03.04.2013 Views

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n <strong>VI</strong> | NOVELA<br />

—Aquí tiene uste<strong>de</strong>s la prueba, el don Postumio está compuesto con el cabecilla <strong>de</strong> la<br />

revolución –dijo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberla leído mostrándola al General en jefe y a otros <strong>de</strong> los<br />

oficiales.<br />

Cada cual pensó <strong>de</strong>l pobre don Postumio lo que quiso; y al hablarse <strong>de</strong> los individuos,<br />

a quienes era necesario pren<strong>de</strong>r, tanto en baní como en Azua, el pariente <strong>de</strong>l Ministro <strong>de</strong> la<br />

Guerra afirmó con mucha severidad:<br />

—En esta vez no <strong>de</strong>be haber contemplaciones. Ya han abusado mucho; hay que castigar<br />

con mano fuerte para escarmentar a esos vagabundos. Y nadie <strong>de</strong>be escaparse; al ladrón<br />

como ladrón, al asesino como asesino: la justicia <strong>de</strong>be ser igual para todos.<br />

—Sí, eso es lo que se <strong>de</strong>bió hacer siempre, y lo que <strong>de</strong>be hacerse ahora –repuso uno <strong>de</strong><br />

los oficiales que tenía muchos méritos contraídos en la causa <strong>de</strong>l Gobierno, y añadió: –Ahí<br />

está, ese bellaco <strong>de</strong> Felipe Ozán, sobrino <strong>de</strong> esa misma Can<strong>de</strong>laria, con quien es necesario<br />

hacer un ejemplar”.<br />

—No, no, mi amigo, a ese hay que respetarlo, entiéndalo usted. Nos ha hecho favores a<br />

mi familia y a mí, que no se olvidan nunca –interrumpió el pariente <strong>de</strong>l Ministro.<br />

—¡Ajá!… pues yo le <strong>de</strong>bo también favores al general Pío, y no permitiré que se le toque<br />

–repuso el oficial.<br />

—¡Al general Pío! ¿a ese arbitrario, vagabundo, que pudo salir garante por mi hermano, en<br />

la revolución <strong>de</strong>l año pasado, para evitarle la cárcel, y se negó rotundamente? ¡No hombre!…<br />

Y el intransigente amigo <strong>de</strong> los Ozanes, rechazó, con ese personalísimo argumento, la<br />

i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> su contrincante; otros terciaron en la discusión, y hubo quien trajera a relucir la ley<br />

<strong>de</strong>l embudo; pero el pariente <strong>de</strong>l Ministro se mantuvo en la injusta pretensión <strong>de</strong> que sólo<br />

sus protectores <strong>de</strong>bían exceptuarse.<br />

III<br />

La tía <strong>de</strong> Felipe estaba lo más satisfecha; sus planes no podían ir mejor. ¡Cuántos <strong>de</strong> los<br />

que habían sido atropellados por los revolucionarios, al ver lo que pasaba, renegaron <strong>de</strong><br />

la política!… El pariente <strong>de</strong>l Ministro <strong>de</strong> Guerra se había <strong>de</strong>smontado en su casa, con dos<br />

o tres más; ella los recibió con una mesa abastecida <strong>de</strong> viandas y licores, y con los halagos<br />

<strong>de</strong> su melosa hipocresía. Bien pronto otros oficiales y jefes la honraban con su amistad. Se<br />

diría <strong>de</strong> los hombres, que a los unos se les conquista por el estómago, y a los que no tienen<br />

hambre, por medio <strong>de</strong> la adulación.<br />

Mientras tanto, don Postumio, que llegaba <strong>de</strong> la visita hecha al General en jefe, se tiraba<br />

triste y pensativo en una <strong>de</strong> las sillas <strong>de</strong> la Comandancia, oyendo el alegre ruido <strong>de</strong> las risas<br />

y las palabras que animaban la comida con que Can<strong>de</strong>laria, aduladora y astuta a<strong>de</strong>más,<br />

obsequiaba a los nuevos huéspe<strong>de</strong>s.<br />

Las familias que se habían ido al campo, volvían a sus hogares. Engracia llegó <strong>de</strong> La<br />

Montería esa misma tar<strong>de</strong>. Antoñita no había salido <strong>de</strong>l pueblo; ella supo a tiempo que<br />

Enrique estaba escondido en casa <strong>de</strong>l cura, junto con Eugenio, el otro joven <strong>de</strong> la Capital,<br />

que había sido su salvador en el peligrosísimo instante en que su secreto iba a ser <strong>de</strong>scubierto<br />

por Engracia, y eso le bastó para inventar escusas y pretextos que la sostuvieran<br />

en la casa.<br />

Don Postumio se mantuvo en la Comandancia, hasta por la tar<strong>de</strong> que recibió un oficio<br />

<strong>de</strong>l General en jefe en que le trasmitía una or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Ministro <strong>de</strong> Guerra para que se sirviera<br />

pasar inmediatamente a Santo Domingo.<br />

248

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!