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Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

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FRANCISCO GREGORIO bILLINI | bANí O ENGRACIA Y ANTOÑITA<br />

—¡Mojiganga! ¡ridículo!, ¿dice Ud. don Postumio? ¿Y cómo admite Ud. y se entusiasma<br />

tanto cuando se trata <strong>de</strong> una procesión cívica?<br />

—¡Ah! ¡miren que diferencia! ¡En esas fiestas se tributa homenaje a la libertad!<br />

—Y también a algún candidato a la Presi<strong>de</strong>ncia en tiempo <strong>de</strong> elecciones –interrumpió<br />

Antoñita con malicia.<br />

—No, no, esas pue<strong>de</strong>n ser apasionadas; yo hablo <strong>de</strong> las que se rin<strong>de</strong>n a la libertad; a la<br />

libertad, que es, y ha sido siempre, base <strong>de</strong>l progreso; o <strong>de</strong> aquellas con que se rin<strong>de</strong> tributo<br />

a algún gran<strong>de</strong> hombre, benefactor, por algún concepto, <strong>de</strong> la humanidad.<br />

—Y en estas –contestó Antoñita con su aplomo acostumbrado– se tributa homenaje a la<br />

religión, que es y ha sido siempre base <strong>de</strong> moralidad, y sin la cual no pue<strong>de</strong>n vivir los pueblos.<br />

¿Con que admite Ud. como justo, como bueno que se rindan a parias un hombre que<br />

hiciera algunos bienes, y cree ridículo que se le rinda homenaje a Dios? Vaya, don Postumio,<br />

complázcanos Ud. y venga con nosotras.<br />

—Sí, sí, venga con nosotras –exclamaron todas en coro–. Y don Postumio, aturrullado<br />

con tantas voces femeninas y sin po<strong>de</strong>r o sin querer <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> aquel ataque que hubiera<br />

<strong>de</strong>seado llegara hasta el asalto, se agregó a la comitiva.<br />

Antoñita, cuando llegaron en casa <strong>de</strong>l cura, con el mayor <strong>de</strong>spejo, le pidió que consintiera<br />

a las mujeres formar la procesión.<br />

El cura dio el permiso, y Antoñita lo dispuso y or<strong>de</strong>nó todo.<br />

<strong>VI</strong><br />

Es <strong>de</strong> admirar lo bello y majestuoso <strong>de</strong> esta procesión. Todas las señoritas <strong>de</strong>l pueblo,<br />

formando dos largas hileras, van vestidas <strong>de</strong> blanco, con un lazo <strong>de</strong> cinta azul en el pecho,<br />

un vistoso ramo <strong>de</strong> flores y una vela encendida en la mano. En medio <strong>de</strong> las dos filas y <strong>de</strong><br />

trecho en trecho, resaltan lindos estandartes llevados por niños vestidos <strong>de</strong> ángel.<br />

Allá en el término se alcanza a ver la graciosa imagen <strong>de</strong> Regla, efigie bellísima que<br />

parece que mira y sonríe, ataviada con su riquísimo vestido <strong>de</strong> seda blanca, bordado <strong>de</strong><br />

oro, su manto azul y su corona <strong>de</strong> piedras preciosas. A la aureola <strong>de</strong> plata que circunda a<br />

la Virgen se adhiere otra <strong>de</strong> jazmines y rosas encarnadas, que forma bellísimo juego con el<br />

brillo argentino <strong>de</strong> la primera. Seis ca<strong>de</strong>nas <strong>de</strong> menudas flores, y <strong>de</strong>l color <strong>de</strong> los jazmines y<br />

las rosas, prendidas <strong>de</strong> las engalanadas andas, que están llenas <strong>de</strong> macetas y otros adornos,<br />

ondulan a merced <strong>de</strong>l viento, sujetas en sus extremos por seis manos angelicales.<br />

Antoñita y Engracia vienen al frente con dos primorosos pebeteros que lanzan el humo<br />

<strong>de</strong>l incienso en forma <strong>de</strong> varillas rectas que se quiebran al subir, perfumando el aire que<br />

ro<strong>de</strong>a a la imagen.<br />

Y a una Pimentel, tan linda como la misma imagen; y a una Aminta, tan candorosa como<br />

el velo que la envuelve; y a una Vidal, tan risueña como el ramo <strong>de</strong> flores que lleva en la otra<br />

mano; y a una Guerrero, tan <strong>de</strong>spejada como el cielo <strong>de</strong> esa tar<strong>de</strong>; y a una Castillo, tan majestuosa<br />

como la misma procesión; y a una Andújar, tan simpática y tan llena <strong>de</strong> luz en los ojos como el<br />

rayo <strong>de</strong> sol que en ese instante le hiere la frente, les han tocado las seis prendidas ca<strong>de</strong>nas.<br />

Don Postumio, que está loco <strong>de</strong> contento y tan satisfecho como quien hubiera alcanzado<br />

un triunfo, no ha <strong>de</strong>sperdiciado momentos para aplaudir la obra <strong>de</strong> Antoñita.<br />

En ese instante en que la procesión se ha <strong>de</strong>tenido, a causa <strong>de</strong>l altar que han puesto en<br />

una <strong>de</strong> las esquinas, para hacer un <strong>de</strong>scanso, se han acercado a él algunas personas y jóvenes<br />

<strong>de</strong> la Capital para darle el parabién y hacer sus elogios.<br />

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