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Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

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INTRODUCCIÓN | guillermo Piña-Contreras<br />

su relato con el resultado <strong>de</strong> una masacre –la <strong>de</strong> jaragua–, po<strong>de</strong>mos interpretar que para la<br />

raza aborigen la presencia <strong>de</strong> los conquistadores en la isla hace incierta su supervivencia,<br />

como lo <strong>de</strong>muestra la historia, pues los autóctonos <strong>de</strong> Santo Domingo <strong>de</strong>saparecen casi<br />

completamente a finales <strong>de</strong>l siglo X<strong>VI</strong>.<br />

El enfrentamiento <strong>de</strong> las dos civilizaciones –la española y la indígena– es el generador <strong>de</strong><br />

la novela. Sin embargo, en el interior <strong>de</strong> cada capítulo reconocemos varios que dan lugar a los<br />

relatos que constituyen el Enriquillo <strong>de</strong> Galván. El enca<strong>de</strong>namiento coherente <strong>de</strong> estos es la<br />

base <strong>de</strong> la construcción <strong>de</strong> la novela. De esa manera se pue<strong>de</strong> justificar el relato sumario 51 <strong>de</strong><br />

la masacre <strong>de</strong> jaragua que da inicio a la obra, ya que simboliza muy bien el enfrentamiento<br />

<strong>de</strong> las dos civilizaciones. Al narrador le interesa dar cuenta <strong>de</strong> la masacre <strong>de</strong> los indios, atacados<br />

por los españoles, durante una fiesta. En cambio, el relato <strong>de</strong> la rebelión <strong>de</strong> Enriquillo<br />

no podía ser contado tan rápidamente como el genocidio que dio inicio a la novela. La paz<br />

cierra la novela como un aparente triunfo, vale <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong>l cacique <strong>de</strong>l bahoruco.<br />

Debo recordar que entre los pocos indios que sobrevivieron al genocidio <strong>de</strong> jaragua<br />

se encontraban Higuemota la madre <strong>de</strong> la mestiza Mencía (futura esposa <strong>de</strong>l cacique y<br />

causa <strong>de</strong> la rebelión <strong>de</strong>l bahoruco, acontecimiento más importante <strong>de</strong> la novela), y el indio<br />

Enriquillo, quien será el jefe <strong>de</strong> los rebel<strong>de</strong>s. Estos personajes fueron salvados <strong>de</strong> la espada<br />

exterminadora por bartolomé <strong>de</strong> las Casas, el cronista <strong>de</strong> Indias transformado en personaje<br />

por Galván, cuya Historia <strong>de</strong> las Indias da al texto <strong>de</strong>l escritor dominicano todo su armazón:<br />

“El niño se hallaba a su lado, en la plaza, en el acto <strong>de</strong> la salvaje tragedia, y fue el bondadoso<br />

Las Casas quien lo tomó en brazos, y arrastrando a Higuemota, helada <strong>de</strong> terror, puso a ambos<br />

en momentánea seguridad, velando <strong>de</strong>spués sobre ellos, hasta que Ovando dio cabida<br />

a un sentimiento compasivo; oyó quizás la voz <strong>de</strong>l remordimiento y les acordó protección<br />

y asistencia. La criatura pagaba al filántropo español los beneficios que su inocencia no<br />

alcanzaba a compren<strong>de</strong>r, <strong>de</strong>mostrándole la más afectuosa y espontánea simpatía” (p.500).<br />

En este fragmento no po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>scuidar la intención evi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l narrador <strong>de</strong> echar toda<br />

la culpa <strong>de</strong> la masacre al gobernador Ovando, pues la tragedia tiene origen en su crueldad.<br />

La Corona española no es responsable <strong>de</strong> los excesos <strong>de</strong>l gobernador. La conquista tampoco<br />

es puesta en tela <strong>de</strong> juicio. La única crítica es a algunos <strong>de</strong> sus protagonistas.<br />

Pero Las Casas no sólo salvó al niño Guarocuya <strong>de</strong> la muerte en jaragua, sino también<br />

en el bahoruco, pues su intervención ante el capitán Diego Velázquez le permite<br />

recuperarlo <strong>de</strong> manos <strong>de</strong>l indio rebel<strong>de</strong> Guaroa 52 , para llevarlo al convento <strong>de</strong> la Vera Paz<br />

don<strong>de</strong> recibirá la educación necesaria que le transformaría en un hombre “civilizado”. La<br />

presencia <strong>de</strong>l joven cacique entre los conquistadores origina un conflicto entre Las Casas y<br />

los padres franciscanos. El narrador, presentando a Enriquillo como la causa principal <strong>de</strong><br />

los conflictos, escon<strong>de</strong> los problemas políticos e i<strong>de</strong>ológicos que existían en la colonia, así<br />

pues el <strong>de</strong>sacuerdo entre Las Casas y los franciscanos se <strong>de</strong>be, en la novela, al hecho <strong>de</strong> que<br />

los frailes <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> San Francisco querían quedarse con Tamayo, el indio sirviente<br />

51 “Una <strong>de</strong> las funciones más importantes y más frecuentes <strong>de</strong>l relato sumario es contar rápidamente un período<br />

<strong>de</strong>l pasado. El novelista, luego <strong>de</strong> habernos interesado en sus personajes contándonos una escena, da rápidamente<br />

marcha atrás, luego a<strong>de</strong>lante, para darnos un breve resumen <strong>de</strong> su historia pasada, un sumario retrospectivo”. bentley,<br />

Phyllis (citado por Genette, ibid.: p.132, nota 1).<br />

52 Indio rebel<strong>de</strong>, sobreviviente <strong>de</strong> la masacre <strong>de</strong> Jaragua, que prefiere la muerte a la esclavitud: “Precipitóse Guaroa<br />

a recobrar su espada y habiéndose a<strong>de</strong>lantado a impedírselo un español, el contrariado guerrero sacó la daga que<br />

llevaba pendiente a la cintura, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber hecho a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong> herir con ella al que estorbaba su acción, viéndose<br />

cercado por todas partes, se la hundió repentinamente en su propio seno ‘¡Muero libre!’ dijo; y cayó en tierra exhalando<br />

un momento <strong>de</strong>spués el último suspiro” (p.504).<br />

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