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Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n <strong>VI</strong> | NOVELA<br />

preferido. Ya ello no me molestaba tanto, pero seguía royéndome el corazón el modo con<br />

que administrabas tu justicia:<br />

—Has tenido más suerte –me <strong>de</strong>cías y a pesar <strong>de</strong> la oscura molestia que como agua<br />

cenagosa corría por mis entrañas, yo sonreía e ignoraba tus palabras, hasta que un día viniste,<br />

te acercaste sigilosamente a mí para pedirme que le enseñara a tu hijo Moabad todo<br />

lo referente a mi negocio, porque pensabas utilizarme en otro asunto más importante para<br />

ambos. Comprendí que mi hora había llegado. Sabía que a tu lado nadie pue<strong>de</strong> prosperar<br />

por sí mismo y que ya te molestaba mi pequeño triunfo. Te molestaba verte en parte humillado<br />

con el fracaso <strong>de</strong> tu hijo, el traidor, <strong>de</strong>l que al final <strong>de</strong> esta carta te narraré una serie <strong>de</strong><br />

infamias, infamias <strong>de</strong> las que tal vez soy culpable.<br />

Sabía que con esa elevada suma que manejaban día a día mis manos podría huir <strong>de</strong> ti,<br />

y no me negué, acepté con fingido gusto tu ofrecimiento, mientras con aquella sonrisa <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ntada<br />

mostrabas tu felicidad porque ibas a <strong>de</strong>mostrarte a ti mismo la habilidad <strong>de</strong> tu hijo<br />

mayor. Ibas a hacerme ver que Moabad no era un fracasado, que con un poco <strong>de</strong> experiencia<br />

él podría triunfar. Pero fue en una época triste para ti y para él cuando esto sucedió. Fue en<br />

época <strong>de</strong> compras. ¿Lo recuerdas?; y te dije:<br />

—En vista <strong>de</strong> que Moabad se quedará con el negocio y yo le enseñaré todo el manejo <strong>de</strong>l<br />

mismo porque me necesitas para otras faenas, creo conveniente que me dobles la cantidad<br />

<strong>de</strong> dinero que poseo.<br />

Parpa<strong>de</strong>aste un poco. Dudabas. Conocía tu corazón avaro. Entonces riposté:<br />

—¿Vas a <strong>de</strong>sperdiciar la oportunidad <strong>de</strong> la gran compra que pueda hacerse en estos<br />

días? Es nuestro mejor tiempo y <strong>de</strong>bemos aprovecharlo. Podremos ganar el doble y hasta el<br />

triple <strong>de</strong> lo que hemos ganado. Estaré al lado <strong>de</strong> Moabad para asesorarlo.<br />

—Muy bien –opinaste–, te doblaré la cantidad que tienes, eso hará una pequeña fortuna,<br />

espero que la utilices en una compra <strong>de</strong> las mejores. Recuerda, es una pequeña fortuna…<br />

–luego, titubeaste un poco antes <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirme:<br />

—Moabad te acompañará a la tienda <strong>de</strong> matanza.<br />

Enseguida comprendí que había <strong>de</strong>sconfianza, temías lo que al fin sucedió. Mi temperamento<br />

estragado por tus estupi<strong>de</strong>ces se había rebelado enteramente. Había yo trabajado<br />

mucho, para que luego un advenedizo como era Moabad, viniese a hacerse cargo <strong>de</strong> mis<br />

ganancias y mis esfuerzos.<br />

Moabad estaba feliz y esa noche me invitó a tomar unas jarras <strong>de</strong> vino en la taberna,<br />

luego vinieron mujeres, y la orgía se extendió hasta el amanecer.<br />

—¡Judas, Judas, qué bien, qué bien, al fin podré hacer algo! Así me dijo cuando ya el alcohol<br />

revoloteaba en sus sienes tiñéndolas <strong>de</strong> un color rojo espeso. Yo había bebido poco y me<br />

remordía la alegría inútil <strong>de</strong> aquel mamarracho… Planeé toda mi acción sentado entre aquellas<br />

jarras <strong>de</strong> vino y atosigado por las caricias <strong>de</strong> dos prostitutas a las que casi no les vi el rostro.<br />

Nos acostamos casi al amanecer, dormimos una hora y luego regresamos. Parecíamos<br />

amigos. Él me puso la mano en el hombro por vez primera en muchos años y yo sentí por él<br />

un leve cariño, una especie <strong>de</strong> escalofrío que luego se convirtió en sonrisa: era la sonrisa <strong>de</strong>l<br />

que triunfa, y yo, judas tu hijo, Simón, triunfaba frente a ti y frente al traidor, a ese traidor<br />

que engendró tu primera esposa para martirio mío. Parece ser un <strong>de</strong>monio puesto por Dios<br />

en mi camino con el fin <strong>de</strong> entorpecer mis mejores actos.<br />

Viniste en la mañana temprano. Yo dormía aún. Cruzaste las habitaciones con pie fuerte.<br />

Tus pasos me <strong>de</strong>spertaron y permanecí con los ojos entornados, quería saber cuál sería<br />

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