03.04.2013 Views

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Siempre con la esperanza <strong>de</strong> verse con Enrique para hablarle y expresarle todo lo que<br />

pensaba y sentía, suplicaba a la madre que no se fuera al campo. Su propósito era permanecer<br />

en el pueblo, así corriera el peligro más inminente.<br />

—Nadie me moverá <strong>de</strong> aquí hasta que no se <strong>de</strong>cida lo que se haga con Enrique –<strong>de</strong>cía<br />

con entereza–. ¡Hombre!, la última fuera que, por cobardía, ni aún esta prueba me atreviera<br />

a darle.<br />

¡Enrique quería que lo llevasen a la Capital; pero sus amigos, y principalmente don<br />

Antonio, tenían razones para impedirlo, a pesar <strong>de</strong> que todos pensaban en el peligro a que<br />

estaba expuesto con el odio <strong>de</strong> Felipe y la venganza <strong>de</strong> Can<strong>de</strong>laria, cuando entraran a la<br />

población los revolucionarios. A<strong>de</strong>más, la fama <strong>de</strong> las malda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> baúl, Solito y sus otros<br />

compañeros no le <strong>de</strong>jaban duda <strong>de</strong> que <strong>de</strong>bía a todo trance salir <strong>de</strong> baní.<br />

¿Pero cómo empren<strong>de</strong>r ese viaje? Su herida no se había cerrado, y el temor <strong>de</strong> que fuese víctima<br />

<strong>de</strong>l pasmo al pasar el río Nizao que estaba muy hondo, los preocupaba seriamente a todos.<br />

—Ese viaje es una impru<strong>de</strong>ncia, una gran<strong>de</strong> impru<strong>de</strong>ncia –repetía Engracia a don Antonio,<br />

en esa misma mañana, poco <strong>de</strong>spués que éste se había separado <strong>de</strong> don Postumio, por<br />

acudir al llamamiento que ella le había hecho–. No consienta usted ese viaje.<br />

—No tengas cuidado, hijita, él se quedará aquí.<br />

—¿Cómo aquí?<br />

—Digo aquí; porque se quedará bien guardadito, esto es, no se iría para la Capital. ¡Ah!<br />

¡picarona! ya veo como se te alegra el semblante –repuso don Antonio, que acostumbrada<br />

bromear con Engracia, por quien siempre había sentido un afecto <strong>de</strong>sinteresado.<br />

—¡Ay! don Antonio, y cuando esa gente venga…<br />

—¡bah! cuando esa gente venga, ni a él ni a mí nos encontrarán en el pueblo.<br />

—¿Y a dón<strong>de</strong>?, dígame don Antonio, ¡dígame por Dios!<br />

Tenía tanta dulzura el timbre <strong>de</strong> la voz <strong>de</strong> Engracia al hacer esa súplica, que don Antonio,<br />

a pesar <strong>de</strong> que <strong>de</strong>bía guardar el secreto para todo el mundo, aún para ella misma, no pudo<br />

prescindir <strong>de</strong> contestarle:<br />

—A nadie, a nadie lo digas: ni a tu madre, ni tu tía Francisca.<br />

—¿Y qué tiene que ver mi tía en esto? –interrumpió la joven.<br />

—Ya verás… Yo voy a escon<strong>de</strong>rlo… y don Antonio se <strong>de</strong>tuvo volviendo la cara a un<br />

lado y a otro para cerciorarse mejor <strong>de</strong> que estaban solos.<br />

—Voy a escon<strong>de</strong>rlo –repitió, ahuecando la mano y acercándose hacia el oído <strong>de</strong> Engracia–<br />

en mi hato <strong>de</strong> La Montería.<br />

—¡En La Montería! ¡Virgen <strong>de</strong> Regla! ahí estará tan vendido como aquí.<br />

—No, así parece, ya tengo el lugar, tu verás. No lo digas a nadie, a nadie, y aunque tengan<br />

uste<strong>de</strong>s que irse allá, al bohío <strong>de</strong> tu tía, no te <strong>de</strong>s por entendida <strong>de</strong> que nosotros estamos<br />

allí. ¿Me entien<strong>de</strong>s? Adiós, Graciadita, pier<strong>de</strong> cuidado que yo lo salvo –añadió don Antonio,<br />

<strong>de</strong>spidiéndose <strong>de</strong> ella con el mayor cariño.<br />

Capítulo III<br />

OTRAS LUCHAS<br />

FRANCISCO GREGORIO bILLINI | bANí O ENGRACIA Y ANTOÑITA<br />

I<br />

Antoñita, en quien se notaba un cambio, <strong>de</strong>bido a la profunda melancolía que la embargaba,<br />

apenas si se le daba cuidado tampoco <strong>de</strong>l peligro que se corría en esperar en el pueblo<br />

la entrada <strong>de</strong> los enemigos.<br />

223

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!