03.04.2013 Views

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n <strong>VI</strong> | NOVELA<br />

¡Trabajar! ¿Dón<strong>de</strong> había trabajo? Y dinero, ¿dón<strong>de</strong> había?<br />

Por primera vez quise creer en la fábula <strong>de</strong>l Edén, y lamenté que se hubiera perdido<br />

aquella maravilla. Des<strong>de</strong> entonces no volví a vivir en paz, porque a todas horas parecía<br />

<strong>de</strong>cirme el aspecto sombrío <strong>de</strong> mi mujer:<br />

—busca trabajo. busca dinero.<br />

Yo pensaba que indudablemente algunas personas han nacido para que nadie las comprenda,<br />

y que entre ésas me encontraba yo; porque no había uno, entre los que me ro<strong>de</strong>aban,<br />

que comprendiera mi estado <strong>de</strong> ánimo. Todo era lamentarse <strong>de</strong> la violencia que me hizo<br />

per<strong>de</strong>r el empleo, y <strong>de</strong> mi modo <strong>de</strong> ser. Exponían, con razones que consi<strong>de</strong>raban irrebatibles,<br />

sus conceptos sobre la necesidad <strong>de</strong> conservar el empleo a costa <strong>de</strong> cualquier sacrificio. Con<br />

frecuencia les oía <strong>de</strong>cir:<br />

En este tiempo hay que soportar patadas, si es necesario, para no per<strong>de</strong>r lo que nos<br />

proporciona el pan.<br />

¡El pan! Siempre el pan. ¡Cuántas bajezas por el pan! Y mi angustia no podía ser mayor,<br />

porque mis razonamientos, harto oscuros para todos, se estrellaban en el muro <strong>de</strong> la<br />

incomprensión general.<br />

Tuve que resignarme a oír sermones, consejos y mil cosas <strong>de</strong> esa laya, por el hecho <strong>de</strong><br />

que quien lo daba todo en la casa era el marido <strong>de</strong> mi cuñada.<br />

¡Penosos días! La creencia <strong>de</strong> que yo era un chiflado echaba raíces con gran rapi<strong>de</strong>z.<br />

Una frialdad que congelaba el ambiente, me azotaba el rostro. Nadie confiaba en mí. Y aquel<br />

estribillo <strong>de</strong> mi mujer:<br />

—Hace falta dinero. busca qué hacer.<br />

Desolado, no cesaba <strong>de</strong> hacerme preguntas:<br />

¿Será mi mujer un verdugo? ¿Podrá <strong>de</strong>cirme alguien para qué nací?<br />

Y me iba a la calle, sin rumbo, en busca… ¡no sabía <strong>de</strong> qué!<br />

d<br />

No quedó tienda don<strong>de</strong> yo no fuera en busca <strong>de</strong> trabajo, pero no lo obtuve sencillamente<br />

porque en los establecimientos <strong>de</strong>l pueblo, ni aun los dueños hallan qué hacer. Todo parece<br />

estar sumido en profundo letargo. Lo poco que se ven<strong>de</strong> es a crédito y casi nunca se cobra.<br />

Los establecimientos cada vez son menos. No puedo olvidar lo que me dijo el último comerciante<br />

con quien me entrevisté:<br />

Amigo, cualquiera le daría trabajo, pero el negocio no vale ya la pena. Usted sabe que el<br />

noventa por ciento <strong>de</strong> la gente que trabaja en la región, vive <strong>de</strong>l Central, y que el Central ha monopolizado<br />

el negocio. Si la compañía no ejerciera el comercio al <strong>de</strong>talle quizás se podría vivir,<br />

pero usted sabe que ella lo resuelve todo con provisiones y mercancías, porque cuenta con todos<br />

los recursos para obligar a los que <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n <strong>de</strong> ella a comprar en sus tiendas. Sus peones cobran<br />

semanalmente y sus empleados todas las quincenas, pero todo el mundo sabe que ello no significa<br />

nada para el que cobra ni para nosotros. La pequeñez que le sobra a esa gente no le alcanza para<br />

nada y atento a ella el comercio particular no pue<strong>de</strong> vivir. Lo que cobran los días <strong>de</strong> pago es una<br />

piltrafa que les echan para que crean que trabajan por dinero, y nada más. ¡Y nada po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir!<br />

Porque los métodos coercitivos que posee la compañía son tan perfectos que ante la imposibilidad<br />

<strong>de</strong> hacernos oír si <strong>de</strong>nunciamos la extorsión, sólo nos queda el recurso <strong>de</strong> callar.<br />

¡Sólo nos queda el recurso <strong>de</strong> callar! Lo dijo aquel hombre y ¡<strong>de</strong> qué valía mi indignación!<br />

Nadie mejor que yo conocía esos métodos perfectos <strong>de</strong> que se vale el Central. El sistema<br />

856

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!