Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n VI | NOVELA
“pacificación” implicaba de hecho la casi exterminación de los indios. Su crueldad se ilustra
con la muerte de Anacaona y la persecución implacable contra Guaroa y el puñado de indios
que le acompañaban, entre los cuales se contaba el niño Guarocuya –futuro Enriquillo
y jefe de la rebelión de bahoruco, columna vertebral de la novela–, que es salvado gracias a
la intervención de bartolomé de las Casas y de Diego Velázquez.
Una vez expuesta la situación de la colonia, el narrador considera oportuno introducir,
cambiando de escenario, al personaje Diego Colón, el hijo mayor del Almirante. Una analepsis 50
completiva que sirve para contar las peripecias, en la corte española, del futuro gobernador de la
isla para obtener los derechos heredados de su padre y que le darían el poder para convertirse
en Virrey del Nuevo Mundo. Estas demandas, varias veces rechazadas, fueron finalmente satisfechas
gracias a su matrimonio con María de Toledo, la sobrina del Duque de Alba, pues por
la intervención de este influyente personaje el rey Fernando acepta, en efecto, acordar a Diego
Colón, aunque no integralmente, los títulos y prerrogativas solicitados. Con este matrimonio
una de las más grandes familias de España entra en la conquista del Nuevo Mundo. La llegada
del hijo de Cristóbal Colón a la isla de Santo Domingo significa, al mismo tiempo, el fin de la
tiranía de Ovando, el inicio de la conquista y la colonización de las nuevas tierras descubiertas.
Tres grandes acontecimientos que se ven atenuados por la historia de “los más bellos amores”
de la corte española (los del bondadoso Diego Colón y María de Toledo), de la época.
El amor, esta vez no correspondido, da inicio a la segunda parte del relato: los sentimientos
del capitán Diego Velázquez por María de Cuéllar. La prometida de Velázquez está
enamorada de otro. Si en la primera parte el matrimonio del hijo del Almirante le sirve para
obtener el gobierno de la colonia y algunos de los derechos de su padre; en la segunda, la
joven esposa de Velázquez muere el mismo día de la boda. El contrariado conquistador fue
tan cruel con los indios de Cuba tanto como María de Cuéllar le rechazó su amor. Diego
Colón, en cambio, gobierna la isla de Santo Domingo con la misma armonía de su hogar.
Sólo los padres dominicos lograron trastornar su paz al protestar por los abusos que los
colonos, incluido el gobernador, cometían contra los aborígenes.
Una síntesis de las anteriores caracteriza la tercera y última parte de la obra: el amor
que une a los personajes, en la primera, y los obstáculos que impiden el matrimonio, en la
segunda. Mencía y Enriquillo no pueden casarse debido a las intrigas de Mojica y de los
enemigos de la familia Colón. El envío a Cuba de Velázquez, por ejemplo, se hacía para impedir
que se casara con María de Cuéllar y el ideólogo de esta intriga era nada menos que el
propio Diego Colón. Entonces, al presentar a los enemigos de la familia Colón como el freno
al matrimonio entre el cacique y su prometida, el narrador tiene los elementos necesarios
para excluir de toda responsabilidad en la rebelión del bahoruco al gobernador de la isla
Española. Enriquillo, como sabemos, se rebela a causa de los ultrajes que le fueron infligidos
por haberse casado con Mencía, aunque luego su lucha tomara el carácter de una guerra por
la defensa de su raza. La rebelión de Enriquillo debía durar catorce años y termina, como la
novela, con el tratado de paz de 1533.
Ahora bien, cada una de las partes se divide en capítulos, que a su vez llevan un título,
por lo demás evocador, en el que se resume la acción de los mismos. A guisa de ilustración,
“Incertidumbre”, el primer capítulo, además de todo lo que este título pueda insinuar, explica
también el texto: el futuro incierto de los indios de la Española. Y si el narrador inicia
50 “Toda evocación de un acontecimiento, anterior al punto de la historia donde uno se encuentra”, Genette, Gérard,
Figures III, Paris, Editions du Seuil, Collection poétique, 1972, p.82.
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