03.04.2013 Views

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n <strong>VI</strong> | NOVELA<br />

Llegó Dimas y dijo:<br />

—Vi pasar una cuerda como <strong>de</strong> diez presos.<br />

Llegó Simeón y dijo:<br />

—Me cuentan que llevaban como veinte presos.<br />

Se <strong>de</strong>tuvo un rato un hombretón que vivía en Pino Arriba, y dijo:<br />

—Por ahí pasaron un montón <strong>de</strong> presos.<br />

Mamá les fué contando a todos la historia <strong>de</strong> los prisioneros y explicó que se trataba<br />

<strong>de</strong> gente buena, unos amigos a quienes papá había encontrado a la vuelta <strong>de</strong>l último viaje.<br />

Decía <strong>de</strong>spués que papá andaba por el pueblo, y que había ido a ver al general para pedirle<br />

la libertad <strong>de</strong> esos amigos.<br />

Se corrió la voz por el campo y empezó a llegar gente que saludaba, hablaba <strong>de</strong> mil<br />

sucesos… Todos buscaban que mamá les confirmara el cuento <strong>de</strong> que papá iba a pedir que<br />

no fusilaran a cincuenta enemigos que se habían pronunciado la noche antes.<br />

Esperando nos sorprendió el atar<strong>de</strong>cer, creció la noche, se cerró, se hizo pesada sobre el<br />

mundo. En el comedor <strong>de</strong> casa, hablando siempre <strong>de</strong> lo mismo, estaban los visitantes <strong>de</strong> todos<br />

los días. Nos vieron cenar y no se fueron. Sazonaba la noche, metiéndose por las ventanas.<br />

Si oíamos pasos <strong>de</strong> monturas, nos acercábamos a la puerta. Mamá lamentaba.<br />

—Pepe ha tardado mucho.<br />

Dimas y el alcal<strong>de</strong> le <strong>de</strong>cían que esperara. Y observando sus consejos nos alborotó la<br />

llegada <strong>de</strong> papá. Nos juntamos todos en la puerta, malgastando gritos. El se tiró <strong>de</strong>l mulo,<br />

lo abandonó, como si no le importara el animal, y sin <strong>de</strong>cir palabra cogió las manos <strong>de</strong> mi<br />

madre, se las sujetó, se las acercó al pecho, las soltó <strong>de</strong> pronto y se metió en su cuarto, tirándonos<br />

encima el tremendo dolor que le había hinchado los ojos.<br />

Ix<br />

Allí estábamos, en el comedor. En un rincón, la vieja Carmita se clavaba en la pared;<br />

a su lado, estrujándose las manos que parecían molestarle, callaba Mero; junto a la mesa,<br />

marcando las uñas en el mantel, Simeón; con los pies cruzados y con los brazos cruzados,<br />

frente a mí, Dimas; a mis lados, Pepito y mamá; bajo la ventana, en una mecedora <strong>de</strong>startalada,<br />

rumiaba papá su tristeza.<br />

Nadie hablaba. A ratos alguien se movía; entre el silencio crujían las medias toses <strong>de</strong> Dimas.<br />

La cara <strong>de</strong> mi padre se había vuelto ancha para el vuelo <strong>de</strong> la luz que, sobre mí, se sostenía limpia<br />

y tranquila. Y dijo mi padre, mucho <strong>de</strong>spués, rompiendo aquel mutismo tenso y lóbrego:<br />

—Simeón, esto será siempre igual, igual siempre.<br />

El alcal<strong>de</strong> aprobó bajando la cabeza. Después corroboró:<br />

—Igualito, don Pepe.<br />

Entonces papá empezó a contar:<br />

—Se me resistió el mulo en el camino...<br />

Se le había resistido el animal. Llegó al pueblo casi dos horas más tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> lo justo, y<br />

en<strong>de</strong>rezó los pasos hacia el centro. Vio mucha gente, <strong>de</strong>masiada gente que se separaba, que<br />

se disolvía. Al parecer la multitud había estado reunida en algún sitio. Preguntó.<br />

—Fusilando unos, que estaban.<br />

¡Oh! ¡Y qué salto le dio el corazón en el pecho! Arreó el mulo y le fué buscando el núcleo<br />

a los grupos. Todos parecían venir <strong>de</strong> los lados <strong>de</strong>l cementerio. Hacia allá se encaminó. Efectivamente,<br />

un hacinamiento <strong>de</strong> hombres, mujeres y niños discutidores y <strong>de</strong> caras feroces, se<br />

468

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!