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Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n <strong>VI</strong> | NOVELA<br />

¡Era cierto! Sentí que la tierra se abría a mis pies. Perdí el equilibrio y no acertaba a hacer<br />

nada en <strong>de</strong>bida forma. A la noche siguiente fui al pueblo, sin pedir permiso.<br />

Al coger un automóvil en la carretera, le di instrucciones al chófer para que me llevara<br />

directamente al hospital. Cuando llegué allí, entré al pabellón don<strong>de</strong> se aloja a los empleados<br />

y a sus familiares, en busca <strong>de</strong> mi mujer. No había nadie en el extenso pasillo alumbrado<br />

por una bombilla cuya luz mo<strong>de</strong>raba un globo color <strong>de</strong> leche. Tras caminar <strong>de</strong> un lado a<br />

otro, tropecé con una nurse con aspecto <strong>de</strong> persona muy poseída <strong>de</strong> sí misma, y <strong>de</strong> quien<br />

era dable sospechar que había <strong>de</strong>scubierto la piedra filosofal; <strong>de</strong>scubriéndome ante ella le<br />

pregunté simplemente si no sabía dón<strong>de</strong> estaba mi mujer.<br />

No sé si fue que lo hice muy torpemente, pero aquella mujer <strong>de</strong>mostró estar ofendida,<br />

y con altivez me preguntó:<br />

—¿Su mujer? ¿Quién es usted?<br />

Dije sin vacilar:<br />

—Usted me conoce, indudablemente. Nos hemos visto en el pueblo. Ahora soy el bo<strong>de</strong>guero<br />

Daniel Comprés.<br />

Respondió secamente:<br />

—Pues eso es allí, en el otro pabellón.<br />

Y me volvió la espalda sin <strong>de</strong>cir más.<br />

En otra ocasión habría pensado en su actitud, pero ahora era muy honda la amargura<br />

que había en mí. El pabellón don<strong>de</strong> estaba mi mujer era el mismo <strong>de</strong>stinado a los peones.<br />

Cierto era que ella no estaba en el salón general, don<strong>de</strong> en varias hileras <strong>de</strong> camas había<br />

quince o veinte hombres <strong>de</strong> los cuales algunos rugían <strong>de</strong> dolor durante toda la noche; pero<br />

se encontraba a muy pocos pasos y para ir a su cuarto era necesario pasar por allí. La tenían<br />

en un pequeño cuartito, <strong>de</strong> cuarentidós pies cuadrados a lo sumo, y en el cual había dos<br />

camas. Era tan <strong>de</strong>snudo, tan estrecho, tan triste, como una celda. En una cama vi su cuerpo<br />

gastado; a su lado, a la madre que no me vio. No quise hablarles. Retrocedí en busca <strong>de</strong>l<br />

director. ¿Cómo era posible aquello? Caminé por los jardines <strong>de</strong>l hospital, busqué a aquel<br />

hombre por todas partes, fui a su casa. Allí me dijeron que estaba en un baile que se celebraba<br />

esa noche en el club <strong>de</strong>l pueblo. ¡Qué sordo es el mundo! Regresé al hospital por las<br />

semialumbradas avenidas <strong>de</strong>l central, lleno <strong>de</strong> <strong>de</strong>sesperación. Volví a la celda don<strong>de</strong> estaba<br />

mi mujer y la encontré todavía durmiendo. La madre ahora leía no sé qué cosa. Hablamos<br />

poco. No quise <strong>de</strong>spertar a la enferma. Luego me volví al campo.<br />

A la mañana siguiente, lo primero que hice fue llamar por teléfono al doctor. Estuve más<br />

<strong>de</strong> media hora esperando que le avisaran, que él se <strong>de</strong>socupara. Cuando sonó el timbre, yo<br />

estaba tembloroso.<br />

—¿Quién habla?<br />

—El Director <strong>de</strong>l Hospital –dijo la otra voz a través <strong>de</strong>l alambre.<br />

—Doctor: le habla el bo<strong>de</strong>guero Comprés, que tiene a su esposa allá…<br />

—Diga.<br />

—Yo quiero que me haga el favor <strong>de</strong> trasladarla al otro pabellón. Ahí don<strong>de</strong> está no es<br />

posible. Usted sabe que los peones dicen palabras obscenas y gritan durante toda la noche.<br />

Yo le agra<strong>de</strong>ceré a usted esto siempre.<br />

La otra voz dijo:<br />

—¿Pero sabe usted que una habitación <strong>de</strong> las que usted quiere cuesta cinco pesos diariamente?<br />

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