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Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n <strong>VI</strong> | NOVELA<br />

—En compañía <strong>de</strong>l general Rafael, que vino con una columna por bayaguana; pero en<br />

justicia, la acción mía y <strong>de</strong> mis muchachos, y esa Comandancia no hay quien me la quite.<br />

—¿Qué general Rafael es ése?<br />

—Él los conoce, ahí <strong>de</strong>trás; vienen dos caballos que les manda para que se vayan al<br />

pueblo. ¡Viva Horacio!, ¡ca…! –vocea haciendo escarcear el jaco.<br />

En el pueblo, el general Rafael, abrazándole casi le <strong>de</strong>smontó <strong>de</strong>l caballo, y Antonio se<br />

encuentra sentado ante una mesa <strong>de</strong> pino, pluma en ristre, convertido en secretario <strong>de</strong> aquel<br />

jefe <strong>de</strong> operaciones.<br />

La Capital capituló, asilándose el Presi<strong>de</strong>nte en una Legación. La campaña había terminado<br />

sin las hazañas proyectadas. ¡Qué gusto se darán los <strong>de</strong> los bancos <strong>de</strong>l Parque! ¡Qué<br />

suerte la suya! Las posa<strong>de</strong>ras le torturan, putrefactas; no pue<strong>de</strong> andar ni sentarse; imposible<br />

montar a caballo; y mientras Miguel entrará por la Puerta <strong>de</strong>l Con<strong>de</strong>, a la diestra <strong>de</strong>l General<br />

victorioso, él lo hará por el río, acostado en un lanchón, sobre sacos <strong>de</strong> azúcar, entre<br />

enjambres <strong>de</strong> moscas...<br />

x<strong>VI</strong>II<br />

En la hamaca, Antonio mécese y adormécese su impaciencia. Las nalgas pútridas le han<br />

recluido en la casa <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el retorno <strong>de</strong> la campaña. El médico habló <strong>de</strong> cortar; pero la mujer<br />

terca y cariñosa, lavándole y aplicándole fomentos <strong>de</strong> hierbas medicinales, logra restablecerlo<br />

sin intervención <strong>de</strong>l bisturí.<br />

Miguel Gómez, visita diaria, le ha mantenido al tanto <strong>de</strong> los sucesos públicos, <strong>de</strong>l reparto<br />

<strong>de</strong>l botín. Los empleados <strong>de</strong>l régimen anterior ni con can<strong>de</strong>la renuncian; todos pertenecen<br />

al Partido Revolucionario, en tanto que los nuevos, los que se echaron al monte o conspiraron<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> los escondites, no encuentran plato para sus apetitos. Algunos han asaltado las<br />

oficinas en el tumulto <strong>de</strong> la primera hora, mientras las tropas <strong>de</strong>sfilaban por la calle <strong>de</strong> El<br />

Con<strong>de</strong>. El Presi<strong>de</strong>nte provisional está abatido, sin orientación en laberinto <strong>de</strong> intrigas, <strong>de</strong><br />

concupiscencias, <strong>de</strong> ambiciones. A mañana y noche le tienen con dolor <strong>de</strong> cabeza. La gaceta<br />

oficial, al día siguiente <strong>de</strong> la instalación <strong>de</strong>l nuevo Gobierno, en un suelto, expresó que era<br />

voluntad <strong>de</strong> éste que no se exacerbara al vencido atacándole en la prensa, y los directores<br />

<strong>de</strong> periódicos han entendido que tampoco es lícito combatir al vencedor.<br />

Por corrillos <strong>de</strong> parques y esquinas circulan persistentes rumores <strong>de</strong> disgusto. En la<br />

tertulia, en <strong>de</strong>rredor <strong>de</strong> la hamaca, se protesta contra los nombramientos: a uno se les ha<br />

dado en <strong>de</strong>masía, a otros nada. El lilisismo entra <strong>de</strong> nuevo en el Palacio. ¿Qué han hecho esos<br />

hombres, y cuáles méritos poseen los que el cariño regional empina en los eminentes cargos<br />

<strong>de</strong>l Estado? Hasta las futuras curules tienen ya dueños. ¿Y para tales cosas expusieron Antonio<br />

y Miguel sus vidas y pa<strong>de</strong>cieron hambre y tribulaciones, y trajo el uno los pies cuajados<br />

<strong>de</strong> niguas y el otro pa<strong>de</strong>ce aún <strong>de</strong> las diabólicas negritas? Lo que es en otra, concluyen, no<br />

los pescan; y en cambio, en los bancos <strong>de</strong>l Parque Colón su campaña es motivo <strong>de</strong> risa; mil<br />

cuentos jocosos se refieren, y Miguel, en alta voz repite:<br />

—¿No dicen esos malditos, que hemos estado cinco días <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la cama <strong>de</strong>l cura, y los<br />

oficiales <strong>de</strong> la tropa gobiernista, que le visitaban, viéndonos los pies, se divertían acercándose<br />

a la puerta para asustarnos?<br />

—¡Charlatanes!<br />

—Dicen que llevabas el sable colgado <strong>de</strong>l pescuezo, y cuando el mulo corcoveaba te<br />

agarrabas <strong>de</strong> las orejas, y por mal jinete te has pelado hasta el ombligo.<br />

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