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Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n <strong>VI</strong> | NOVELA<br />

—¡Ah! ¿me voy a parecer a esas mujeres que sólo guardan la fi<strong>de</strong>lidad en el cuerpo, que<br />

ofen<strong>de</strong>n a sus maridos con el pensamiento y con el corazón manteniendo en el alma criminal<br />

amor por otro hombre? No, yo no quiero que llegue el caso en que una circunstancia me haga<br />

bajar los ojos; asustarme <strong>de</strong> mí misma; sentirme sonrojada al confesarme en mi interior, ni<br />

sonrojar tampoco, aunque lo sepa, al compañero <strong>de</strong> mi vida. Yo quiero ser una esposa pura,<br />

limpia <strong>de</strong> toda mancha en el fondo <strong>de</strong> mi conciencia.<br />

—¡Señores, el almuerzo! ¡Vengan a tomar el chocolate! –gritó Aurelia que hacía poco<br />

había llegado <strong>de</strong> la calle con Alicia, interrumpiendo la conversación <strong>de</strong> las dos heroínas.<br />

Y cuando Engracia, levantándose <strong>de</strong> la silla, murmuraba algunas palabras razonables,<br />

aconsejando la pru<strong>de</strong>ncia a su amiga, se oyó otra vez la voz <strong>de</strong> Aurelia, que ya en el aposento<br />

repetía:<br />

—¡Señores el almuerzo! ¡el almuerzo! ¿no han oído uste<strong>de</strong>s?<br />

IV<br />

Una hora <strong>de</strong>spués volvió Antoñita a reanudar la conversación sobre el grave asunto<br />

que la ocupaba, y así, durante el día, tuvo sus <strong>de</strong>sahogos y recibió sus consuelos; pero la<br />

pobre Engracia, tan comedida y tan conforme como era, nunca hizo mención <strong>de</strong> sus penas.<br />

Solamente en una vez en que aludía a Eugenio (se entien<strong>de</strong>) siempre en la creencia <strong>de</strong> que<br />

por él era que su amiga sentía ese amor, exclamó:<br />

—¡Dios mío! ¿para qué se le ocurriría a Enrique traer a ese joven a baní?<br />

—Enrique!… sí, ese es el causante <strong>de</strong> nuestras <strong>de</strong>sgracias –balbuceó Antoñita con indignación–.<br />

Hombre fatal… ¡hombre imperdonable! ¡Ojalá nohubiera venido nunca! ¡Dios<br />

mío… éramos tan felices!…<br />

—¡Sí… tan felices! –murmuró Engracia casi bebiéndose las lágrimas.<br />

En otra ocasión, volviéndose a hablar <strong>de</strong> Eugenio, vislumbró la misma Engracia la i<strong>de</strong>a<br />

<strong>de</strong> que era un hombre soltero y dijo:<br />

—Si se hubiera enamorado <strong>de</strong> ti; si hubiera hecho alguna <strong>de</strong>mostración en ese sentido,<br />

yo te habría aconsejado, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego…<br />

—No sigas, sé lo que me quieres <strong>de</strong>cir –interrumpió Antoñita–. Pero oye –repuso refiriéndose<br />

a Enrique en su interior–, aunque yo esté sintiendo este criminal amor por él, y<br />

aunque no existiera lo <strong>de</strong> Eduardo, viene ese hombre don<strong>de</strong> mí, y me propone que lo ame<br />

para unir su suerte a la mía, y te juro que no lo aceptaría.<br />

—¿Cómo? ¿no lo aceptarías? –replicó Engracia con la mayor sorpresa.<br />

—No, nunca: hay un abismo entre él y yo.<br />

—Pero entonces, ¿quién entien<strong>de</strong> este misterio?<br />

A esta otra pregunta <strong>de</strong> su amiga la interpelada bajó la frente y con profundísimo <strong>de</strong>sconsuelo<br />

suspiró:<br />

—¡Ay!, Engracia, es y ha sido siempre un amor sin esperanza… ¡un imposible!<br />

Y al expresarse Antoñita <strong>de</strong> ese modo, lo hacía con toda la sinceridad <strong>de</strong> su alma; pues<br />

conociendo nosotros muy a fondo sus sentimientos, estamos seguros <strong>de</strong> que primero preferiría<br />

la muerte que unirse a Enrique.<br />

En la noche <strong>de</strong> ese día, al <strong>de</strong>spedirse <strong>de</strong> ella, le dirigió Engracia estas cristianas y consoladoras<br />

palabras:<br />

—Dios te ayudará, confía en su misericordia. Encomiéndate a la Virgen, y tú verás cómo<br />

no es tan negro el porvenir. Las nubes se <strong>de</strong>spejarán.<br />

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