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Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n <strong>VI</strong> | NOVELA<br />

Cuando los graves cuidados que pesaban sobre el vigilante caudillo no le obligaban a<br />

alejarse <strong>de</strong>l oculto cuanto lindo valle don<strong>de</strong> tenía su principal estancia; asilo risueño que<br />

parecía creado expresamente para contrastar con el tumultuoso y terrífico aspecto <strong>de</strong> la soberbia<br />

cordillera; cuando los dos esposos estaban unidos, y su ánimo reposaba libre <strong>de</strong> las<br />

aprensiones que suelen engendrar el peligro y la ausencia, la meseta <strong>de</strong>l burén, como otras<br />

veces la isla <strong>de</strong> Cabras en el gran lago, no tenía que envidiar, por la pura dicha que en ambos<br />

sitios se disfrutaba, a las suntuosas resi<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> los más fastuosos príncipes.<br />

XLIX. Declinaciones<br />

La guerra mansa se prolongó en el bahoruco, no sólo mientras Iñigo Ortiz, escarmentado<br />

y pesaroso, pedía y obtenía su relevo, sino mucho tiempo <strong>de</strong>spués, durante el mando sucesivo<br />

<strong>de</strong> los capitanes Pedro Ortiz <strong>de</strong> Matienzo y Pedro <strong>de</strong> Soria, que fueron a guerrear con igual<br />

sistema <strong>de</strong> observación en las avenidas <strong>de</strong> la sierra. El primero pretendió sorpren<strong>de</strong>r a Enriquillo<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> enviarle un mensajero indio que se <strong>de</strong>cía pariente <strong>de</strong>l cacique, con promesas<br />

y proposiciones pacíficas; pero habiendo sospechado Enrique la verda<strong>de</strong>ra intención con que<br />

se le convidaba a una conferencia, prometió asistir al llamamiento, y asistió en efecto, pero al<br />

frente <strong>de</strong> sus más intrépidos guerreros, que dieron sobre los soldados <strong>de</strong> Pedro Ortiz emboscados,<br />

los <strong>de</strong>sbarataron y pusieron en vergonzosa fuga. Enriquillo hizo ahorcar al traidor, su<br />

pretendido pariente, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces quedó seguro <strong>de</strong> nuevas tentativas insidiosas.<br />

Pero las irrupciones que Tamayo, al frente <strong>de</strong> su cuadrilla <strong>de</strong> gente <strong>de</strong>terminada, solía<br />

hacer en las cercanías <strong>de</strong> la Maguana, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la sierra <strong>de</strong> Martín García, situada al Este entre los<br />

colonos, por el carácter <strong>de</strong> fiereza y salvajismo <strong>de</strong> la <strong>de</strong>l Bahoruco, difundían <strong>de</strong> vez en cuando<br />

la alarma que distinguía estos saltos atrevidos, <strong>de</strong> la mo<strong>de</strong>ración y humanidad que ya eran<br />

notorias en las prácticas <strong>de</strong> Enriquillo. Durante la última permanencia <strong>de</strong> Diego Colón en Santo<br />

Domingo, que fue hasta 1523, las dificulta<strong>de</strong>s que le suscitaron sus émulos no le permitieron<br />

hacer otra cosa memorable que la represión <strong>de</strong> un levantamiento <strong>de</strong> esclavos africanos que<br />

dieron muerte al mayoral en una hacienda <strong>de</strong>l mismo Almirante, cerca <strong>de</strong>l río Nisao. Trasladóse<br />

en persona Diego Colón al lugar <strong>de</strong> la ocurrencia; los alzados fueron fácilmente vencidos, y <strong>de</strong><br />

ellos los que pudieron escapar con vida se incorporaron en la horda <strong>de</strong> Tamayo, que con este<br />

contingente extendió sus correrías <strong>de</strong>vastadoras hasta los términos <strong>de</strong> Azua.<br />

Las autorida<strong>de</strong>s, a pesar <strong>de</strong>l clamor continuo <strong>de</strong> los pueblos más directamente perjudicados<br />

con aquel azote, excusaban cuanto podían la movilización <strong>de</strong> tropas, por resentirse ya <strong>de</strong>masiado<br />

el tesoro real con los crecidos gastos <strong>de</strong> las armadas prece<strong>de</strong>ntes. Un golpe <strong>de</strong> fortuna<br />

<strong>de</strong> los alzados indios, aunque exento <strong>de</strong> crueldad y ostentando el sello <strong>de</strong> la mo<strong>de</strong>ración que<br />

caracterizaba todos los actos <strong>de</strong> Enriquillo, tuvo al fin más eficacia para hacer que los encargados<br />

<strong>de</strong> la pública seguridad <strong>de</strong>spertaran <strong>de</strong> su letargo, que todas las violencias <strong>de</strong> Tamayo<br />

y en horda sanguinaria. Arribó a Santo Domingo cierto día un barco, que navegando <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

Costa Firme había recalado por causa <strong>de</strong>l mal tiempo en un puerto <strong>de</strong> los más cercanos a la<br />

sierra <strong>de</strong>l bahoruco, don<strong>de</strong> los vigilantes indios <strong>de</strong> la costa consiguieron capturar la nave, con<br />

toda la gente que iba a su bordo. 157 Informado el cacique <strong>de</strong>l suceso bajó a la ribera <strong>de</strong>l mar, y<br />

por sus ór<strong>de</strong>nes recobraron la libertad los navegantes con su barco; pero el valioso cargamento<br />

<strong>de</strong> oro, alfójar y perlas que aquél llevaba, quedó en po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Enriquillo.<br />

157 Histórico.<br />

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