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Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

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Can<strong>de</strong>laria Ozán, como <strong>de</strong>spués se verá, esa mujer que siempre virulenta ve con envidia<br />

el gozo ajeno, ha llamado a Engracia al aposento, le ha hablado, y ésta no ha podido contener<br />

el llanto. Antoñita no pue<strong>de</strong> disimular tampoco la situación forzada en que se encuentra.<br />

III<br />

Ahora, con respecto a lo otro, si se oye el murmullo <strong>de</strong>sagradable porque haya quien sea<br />

<strong>de</strong>satendida al tiempo <strong>de</strong> romper el vals o la danza, ese murmullo se ahoga en el ruido <strong>de</strong><br />

la animación general.<br />

Pue<strong>de</strong> haber alguna a causa <strong>de</strong> lo dicho, y no faltará tampoco alguno, que al concluirse el baile<br />

llegue a su casa mal humorado, y haciendo promesa <strong>de</strong> no volver al <strong>de</strong> la próxima noche.<br />

Por lo regular estas resoluciones, en las mujeres particularmente, duran el intervalo <strong>de</strong><br />

una mañana, o como dicen aquí, son tan ligeras como las corrientes <strong>de</strong> guazuma.<br />

Al siguiente día viene la reflexión, la esperanza… El bonito traje que estaba preparado,<br />

u otra cualquiera circunstancia que las halague, las <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> a volver.<br />

Capítulo IV<br />

EL PEROLEÑO<br />

FRANCISCO GREGORIO bILLINI | bANí O ENGRACIA Y ANTOÑITA<br />

I<br />

¿Quién es aquel que <strong>de</strong>spués que se han pasado tres días <strong>de</strong> no interrumpidas fiestas,<br />

aparece en esta tar<strong>de</strong> por las calles, levantando el espíritu <strong>de</strong> las muchedumbres, hasta<br />

traerlas embriagadas <strong>de</strong> júbilo a la plaza pública?<br />

¿Quién sino el histórico hijo <strong>de</strong> Peravia que encabeza con su nombre el presente<br />

capítulo?…<br />

II<br />

Antoñita, a pesar <strong>de</strong> su empeño, no había podido resucitar las antiguas Comisarias, jóvenes<br />

que se nombraban, en los buenos tiempos <strong>de</strong> baní, para recoger las contribuciones <strong>de</strong> las<br />

fiestas, que tanto animaban a la población, ora con las comedias carnavalescas, o ya con el<br />

baile <strong>de</strong> las cintas ejecutado por ellas mismas, vestidas, unas veces con la gracia y el salero<br />

<strong>de</strong> las manolas, y otras representando diosas <strong>de</strong> la Mitología; pero en cambio Antoñita hace<br />

dos años había inventado con buen éxito los dos bandos en disputa, <strong>de</strong> que hemos hecho<br />

mención, uno que se formaba en el pueblo arriba y otro en el pueblo abajo. Estos bandos se<br />

<strong>de</strong>safiaban para darse sorpresas agradables, y salían por las calles con música, ramos y ban<strong>de</strong>ras,<br />

llevando cada cual al frente <strong>de</strong>l grupo una señorita coronada <strong>de</strong> flores con bandas <strong>de</strong><br />

cintas, y un alegórico estandarte en la mano. Esta señorita, escogida <strong>de</strong> entre sus compañeras<br />

para representar el papel que le habían preparado, la <strong>de</strong>signaban con el nombre <strong>de</strong> Capitana.<br />

Las dos Capitanas entraban en una especie <strong>de</strong> justa, dirigiendo coplas en favor <strong>de</strong> su bando,<br />

y cantando en competencia la alabanza <strong>de</strong>l triunfo que creían adjudicarse.<br />

Pero si esos bandos eran divertidos y muy encomiados por haber sido la inventora <strong>de</strong> ellos<br />

nuestra simpática protagonista, la fiesta que se hacía al Peroleño era más popular y tenía un<br />

no sé qué que reflejaba el gusto, el carácter, las costumbres y hasta el origen <strong>de</strong> los primitivos<br />

habitantes <strong>de</strong> baní. El Peroleño era una copia <strong>de</strong> aquellos juegos caballerosos <strong>de</strong> los antiguos<br />

españoles; tenía también algo <strong>de</strong>l ilustre mancebo <strong>de</strong> La Mancha. En la República, ni ahora<br />

ni en ningún tiempo, hemos oído <strong>de</strong>cir que existiera un divertimiento que se le parezca. El<br />

Peroleño, pues, es el tipo más legendario <strong>de</strong> la patrona <strong>de</strong> Regla en aquel dichoso valle.<br />

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