. Y como él tantos otros, que se dicen intelectuales,<br />

porque poseen título académico, o son lectores <strong>de</strong> novelas, o empollan <strong>de</strong> año en año un<br />

articulejo, o hacen frases y chistes más o menos ingeniosos en los corrillos. Sí, <strong>de</strong> pipiripao,<br />

nunca supieron el dolor que cuesta alumbrar una i<strong>de</strong>a. Para ellos, no es por cierto el consejo<br />

virgiliano: cuida el árbol para que tus nietos recojan los frutos.<br />

Con la perspicacia <strong>de</strong> los ojos que vuelven a ver, y que por tanto pue<strong>de</strong>n aislar seres<br />

y cosas, observándolos por los cuatro lados, Arturo registra ayer y hoy en busca <strong>de</strong> un<br />

hilo para guiarse mañana. La tiranía <strong>de</strong> Heureaux, se dice, no ha sido adventicia, como<br />

Antonio y muchos piensan. No. Los veintidós años <strong>de</strong> dominación haitiana disgregaron<br />

las castas coloniales y fueron los restos <strong>de</strong> éstas los que dieron mol<strong>de</strong> a las dos facciones<br />

contendientes en la Primera República. Caudillos y huestes concordaban; las pasiones eran<br />

sinceras, comunes; <strong>de</strong> ahí el fervor, la abnegación y la implacable saña <strong>de</strong> sus bregas. En<br />

Santana predomina el instinto, en báez el intelecto; pero ambos llegan a su hora. Con la<br />

levadura <strong>de</strong> los restauradores triunfantes <strong>de</strong> España, adviene un factor nuevo. Los hombres<br />

tienen prisa <strong>de</strong> gozar; la disciplina social <strong>de</strong>saparece; las clases se mezclan; el peculado<br />

asoma. El baecismo sobreviviente, impera con más vigor que antes frente a los azules,<br />

quienes, por sentimentales, no se concilian en una sola aspiración bajo un jefe único, y a la<br />

postre, contagian al adversario. Fragmentados ambos, rotos los ídolos, se inicia la era <strong>de</strong><br />

los caudillejos ignorantes, sanguinarios; las regiones se imponen, las figuras efímeras se<br />

suce<strong>de</strong>n en Palacio, y en tal ambiente <strong>de</strong> asonadas, fusilamientos y asesinatos, se <strong>de</strong>stacan<br />

un austero i<strong>de</strong>ólogo, una mente patricia caída en la dictadura y un poeta epicúreo, hasta<br />

que la anarquía engendra a Heureaux, cuya voluntad suma todas las ajenas dispersas, y<br />

cercenando cabezas, estudiando los hombres y sus flaquezas, mete al país en el puño <strong>de</strong><br />

su diestra manca. Pero como a su sombra maléfica no ha creado ni una oligarquía vigorosa<br />

ni una conciencia nacional, tornamos a las andadas, a los pronunciamientos, a los golpes<br />

<strong>de</strong> Estado, a los gobiernos estériles. La exaltación revolucionaria presumió sin género <strong>de</strong><br />

duda, que basta vitorear la libertad para alcanzarla, y encumbrará un civil, un hombre <strong>de</strong><br />

levita, o un novel general enamorado <strong>de</strong> las doctrinas <strong>de</strong> Hostos, que no compren<strong>de</strong>, y las<br />

mismas manos lo <strong>de</strong>rribarán al día siguiente.<br />

¿En dón<strong>de</strong> el corazón que nos nutra con su sangre generosa? ¿En cuál cerebro anida el<br />

pensamiento mentor? ¿Los viejos? Uno, dos, tal vez cuatro; pero no, encastillados en sus<br />

virtu<strong>de</strong>s, satisfechos <strong>de</strong> lo que han sido, inexorables en el juicio, permanecerán aislados,<br />

respetados, no queridos, temidos más bien; son <strong>de</strong>masiado honrados para algunos, troncos<br />

sin savia para otros. Como el griego, apurarían la cicuta sin temblar; mas no sabrían encontrar<br />

el ritmo <strong>de</strong> la vida en la cabellera <strong>de</strong>l discípulo juvenil. Y sin embargo, la ocasión es <strong>de</strong><br />

perlas. ¡Quién se atreviera!<br />

El diablillo <strong>de</strong>l orgullo le tienta. La empresa es hermosa. Expulsar <strong>de</strong> sí al sibarita que se<br />

place en la lectura <strong>de</strong> libros bien impresos, en la hembra entre encajes y perfumes, en la mesa<br />

rica, en el vino añejo, en la cama mullida, en la obra <strong>de</strong> arte; bajar <strong>de</strong> la torre <strong>de</strong> marfil a la<br />

arena, ser un hombre como los otros; amar, odiar, dar y recibir golpes; atisbar en las almas,<br />

<strong>de</strong>cir la palabra que alienta, redime, consuela o fulmina; sacrificarse por una i<strong>de</strong>a, vencer,<br />

triunfar. El laurel... ¡pero qué va!; los capitaleños se reirían <strong>de</strong> él, aquí no será profeta uno<br />

a quien han visto en mamelucos volando chichiguas. No, <strong>de</strong> los campos cultivados vendrá el<br />

varón fuerte, que tenga, como quería el florentino, <strong>de</strong> la raposa y <strong>de</strong>l león...<br />

100

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!