03.04.2013 Views

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

MANUEL DE j. GALVÁN | ENRIQUILLO<br />

—Creo que no –replicó Mojica–, lo esencial ya está hecho… Sin embargo, me ocurre<br />

que una serenata esta noche ante el balcón <strong>de</strong> vuestra prometida, sería cosa <strong>de</strong> lucimiento<br />

y gusto.<br />

—Pues al avío, buen Mojica –dijo Don Diego–, disponed lo concerniente al efecto, y no<br />

reparéis en gastos.<br />

—Nos vendría bien –repuso el maligno confi<strong>de</strong>nte, por cuyo cerebro acababa <strong>de</strong> cruzar<br />

una <strong>de</strong> sus diabólicas i<strong>de</strong>as–, nos vendría muy bien que Enriquillo me acompañara tocando<br />

la vihuela. Los dos sabemos concertar en ese instrumento <strong>de</strong> un modo que no hay zambra<br />

morisca que cause más placer.<br />

—¡Pues vendrá Enriquillo, hombre <strong>de</strong> Dios! –dijo el impetuoso Velázquez. Y al punto<br />

mandó un servidor al convento a buscar a su ahijado.<br />

En aquel mismo instante le entregaron una carta sellada con las armas <strong>de</strong>l Almirante: la<br />

abrió y se la hizo leer por Mojica, para quien no tenía secretos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que lo veía tan adicto<br />

a sus intereses.<br />

La carta sólo contenía estas líneas:<br />

“Amigo y señor Diego Velázquez, esta noche a las ocho os aguardaré en esta Fortaleza,<br />

para tratar asuntos <strong>de</strong> gran<strong>de</strong> interés.<br />

“Vuestro muy fiel amigo.<br />

El almirante”.<br />

—Ya lo veis, Mojica –observó Velázquez–, no sé a qué hora saldré <strong>de</strong> la Fortaleza, y por<br />

tanto, esa serenata…<br />

—A la hora que fuere, señor –contestó Mojica– todo estará dispuesto.<br />

Momentos <strong>de</strong>spués llegó Enriquillo; besó respetuosamente la mano a su padrino, y<br />

saludó con franca sonrisa a Mojica. Este le dijo con el tono <strong>de</strong> voz más meloso que pudo lo<br />

que <strong>de</strong> él se quería, y que se trataba <strong>de</strong> complacer a su padrino y protector.<br />

El asombro y la más viva pesambre se dibujaron en el rostro <strong>de</strong>l joven –que respondió<br />

con entereza al que le hablaba:<br />

—Que mi padrino me pida toda mi sangre; que me man<strong>de</strong> a arrojar en el mar <strong>de</strong> cabeza;<br />

que me exponga a cualquier peligro; todo lo haré gustoso, por su servicio, o por su simple<br />

<strong>de</strong>seo; pero ir a puntear una vihuela en medio <strong>de</strong> la calle; asistir a fiestas y músicas, cuando<br />

no hace dos meses que murió mi…<br />

—Pues lo haréis, ¡voto a tal! –gritó con voz <strong>de</strong> trueno Velázquez–. ¡Con esas salimos<br />

ahora! Me he <strong>de</strong>svelado, me he esmerado en darte educación, en hacerte un muchacho <strong>de</strong><br />

provecho, y la primera vez que te pido algo te resistes y te niegas a complacerme. ¿Qué<br />

otra ocasión podrías hallar para <strong>de</strong>mostrarme afecto y gratitud? ¿De qué provecho me ha<br />

<strong>de</strong> servir mandar que te arrojes al mar como dices?<br />

El joven quedó confundido y anonadado ante aquella inesperada explosión <strong>de</strong> la cólera<br />

<strong>de</strong> Velázquez. Mojica no podía ocultar su contento, al ver que le había salido tan bien su estratagema.<br />

De un solo golpe hacía per<strong>de</strong>r a Enriquillo la protección y el cariño <strong>de</strong> Velázquez,<br />

y enfrentaba con éste al Licenciado, que no <strong>de</strong>jaría <strong>de</strong> salir a <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r a su hijo adoptivo,<br />

como solía llamar al cacique.<br />

—¡Haced bien –prosiguió Velázquez siempre irritado– para recoger ingratitu<strong>de</strong>s… !<br />

—¡Ah, señor, eso no! –exclamó Enrique, prorrumpiendo en sollozos.<br />

—La ingratitud es el peor <strong>de</strong> los <strong>de</strong>fectos –dijo sentenciosamente Mojica.<br />

569

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!