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Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n <strong>VI</strong> | NOVELA<br />

Con la <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong> badillo los alzados indios quedaron provistos <strong>de</strong> muchas armas y buen<br />

número <strong>de</strong> caballos, que Enrique puso a buen recaudo: los jinetes <strong>de</strong>l bahoruco discurrieron<br />

durante muchos días como señores por las llanuras inmediatas. Entretanto el nombre <strong>de</strong> Enriquillo<br />

resonaba <strong>de</strong> boca en boca, enaltecido por esta segunda e importante victoria. Las autorida<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> la capital recibieron con gran sorpresa tan estupenda noticia. Ya los padres jerónimos<br />

habían regresado a España, y la Audiencia gobernaba con los oficiales reales. Or<strong>de</strong>naron una<br />

leva general en todos los pueblos <strong>de</strong> la isla, señalando a cada uno su contingente para embestir<br />

a los rebel<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l bahoruco por varios puntos a la vez, y apagar en sangre su rebelión.<br />

Hacíanse estos aprestos cuando llegó <strong>de</strong> España el Almirante Don Diego Colón, y pocos<br />

días <strong>de</strong>spués Las Casas, que iba para Tierra Firme, a hacer su ensayo <strong>de</strong> colonización<br />

pacífica en la costa <strong>de</strong> Cumaná. Opusiéronle las autorida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la Española, como solían,<br />

cuantos obstáculos pudieron para estorbar sus piadosos proyectos; y para <strong>de</strong>senredarse <strong>de</strong><br />

los ardi<strong>de</strong>s y malévolos reparos que le suscitaban, el buen sacerdote se resolvió a pactar con<br />

los jueces y oficiales prevaricadores, ofreciéndoles cuotas y ventajas en su empresa; con lo<br />

que consiguió salir al fin bien <strong>de</strong>spachado <strong>de</strong> Santo Domingo; y a esto llama donosamente<br />

el ilustre filántropo comprar el Evangelio, ya que no se lo querían dar <strong>de</strong> bal<strong>de</strong>. 148<br />

A su llegada a la Española supo con gran pesadumbre el alzamiento <strong>de</strong> Enriquillo y sus<br />

causas, según se lo narró todo Camacho, que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong> badillo se había ido<br />

a la capital, por hallarse mal visto en San juan. Poco <strong>de</strong>spués llegó también a Santo Domingo<br />

Andrés <strong>de</strong> Valenzuela, a quien el Almirante hizo reducir a prisión y formarle proceso a<br />

causa <strong>de</strong> su conducta tiránica, que había sido la causa <strong>de</strong> aquel gran trastorno en la isla. El<br />

pío Las Casas consiguió superar el enojo y la aversión que le inspiraba la maldad <strong>de</strong> aquel<br />

miserable, en gracia <strong>de</strong> los méritos <strong>de</strong> su honrado progenitor, y fue a verle en la cárcel,<br />

con el fin <strong>de</strong> hacerle aprovechar la lección que le daba la fortuna, y tratar <strong>de</strong> convertirlo<br />

a mejores sentimientos. No halló, con sorpresa suya, a aquel Valenzuela, cuya arrogante<br />

apostura daba a enten<strong>de</strong>r <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego la soberbia <strong>de</strong> su alma; sino a un hombre enfermo,<br />

abatido, que humil<strong>de</strong>mente se postró a los pies <strong>de</strong>l digno sacerdote, y con lágrimas <strong>de</strong> dolor<br />

y arrepentimiento bendijo la caridad que le impulsara a llegarse hasta él, en su merecida<br />

<strong>de</strong>sgracia y en aquel sitio. El generoso varón sintió conmoverse sus entrañas al aspecto <strong>de</strong><br />

aquella contrición inesperada, y consoló a Valenzuela cuanto pudo, confortando su ánimo,<br />

convidándole con la misericordia divina en el tribunal <strong>de</strong> la penitencia, y ofreciéndole todo<br />

su valimiento para con el Almirante y las <strong>de</strong>más autorida<strong>de</strong>s.<br />

El joven le refirió una por una todas las circunstancias <strong>de</strong> su <strong>de</strong>rrota en Bahoruco; su<br />

vergüenza y humillación al verse vencido y perdonado por Enriquillo, a quien se había acostumbrado<br />

malamente a mirar con más <strong>de</strong>sprecio que al estiércol <strong>de</strong> los campos; 149 la impresión<br />

<strong>de</strong> horror que <strong>de</strong>spués le causara el espectáculo <strong>de</strong> Mojica pendiente <strong>de</strong> la horca, y la crueldad<br />

<strong>de</strong> Tamayo, contrastando con la clemencia y generosidad <strong>de</strong> Enrique; y su convencimiento <strong>de</strong><br />

que todo aquello, y más que nada los severos consejos y amonestaciones <strong>de</strong> Tamayo, en tan<br />

tremenda ocasión, eran una advertencia y llamamiento que le hacía el cielo, para apartarlo<br />

<strong>de</strong> la vía <strong>de</strong> maldad y eterna perdición en que vivía empeñado; y por último, el efecto que le<br />

hizo en Careybana el obsequioso papel <strong>de</strong> Enriquillo remitiéndole a azucena como presente,<br />

e insinuándole que cumpliera la promesa matrimonial a Doña Elvira; todos esos movimientos<br />

<strong>de</strong> su alma en tan pocas horas la habían <strong>de</strong>vuelto a la divina gracia, arrepintiéndose muy<br />

148 Concepto <strong>de</strong> Las Casas, textual.<br />

149 Conceptos <strong>de</strong> Las Casas narrando estos sucesos.<br />

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