03.04.2013 Views

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

MARCIO VELOz MAGGIOLO | jUDAS<br />

Quedé fijo en el corazón <strong>de</strong> las generaciones por ese insólito hecho; y cuando medito, cuando<br />

pienso en la terrible soledad que me acosa <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace veinte siglos, me digo: ¿No hubiese sido<br />

mi nombre un nombre santo, como el <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más compañeros, si la equivocación no se hubiese<br />

interpuesto entre jesús y yo? No hubiera necesitado <strong>de</strong> la traición para ingresar en la Historia.<br />

Igual que los <strong>de</strong>más, mi condición <strong>de</strong> discípulo era suficiente para ello. Pero el dicho había <strong>de</strong><br />

cumplirse: “uno <strong>de</strong> los suyos le entregará”, y tal aconteció, mas no como todos creen.<br />

Des<strong>de</strong> un primer instante no pu<strong>de</strong> sospechar que aquella profecía aleteaba sobre mi<br />

cabeza como un ave <strong>de</strong> sombras; <strong>de</strong> haberlo sabido, quizás otro hubiese sido la víctima.<br />

Porque soy eso: una víctima propiciatoria, un estímulo ejemplar dado por Dios a los hombres,<br />

a estos hombres que necesariamente ignoran mi vida, y sólo ven <strong>de</strong> ella la superficie<br />

áspera con que la ha vestido el error.<br />

He aquí mi tragedia. Ni ellos mismos, mis amigos, los que me acompañaron durante<br />

largas jornadas milagrosas cuando seguíamos al maestro, supieron compren<strong>de</strong>r aquellas<br />

actitu<strong>de</strong>s mías que me hacían parecer el más raro <strong>de</strong> todos y tal vez el más inteligente: mi<br />

apego a los bienes terrenales (¡tanto tiempo viví entre ellos!), mi ardorosa imaginación, mi<br />

temor a la muerte, que a pesar <strong>de</strong> mi creencia en el rabí no me abandonaba nunca. Esa conformación<br />

extraña <strong>de</strong> mi alma me la dio un hogar tambaleante y un padre y un hermano<br />

por los cuales sentí rencor durante mucho tiempo. Mi agitada vida <strong>de</strong> juventud <strong>de</strong>jó en mí<br />

profundas huellas que aún <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte no he logrado borrar.<br />

Ya he sentido la putrefacción <strong>de</strong> la carne en mi propio cuerpo; suena como una olla hirviente,<br />

llena <strong>de</strong> fermentos que cosquillean el espíritu y lo penetran. También sé <strong>de</strong>l apretado<br />

ruido que produce una soga mediana cuando empieza a presionar las débiles arterias <strong>de</strong>l<br />

cuello. Estas sensaciones convulsas, sólo dables a quienes han cruzado a fuerza <strong>de</strong> violencias<br />

la barrera <strong>de</strong> la muerte, me hicieron compren<strong>de</strong>r mi significado: yo <strong>de</strong>bía ser para la<br />

humanidad el símbolo fácil <strong>de</strong> la traición; ¡yo, que fui traicionado por el mismo <strong>de</strong>stino!, y<br />

era y soy para mí mismo el más grandioso ejemplo <strong>de</strong> fracaso innecesario.<br />

Soy, si se quiere, un alma que protesta <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la eternidad. Soy un baldón <strong>de</strong> Dios. Un<br />

cáncer que actualmente corroe su alma celestial; yo tan pequeño y tan gran<strong>de</strong> a la vez. Traidor<br />

para unos, mártir para los otros.<br />

La frustración <strong>de</strong>l i<strong>de</strong>al es la más permanente <strong>de</strong> las muertes. Es mentira que yo haya<br />

muerto cuando la carne no pudo soportar más el nudo agobiante y enloquecedor que me ataba,<br />

al fracaso. Mi muerte había transcurrido momentos antes, cuando vi que todo lo que había<br />

imaginado era mentira y, que al fin y al cabo Jesús había <strong>de</strong>generado en un hombre corriente.<br />

Le vi aparentemente per<strong>de</strong>r sus faculta<strong>de</strong>s, sus fuerzas po<strong>de</strong>rosas y su gesto altivo.<br />

La humanidad solazada pronuncia mi nombre: judas, y le orla con un aura <strong>de</strong> traición.<br />

La pobre humanidad esperó durante muchos siglos un símbolo, un escudo, un medallón con<br />

el cual con<strong>de</strong>corar a los malditos, y Dios, bueno, ceremonioso y santo anunciaba por voz <strong>de</strong><br />

sus profetas que ese símbolo se acercaba cabalgando sobre el lomo eterno <strong>de</strong> los años. Pero<br />

necesitó enviar a su hijo para que esas voces se cumplieran y ese símbolo tuviese alcance<br />

universal: he ahí el sentido <strong>de</strong> mi gran<strong>de</strong>za. ¡Pero qué gran<strong>de</strong>za tan dolorosa la mía!<br />

Mi <strong>de</strong>stino, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mucho tiempo atrás, era ya un juguete inútil en manos <strong>de</strong> una suerte<br />

paralítica, enferma <strong>de</strong> pronósticos divinos. Lo mío, todo lo mío estaba <strong>de</strong> antemano labrado.<br />

¡Pero qué grandioso es el hombre <strong>de</strong>l cual se ocupa jehová cuando todavía su imagen no ha<br />

venido a la faz <strong>de</strong> la tierra! Las predicciones <strong>de</strong> Dios se cumplen. Son más que leyes. Si yo<br />

hubiese sido el último <strong>de</strong> los mortales, es indudable que hubiera tenido que cometer el acto.<br />

341

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!