03.04.2013 Views

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

MANUEL DE j. GALVÁN | ENRIQUILLO<br />

—¿Tan mudada estoy? –repuso riendo abiertamente Mencía–; como pariente mío, <strong>de</strong>bes<br />

<strong>de</strong>cirme si es que me hallas más fea que antes.<br />

—¡Oh, no, Mencía! –dijo con viveza el joven, ya repuesto <strong>de</strong> su primera turbación–. Os<br />

hallo, al contrario muy hermosa; extraordinariamente hermosa...; no parecéis una mortal.<br />

—Pues ya verás que como y bebo lo mismo que cuando era una chiquilla, que me gustan<br />

como entonces las flores y los pájaros… ¿Hay muchas flores en la Maguana?<br />

—Las sabanas, los montes y las riberas <strong>de</strong> los ríos –contestó con satisfacción Enrique–,<br />

están siempre cubiertos <strong>de</strong> flores, y como preparados para una gran fiesta.<br />

—¡Cuánto me alegro! –exclamó la candorosa joven–. Ya <strong>de</strong>seo conocer todo eso.<br />

La Virreina oyó esta última parte <strong>de</strong> la conversación, y dijo con voz cariñosa a Mencía:<br />

—¿Tan pronto te olvidas <strong>de</strong> que anoche nada menos me hablabas <strong>de</strong> tu pena por haber<br />

<strong>de</strong> separarte <strong>de</strong> mí? ¡Ingrata!<br />

—¡Ah!, señora –replicó vivamente la joven–, vos misma me habéis convencido <strong>de</strong> que<br />

<strong>de</strong>bía resignarme a esa separación, y que mi <strong>de</strong>ber era seguir contenta a...<br />

En este punto vaciló Mencía, visiblemente cortada, y calló <strong>de</strong>jando sin terminar su frase.<br />

—A tu esposo –concluyó la Virreina–. Yo <strong>de</strong>jé mi patria y mi familia por seguir al mío;<br />

y hoy me hallo separada <strong>de</strong> él, no por mi gusto ciertamente, sino porque Dios así lo quiere.<br />

Y la noble señora suspiró apesadumbrada al <strong>de</strong>cir estas palabras.<br />

—¡Maldito sea el que es causa <strong>de</strong> que se <strong>de</strong>suna lo que Dios unió! –dijo el buen Don<br />

Francisco <strong>de</strong> Valenzuela con acento iracundo.<br />

—¡Ese Alburquerque! ¡Ese Pasamonte! ¡Ese...! –exclamó con <strong>de</strong>specho Doña María–;<br />

pero <strong>de</strong>jemos <strong>de</strong> recordar cosas <strong>de</strong>sagradables, y tratemos <strong>de</strong> lo que concierne al enlace <strong>de</strong><br />

nuestros ahijados.<br />

—Creo –replicó Valenzuela–, que mientras más pronto, mejor, siguiendo el parecer <strong>de</strong>l Padre<br />

Las Casas; y a esto sólo hemos venido, según tuve el honor <strong>de</strong> anunciároslo por escrito.<br />

—¡Por escrito! –repitió como un eco, y con aire <strong>de</strong> sorpresa, la Virreina.<br />

—Sí, señora, ¡qué! ¿No llegaría mi carta a vuestras manos?<br />

—Absolutamente, Don Francisco: sin embargo, yo opiné <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego como el señor<br />

Las Casas, y veo que ni él ni yo nos equivocamos al contar con que vos seríais <strong>de</strong> nuestro<br />

mismo parecer, y vendríais sin tardanza con Enriquillo a realizar el matrimonio… Pero esa<br />

carta vuestra ¿dón<strong>de</strong> iría a parar?<br />

—Creí la ocasión completamente segura –dijo Valenzuela–. Era un correo <strong>de</strong>l alcal<strong>de</strong> mayor<br />

badillo, que enviaba unos procesos a los señores jueces <strong>de</strong> apelaciones, hará como veinte días.<br />

—Se per<strong>de</strong>ría en el camino, o se confundiría con todos aquellos papelotes. En fin –añadió<br />

la Virreina–, sea como fuere, ya veis que os esperábamos; poco importa aquel anuncio<br />

extraviado.<br />

—Yo os beso los pies, señora, por vuestra indulgencia –repuso Valenzuela–; pero no<br />

<strong>de</strong>jo <strong>de</strong> sentir la pérdida <strong>de</strong> esa carta, con la que llenaba yo un <strong>de</strong>ber sagrado <strong>de</strong> respeto y<br />

cortesía para con vos.<br />

—Será bien que mañana, al mediodía –volvió a <strong>de</strong>cir la Virreina–, vengáis a esta casa con<br />

objeto <strong>de</strong> que nos pongamos <strong>de</strong> acuerdo con el A<strong>de</strong>lantado, sobre el señalamiento <strong>de</strong> día, y<br />

<strong>de</strong>más pormenores <strong>de</strong> esta boda. El, con sus achaques, no se <strong>de</strong>ja ver fácilmente <strong>de</strong> noche; y<br />

como para mí representa la autoridad <strong>de</strong> mi marido, nada quiero hacer sin su beneplácito.<br />

—Haré cuanto vos dispusiereis, señora –respondió Valenzuela inclinándose.<br />

Y a poco se <strong>de</strong>spidieron él y Enriquillo, regresando a su alojamiento.<br />

627

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!