03.04.2013 Views

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

FRANCISCO GREGORIO bILLINI | bANí O ENGRACIA Y ANTOÑITA<br />

Era como las rosas, que <strong>de</strong> bal<strong>de</strong> y sin sospecha alguna dan sus aromas aun a aquellos<br />

que vienen a <strong>de</strong>shojarlas. Pero cuando se encontraba en cualquier asunto, en cualquier caso<br />

que ella consi<strong>de</strong>raba <strong>de</strong> <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za, o que lo creyese grave al cargo <strong>de</strong> su limpia conciencia,<br />

entonces parecía como que su alma estaba iluminada, y fuerte como el bronce y dura como<br />

el mármol, no había po<strong>de</strong>r que la doblegara.<br />

Antoñita no era <strong>de</strong> esas bellezas encantadoras que seducen a primera vista; pero en<br />

su trato, en su conversación viva y siempre acompañada <strong>de</strong> esa acción que da brío a las<br />

palabras y que insinúa más las i<strong>de</strong>as, revelaba que era mujer espiritual y capaz <strong>de</strong> sentir y<br />

compren<strong>de</strong>r las cosas dignas <strong>de</strong> las almas levantadas.<br />

Por eso Antoñita se conquistaba el agrado <strong>de</strong> cuantas la trataban.<br />

Aquella cabeza erguida y poblada <strong>de</strong> cabellos negros que tan a menudo usaba en dos<br />

largas trenzas tendidas a la espalda; aquella frente <strong>de</strong>spejada don<strong>de</strong> cualquiera podía leer<br />

las impresiones <strong>de</strong> su corazón; aquellos ojos tan expresivos, con su mirada inteligente a la<br />

vez que tierna; el suave perfil <strong>de</strong> su pequeña nariz, y más que todo, su boca que no economizaba<br />

aquellas risas sinceras, don<strong>de</strong> parecía anidar la franqueza y la complacencia, daban<br />

a Antoñita ese no sé qué que inspira la simpatía.<br />

Antoñita, por otra parte, con algunas diferencias en el gusto y algunas violencias <strong>de</strong><br />

carácter, estaba adornada <strong>de</strong> las mismas virtu<strong>de</strong>s que embellecían a Engracia.<br />

En su casa <strong>de</strong>s<strong>de</strong> niña la mimaron mucho y todo se lo consentían, tal vez a causa <strong>de</strong> ser<br />

la hermana menor. Acostumbrada a esa prodigalidad <strong>de</strong> cariño, ella quería, y con razón, ser<br />

la más distinguida en el cariño <strong>de</strong> sus parientes y amigas.<br />

Engracia no era tan exigente, ni mucho menos tenía el orgullo que en ciertos casos<br />

aparentaba tener aquélla, pero la verdad es que amaba sin ostentación y con extremos a las<br />

personas <strong>de</strong> sus afectos, y sobre ellas sentía una especie <strong>de</strong> <strong>de</strong>bilidad por Antoñita.<br />

III<br />

Pobres fueron las dos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su cuna, aunque Engracia mucho más que Antoñita.<br />

Cuando Engracia llegó a tener uso <strong>de</strong> razón, ya estaba acostumbrada al trabajo. Todos los<br />

quehaceres domésticos los aprendió <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la infancia, y en materia <strong>de</strong> curiosas labores<br />

llegó a adquirir fama.<br />

Antoñita no trabajó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> tan temprana edad, ni hacía los bordados y los tejidos tan<br />

finos como Engracia; aunque es, y siempre ha sido, cualidad <strong>de</strong> las muchachas <strong>de</strong> Baní tejer y<br />

bordar bien; pero aprendió a leer, escribir y contar con una facilidad poco común. Los versos<br />

la entusiasmaban y los recitaba con gracia y sentimiento; sabía <strong>de</strong> memoria casi todas las<br />

poesías <strong>de</strong> nuestros poetas, sobre todo las <strong>de</strong> josé joaquín Pérez, <strong>de</strong> quien se complacía en<br />

repetir con su maestro don Postumio (hombre muy dado a emitir juicios hasta en las materias<br />

que no conocía) que josé joaquín Pérez si no se empeñara en matar su propio sentir,<br />

abatiendo con el <strong>de</strong>saliento la estética natural <strong>de</strong> su alma, por su fácil ritmo y espontánea<br />

expresión, hija <strong>de</strong> ese lenguaje interior que retoza en su cerebro, cual si allí tuviera un órgano<br />

armónico, sería sin disputa alguna, no sólo el más connotado bardo <strong>de</strong> Quisqueya, como<br />

algunos le han llamado, sino uno <strong>de</strong> los mejores poetas líricos <strong>de</strong> la América.<br />

Por esas dotes intelectuales, y por las ocurrencias que tenía, en su casa y en el pueblo,<br />

cuando niña la llamaban la sabichosa; como asimismo por el carácter suave <strong>de</strong> Engracia, por<br />

su mo<strong>de</strong>stia, por el eco dulce <strong>de</strong> su voz y por sus maneras apacibles, los <strong>de</strong> su familia y en<br />

la vecindad le <strong>de</strong>cían graciadita.<br />

155

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!