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Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n <strong>VI</strong> | NOVELA<br />

que había sido objeto… Triunfe usted y échese a dormir, que lo <strong>de</strong>más viene solo, le <strong>de</strong>cía<br />

con cierta filosofía barata la dueña <strong>de</strong> la casa, que por lo que le había pasado a su difunto<br />

esposo sabía algo <strong>de</strong> las andanzas y altibajos <strong>de</strong> la política partidarista… La casa se le llenó<br />

<strong>de</strong> gente. Fonso sonreía con gesto <strong>de</strong> mal disimulado <strong>de</strong>sprecio. Aquellas manifestaciones<br />

<strong>de</strong>l rebaño en lugar <strong>de</strong> regocijarlo o envanecerlo le causaban en el fondo profundo disgusto.<br />

Escribió a Santiago anunciando su regreso para principios <strong>de</strong>l próximo mes.<br />

Pero iba a tener forzosamente que <strong>de</strong>morar ese viaje. De hacía algún tiempo habíanse<br />

entablado negociaciones entre la Capitanía General y el Gobierno <strong>de</strong> Santiago para estipular<br />

los términos <strong>de</strong> un convenio que fuera, según se <strong>de</strong>cía, honroso y satisfactorio para ambas<br />

partes. El Gobierno creyó que Fonso podía ser <strong>de</strong> alguna utilidad en aquellas negociaciones<br />

y <strong>de</strong>cidióse que acompañara a la Comisión ya nombrada para tratar en nombre <strong>de</strong>l país<br />

con el carácter <strong>de</strong> secretario <strong>de</strong> ella o cosa por el estilo. Recibió varias cartas <strong>de</strong> personas<br />

importantes encareciéndole mucho su aceptación. El mismo general Pimentel le escribió<br />

una carta llena <strong>de</strong> expresiones lisonjeras para Fonso. No tuvo más remedio que acce<strong>de</strong>r. Se<br />

le hablaba en nombre <strong>de</strong> la Patria y no podía negarse a prestarle este último servicio. La<br />

Comisión había salido ya <strong>de</strong> Santiago para Santo Domingo y las instrucciones <strong>de</strong> Fonso le<br />

prescribían unirse a ella tan pronto se <strong>de</strong>signare el sitio para celebrar las conferencias. La<br />

quinta <strong>de</strong>l Carmelo, en las afueras <strong>de</strong> la ciudad, fue el sitio escogido para las negociaciones.<br />

Oportunamente advertido por dos <strong>de</strong> sus viejos amigos capitaleños, siempre bien enterados,<br />

conocía Fonso con todos sus pelos y señales lo que Gándara se proponía pedir como<br />

bases principales <strong>de</strong>l proyectado convenio. Esas bases eran en extremo <strong>de</strong>sdorosas para el<br />

país. Así se lo dijo a los comisionados tan pronto pudo entrevistarse con ellos; pero <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

las primeras palabras, comprendió con dolor que en ellos predominaba la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> acabar<br />

pronto, aún por medio <strong>de</strong> los mayores sacrificios, <strong>de</strong> terminar inmediatamente aquella<br />

guerra ruinosa, cueste lo que costare… No podía Gándara encontrar terreno más abonado<br />

para sus exigencias <strong>de</strong>smesuradas. Después <strong>de</strong> más o menos discutidos, los comisionados<br />

dominicanos aceptaron todos los puntos en que Gándara hacía principalmente hincapié,<br />

firmando un convenio que satisfizo por completo al irascible Capitán General… Con frases<br />

<strong>de</strong>stempladas, rebosantes <strong>de</strong> amargura, Fonso Ortiz se pronunció abiertamente contra aquel<br />

pacto que calificaba <strong>de</strong> ominoso. Las cosas, repetía, habría que llamarlas por su nombre.<br />

Aquello era pura y simplemente una capitulación. ¡Qué cosa más peregrina, argüía Fonso<br />

excitado hasta el colmo, los vencedores capitulando!… Fue acaso más que impru<strong>de</strong>nte en<br />

el <strong>de</strong>sahogo <strong>de</strong> la indignación que hervía en su pecho. Ciertamente que por lo subalterno<br />

<strong>de</strong> su cargo él no asumía en aquel asunto la menor responsabilidad, pero como dominicano<br />

sentía aquel <strong>de</strong>senlace como algo bochornoso que en mucha parte malograba los sacrificios<br />

y abnegaciones <strong>de</strong> un bienio <strong>de</strong> lucha sangrienta y porfiada. Sin <strong>de</strong>cir nada a nadie montó<br />

en su mula picando hacia San Cristóbal <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong>, por medio <strong>de</strong> un expreso <strong>de</strong>spachado<br />

a la carrera, escribió a sus amigos <strong>de</strong>l Gobierno dándoles circunstanciados pormenores <strong>de</strong><br />

lo que se había hecho y manifestando sin ambages su completa inconformidad con aquel<br />

pacto humillante.<br />

Su indignación encontró eco prolongado en la heroica urbe en que tenía su asiento el<br />

Gobierno. Una ola <strong>de</strong> hirviente <strong>de</strong>saprobación corrió por calles y plazas, penetró en los hogares<br />

y rugiente e impetuosa alcanzó las alturas en que actuaban los supremos directores <strong>de</strong><br />

la cosa pública. No había quien no consi<strong>de</strong>rase inconvenientes y <strong>de</strong>nigrantes para el país las<br />

estipulaciones <strong>de</strong>l convenio <strong>de</strong>l Carmelo. El Gobierno, sin vacilar ni un segundo, dio la más<br />

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