03.04.2013 Views

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n <strong>VI</strong> | NOVELA<br />

los manglares <strong>de</strong> esa parte <strong>de</strong> sus pintorescas riberas… Des<strong>de</strong> los balcones <strong>de</strong>l viejo palacio<br />

se domina completamente toda la margen oriental <strong>de</strong>l río, la mancha blancuzca <strong>de</strong>l caserío<br />

<strong>de</strong> Pajarito, nota atractiva que se <strong>de</strong>staca en la espesa cortina <strong>de</strong> verdor que forma el fondo<br />

<strong>de</strong>l riente pasaje, y más lejos la ancha cenefa <strong>de</strong> seda azul <strong>de</strong>l mar Caribe rumoroso e inmenso...<br />

El general Vargas, nuevo Capitán General, algo indispuesto, estaba aún acostado,<br />

y Fonso, prometiendo volver al día siguiente para recibir ór<strong>de</strong>nes, entregó los <strong>de</strong>spachos al<br />

oficial superior que estaba <strong>de</strong> servicio esa mañana en la Secretaría… Cumplida su misión, y<br />

guiado siempre por el viejo Pancho, orientóse hacia Santa bárbara en busca <strong>de</strong> una casa <strong>de</strong><br />

hospedaje para cuya dueña traía recomendaciones muy especiales <strong>de</strong>l coronel Virico.<br />

Cuando se <strong>de</strong>spertó eran cerca <strong>de</strong> las cuatro <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>… Por la ventana, entreabierta,<br />

se colaba un rayo <strong>de</strong> sol que arrancaba chispas <strong>de</strong> un crucifijo <strong>de</strong> metal que pendía <strong>de</strong> la<br />

pared frontera y que avivaba el amortiguado brillo <strong>de</strong>l marco dorado <strong>de</strong> un espejo cercano<br />

al lecho… En una jaula rústica arpegiaba un canario <strong>de</strong> un color amarillo pajizo. Un olor<br />

penetrante <strong>de</strong> jazmines y <strong>de</strong> azucenas venía <strong>de</strong>l patio, en uno <strong>de</strong> cuyos ángulos, Regina, la<br />

hija <strong>de</strong> la patrona, una feúcha y <strong>de</strong>sgarbada muchacha <strong>de</strong> diecisiete abriles, cultivaba dos<br />

pequeños arriates consagrando a sus flores todo el cariño que hasta entonces no le había<br />

<strong>de</strong>mandado ningún almibarado mozalbete… Regina era <strong>de</strong>spierta <strong>de</strong> imaginación, <strong>de</strong> cierto<br />

roce social, y reconoció presto en el modo <strong>de</strong> hablar y los modales <strong>de</strong> Fonso, que ciertamente<br />

no se las había con ningún vale, que aquel hombre no era un campuno a pesar <strong>de</strong> lo rústico<br />

y paupérrimo <strong>de</strong> su vestido. bajo aquella tosquísima indumentaria, bajo aquella camisa y<br />

aquel pantalón <strong>de</strong> listado, bajo aquel sombrero <strong>de</strong> yarey, Regina, que no tenía ni un pelo <strong>de</strong><br />

tonta, comprendió, sin tener necesidad <strong>de</strong> aguzar mucho el caletre, que aquel hombre sólo<br />

tenía <strong>de</strong> campesino la ropa que llevaba. A<strong>de</strong>más, a ser un pobre diablo <strong>de</strong>l campo no se lo<br />

hubiera recomendado tanto el coronel Virico, padrino <strong>de</strong> la muchacha. Éste, así como así,<br />

no iba a espetarles como huésped <strong>de</strong> alguna consi<strong>de</strong>ración a un infeliz recuero. Demasiado<br />

sabía él que en la casa sólo se alojaba gente <strong>de</strong> alguna distinción. Doña Tomasa, la dueña <strong>de</strong><br />

la casa, era una vieja muy gruesa, algo sorda, <strong>de</strong> escaso meollo, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> su<br />

marido sólo pensaba en cosas <strong>de</strong> <strong>de</strong>voción y sólo veía por los ojos <strong>de</strong> Regina. Ésta era, pue<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>cirse, el alma, la suprema dirección <strong>de</strong> la posada. Hacía y <strong>de</strong>shacía sin que la madre dijese<br />

oxte ni moxte. Tenía carta blanca para todo. Su único hermano Víctor, robusto mocetón, algo<br />

ligero <strong>de</strong> cascos, se había ido hacía quince o veinte días, junto con dos o tres amigotes <strong>de</strong> su<br />

laya, al campo revolucionario. En la casa no se había vuelto a saber <strong>de</strong> él. Ella creía, pero no<br />

era más que una suposición que andaba por San Cristóbal. La posada era muy frecuentada<br />

por gente que procedía <strong>de</strong>l Este, comerciantes en su mayor parte, y en la actualidad tenían en<br />

ella hospedaje fijo dos empleados españoles <strong>de</strong> alguna edad que sólo venían a las horas <strong>de</strong><br />

comer y <strong>de</strong> dormir… En lo que se reza un credo, habíase enterado Fonso <strong>de</strong> todos estos pormenores.<br />

Había caído en buen terreno. Estaba, pues, en una casa <strong>de</strong> confianza. Tímidamente,<br />

como quien recela algo, pues Fonso venía <strong>de</strong>l campamento <strong>de</strong> Guanuma y recomendado por<br />

un jefe santanista hasta la médula, empezó la muchacha a pedirle noticias <strong>de</strong>l Cibao. Regina<br />

experimentó gran regocijo cuando Fonso, ya sin temer nada, le contó cuanto había ocurrido<br />

hasta la ocupación <strong>de</strong> Santiago, algo <strong>de</strong> lo cual se sabía ya en la casa y eso sólo fragmentariamente<br />

y temiendo que tales sensacionales noticias fueran especies falsas echadas a volar por<br />

los impenitentes propagandistas que pululaban en calles y plazas…<br />

Caía la tar<strong>de</strong> cuando Fonso, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> vestirse con la muda que traía <strong>de</strong> repuesto echóse<br />

a vagar por las calles silenciosas <strong>de</strong> la tranquila urbe capitaleña. En el confín occiduo, ponía<br />

904

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!