03.04.2013 Views

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Capítulo IV<br />

EL ANÓNIMO<br />

FRANCISCO GREGORIO bILLINI | bANí O ENGRACIA Y ANTOÑITA<br />

I<br />

Eran ya las seis <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>. Allí, junto al cachón en don<strong>de</strong> <strong>de</strong>semboca el banilejo río, se<br />

hallaban aún las tres mujeres <strong>de</strong> nuestra historia; pero en esta vez, custodiando, como a cosa<br />

sagrada, el burro que tenían escondido en uno <strong>de</strong> los más oscuros bosquecitos que había<br />

en el lugar. Cualquiera que hubiese visto la agitación <strong>de</strong> ellas, habría <strong>de</strong>scubierto que algo<br />

extraordinario les pasaba.<br />

Y en efecto, aquellas impresiones que dominaban sus ánimos y que se traslucían en sus<br />

semblantes, eran las <strong>de</strong>l gozo mezclado con la zozobra <strong>de</strong>l que vigila, creyéndose en peligro,<br />

el buscado tesoro que se acaba <strong>de</strong> encontrar; eran el resultado <strong>de</strong> la realización <strong>de</strong> un <strong>de</strong>seo;<br />

pero unido a las inquietu<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l que temiendo per<strong>de</strong>r lo conseguido, siente a cada instante<br />

saltarle en el pecho el corazón. Por eso, si una hoja se caía, si un pájaro volaba <strong>de</strong> un árbol<br />

a otro, si el viento susurraba entre los uveros, ellas no podían evitar ese temblor que les<br />

causaba el miedo <strong>de</strong> ser sorprendidas.<br />

Dolores y Engracia, principalmente, <strong>de</strong>seaban que volara el tiempo trayendo las oscuras<br />

sombras la noche. La situación <strong>de</strong> su espíritu era tal que no les permitía la contemplación <strong>de</strong>l<br />

interesante espectáculo, que en aquella preciosa hora ofrecía a la vista la belleza <strong>de</strong>l cielo y la<br />

serenidad <strong>de</strong>l mar. Ni se fijaban siquiera en los moribundos rayos <strong>de</strong>l sol que, reflejando en<br />

el pequeñito lago, formaban la ilusión <strong>de</strong> un áureo abanico abierto, pintado sobre el líquido<br />

<strong>de</strong> aquella superficie diáfana y tranquila, que se veía brillar como un tendido espejo.<br />

El río, en su avenida <strong>de</strong> esta vez, al igual que en otras muchas, había limpiado la raigambre<br />

<strong>de</strong> los mangles, hicacos y uvas silvestres, que entre el limo <strong>de</strong> sus orillas penetra,<br />

vistiéndolas con las hojas maduras que caen, y se hacinan, y se aglomeran, y se tupen, para<br />

formar, en dibujos ondulados, los marcos amarillos <strong>de</strong> ese espejo.<br />

Nada veían ellas, sin embargo, el susto las tenía constantemente volviendo la cara a<br />

todas partes.<br />

II<br />

Por fin llegó la <strong>de</strong>seada noche. La madre, que por la veintésima vez acababa <strong>de</strong> trastear las<br />

árganas <strong>de</strong>l burro, arreglando las piedras, que con la barreta y el pico que habían llevado para<br />

la excavación, servían <strong>de</strong> contrapeso a la lata <strong>de</strong> zinc en don<strong>de</strong> estaban los talegos <strong>de</strong> don Antonio,<br />

sacó <strong>de</strong>l macuto <strong>de</strong> la provisión un pequeño calabacino, y pasándoselo a Engracia le dijo:<br />

—Toma hija, bébete la leche que queda; tenemos que andar pronto y tú <strong>de</strong>bes <strong>de</strong> sentirte<br />

con mucha <strong>de</strong>bilidad.<br />

—No, mamá, yo no puedo tomar nada hasta que no llegue a casa; me es imposible<br />

–contestó la joven rechazando el calabacino.<br />

En aquel día <strong>de</strong> afanes y zozobras, apenas sí habían comido algunos bocados <strong>de</strong>l pan,<br />

la carne frita y el dulce que llevaron <strong>de</strong> alforja. En la tar<strong>de</strong>, coló la madre un poco <strong>de</strong> café, y<br />

aunque ésta y Dolores se tomaron sendas tazas, Engracia no quiso, a pesar <strong>de</strong> que era muy<br />

amante al negro néctar que a todas horas beben los banilejos.<br />

Un poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber oscurecido emprendieron la marcha hacia el pueblo, excusando<br />

los caminos para irse por todo el cascajal <strong>de</strong>l río.<br />

Rara vez se cuenta, en empresas <strong>de</strong> esa naturaleza, un éxito tan feliz, pero nunca tan<br />

lleno <strong>de</strong> <strong>de</strong>sagradables percances.<br />

265

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!