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Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

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RAMÓN MARRERO ARISTY | OVER<br />

Le di las gracias y traté <strong>de</strong> ser cordial, pero no pu<strong>de</strong> <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> pensar en sus hechos.<br />

Me aturdió con su conversación. En todo metió al asistente y al alemán. “Mr. Lilo en mi<br />

casa entra y sale como en la suya”. “Mr. baumer me trata como a un hijo”.<br />

Y luego: “¿Le damos al ron un poquito?”.<br />

Respondí con mal velada brusquedad: “¡No!” Luego, para suavizar, expliqué: “Sólo<br />

bebo en ocasiones especiales, y esto, fuera <strong>de</strong> la bo<strong>de</strong>ga”.<br />

El siguió hablando. ¡Qué seguro se siente uno trabajando en este Central! No es como estar<br />

con el Gobierno, que cae a cada rato y <strong>de</strong> don<strong>de</strong> <strong>de</strong>spi<strong>de</strong>n a uno tan fácilmente. Con esta gente<br />

el que cumple con su <strong>de</strong>ber es premiado. Con ellos no hay más que trabajar <strong>de</strong> buena fe. Por<br />

ejemplo Mr. Robinson es un hombre muy bueno, muy activo, muy competente, ¡un hombre! Lo<br />

dice hasta el periódico <strong>de</strong>l pueblo, que es un gran <strong>de</strong>fensor <strong>de</strong>l trabajo y <strong>de</strong>l Central, a pesar <strong>de</strong><br />

sus faltas <strong>de</strong> ortografía. A él, bonito, que lo mataran con los americanos. ¡Esas sí son gentes!<br />

Yo pensaba: “¡Cuándo acabará!” Entonces me dijo que tenía <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> conocer mi bo<strong>de</strong>ga.<br />

Tuve que llevarlo. Preguntó: ¿cómo estaban mis ventas? ¿Qué tal era el personal <strong>de</strong>l<br />

batey? ¿Había berrinchosos? Y el over, ¿qué tal…?<br />

Gran trabajo me costó contenerme. Le respondí con evasivas, haciéndome el tonto. ¿El<br />

over? Yo nunca he sumado un balance. “¡Allá en la oficina sabrán!”. Yo sólo atiendo a los<br />

peones, como dice el reglamento, y recibo mi sueldo.<br />

Pero tenía ganas <strong>de</strong> gritarle: “¡No te ensucies tanto! ¡A ti también te <strong>de</strong>spedirán!”.<br />

Al día siguiente, más brusco que nunca, llegó el alemán. Me pidió los vales, y ¡lo que<br />

jamás había! los sumó todos y luego, comparó el total con la cantidad que yo había anotado<br />

en el libro. Examinó la numeración <strong>de</strong> los formularios, se cercioró bien <strong>de</strong> que ninguna cifra<br />

había sido borrada. Miró la existencia; me preguntó cuál era el promedio <strong>de</strong> ventas, y tantas<br />

cosas más. Luego repitió las mismas operaciones y formuló las mismas preguntas…<br />

Yo ardía por <strong>de</strong>ntro, pero respondí con serenidad, evitando pensar en lo que ocurriría<br />

si ese hombre llamaba a los oficinistas y se sentaba allí a esperar.<br />

Des<strong>de</strong> que vieron a mi vecino en casa, Cleto y viejo Dionisio se habían alarmado.<br />

—Tenga mucho cuidao, vale –me dijo el policía–. Ese hombrecito e j’un jabladoi. Lo<br />

conoco <strong>de</strong>n<strong>de</strong> chiquiningo poique é <strong>de</strong> Tamborí.<br />

Viejo Dionisio me advirtió:<br />

—Cuidao con la boca, amigo–. No se ajunte con to lo bo<strong>de</strong>guero… Ese amiguito suyo que<br />

viene <strong>de</strong>n<strong>de</strong> el principio e muy bueno, pero cuidao con el que uté no conoca. Ese blanquito<br />

que tuvo aquí… ¡tenga cuidao, por Dio!<br />

Me pregunto: ¿Por qué esta guerra? Para permitirle a uno ganar un pan, ¿hay necesidad<br />

<strong>de</strong> amargárselo así? Y concluyo pensando en aquel bo<strong>de</strong>guero ahorcado, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber<br />

sido asediado, perseguido hasta enloquecer…<br />

d<br />

El tiempo muerto marcha. La compañía, siguiendo su vieja costumbre <strong>de</strong> hacer cambios<br />

cuando finaliza la zafra, trajo a un nuevo superinten<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> distrito.<br />

Es un hombre muy interesante, que le está proporcionando buenas economías al central.<br />

Dicen que fue administrador <strong>de</strong> un ingenio importante en Cuba, cargo que abandonó o<br />

perdió en circunstancias que aquí se ignoran, y que por no volver a casa <strong>de</strong> los suyos, se ha<br />

conformado con un puesto <strong>de</strong> tercera o cuarta categoría en esta compañía, don<strong>de</strong> a pesar <strong>de</strong><br />

ello se le distingue como quizás a ningún jefe <strong>de</strong> <strong>de</strong>partamento. A simple vista se ve que es<br />

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