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Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n <strong>VI</strong> | NOVELA<br />

d<br />

Me hallo entre dos bo<strong>de</strong>gueros. Sentados en toscas sillas, ro<strong>de</strong>amos una caja que hace<br />

las veces <strong>de</strong> mesa y en la cual se yerguen una botella y tres vasos. Hablamos <strong>de</strong>l único tema<br />

que tienen los bo<strong>de</strong>gueros <strong>de</strong> la compañía: la bo<strong>de</strong>ga y lo que a ella concierne.<br />

Ventas, vales, reportes, el alemán, Mr. Robinson, Mr. Lilo… Todos <strong>de</strong>sfilan por nuestra<br />

conversación, pero muy superficialmente. Se nota que cada uno teme aventurar una palabra<br />

que más tar<strong>de</strong> pueda comprometerle. Porque ningún espionaje es tan eficaz como éste <strong>de</strong> la<br />

finca, don<strong>de</strong> el empleado, a la vez que es carne <strong>de</strong> trapiche, hace <strong>de</strong> lubricante <strong>de</strong> la máquina<br />

y <strong>de</strong> conductor <strong>de</strong> elementos que alimentarán el engranaje insaciable.<br />

Uno <strong>de</strong> los que me acompañan es Eduardo, un muchacho <strong>de</strong>l Sur, inteligente, <strong>de</strong> mirada<br />

muy viva, que me ha tomado gran afecto por lo que él llama en mí, “franqueza”. Es veterano<br />

entre los bo<strong>de</strong>gueros y puedo <strong>de</strong>cir que me ha tomado bajo su protección. Por él he sabido<br />

que aquí es necesario “llevar la lengua en el bolsillo”, y ha sido él quien me ha enseñado a<br />

perfección los trucos <strong>de</strong>l robo en el peso y la mejor manera <strong>de</strong> lidiar al peonaje. A pesar <strong>de</strong><br />

que sus años no llegan a treinta, se sabe <strong>de</strong> memoria la vida <strong>de</strong> los bateyes y nadie tiene un<br />

olfato como el suyo para husmear el peligro. Mi<strong>de</strong> y pesa lo que dice, y según me ha dicho<br />

fue aquí don<strong>de</strong> se hizo tan zorro.<br />

El otro es <strong>de</strong> esta misma región y creo que nadie pue<strong>de</strong> ser tan jactancioso como él. Es<br />

el tipo representativo <strong>de</strong> una clase <strong>de</strong> bo<strong>de</strong>gueros abominables. Repugna estar a su vera. Se<br />

alaba <strong>de</strong> todo. Asegura que es el hombre más eficiente <strong>de</strong>l <strong>de</strong>partamento y también el más<br />

hábil en lo que concierne al aumento <strong>de</strong> su cuenta <strong>de</strong> ahorros a costa <strong>de</strong> los peones. Ahora<br />

mismo proclama:<br />

Yo tengo mi batey disciplinado. A mí no hay peón que me forme berrinches. El que se<br />

para frente al mostrador <strong>de</strong> mi bo<strong>de</strong>ga, ¡me paga el barato! Casi nada… (y falsea la voz,<br />

imprimiéndole un tono cínico), sólo le arranco el quince o el veinte por ciento, sin contar el<br />

over. ¡Porque lo <strong>de</strong> Papá Central es cosa aparte!…<br />

Guiña un ojo y ríe estrepitosamente. Goza oyéndose a sí mismo. Ahora alar<strong>de</strong>a <strong>de</strong> su<br />

amistad con los gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l <strong>de</strong>partamento:<br />

—Así sin dármelas, yo soy hombre que jalo con Mr. Lilo. ¡A mí me pusieron en este<br />

puesto sin dar viajes! Imagínense que llegué recomendado al mismo administrador <strong>de</strong>l<br />

Central nada menos que por el general beltrán. ¿Y saben uste<strong>de</strong>s quién es el General?…<br />

bueno, pues nada menos que el gallazo que arregló a toletazos el rebú <strong>de</strong> los muelles cuando<br />

los cocolos se regaron el año pasado.<br />

Sin esperar comentario, como hombre seguro <strong>de</strong> que causa admiración entre sus oyentes,<br />

y que da por <strong>de</strong>scontado el gran interés que todos tienen en escucharle, sigue:<br />

—Yo aquí estoy muy bien. Mr. Baumer tiene mucha confianza. Mr. Lilo no sabe dón<strong>de</strong><br />

ponerme, ¡porque ese sí es mi amigo! ¿No lo han tratado a fondo uste<strong>de</strong>s? ¡Ah! Eso es lo<br />

que se llama un hombre simpático. ¡Y lo que hay en el fondo…! ¡Estando bien con Mr. Lilo,<br />

pue<strong>de</strong> llover y tronar! Con ese apoyo no hay quien se gaste ñoñerías conmigo en el batey.<br />

A mí me adula el mayordomo y me respeta el contratista, y es porque saben que en contra<br />

mía no corren cuentos <strong>de</strong> finca, porque yo me junto con los cabezas. Ahora mismo, ¿a qué<br />

no me dicen a dón<strong>de</strong> voy…? Pues, a una fiesta que le dan a Mr. Lilo en casa <strong>de</strong> Turrón, el<br />

bo<strong>de</strong>guero <strong>de</strong>l 322, que está más bien con él que el caráj… ¡A cumbanchar con los jefes,<br />

mis amigos! A esa fiesta me invitó el mismo Mr. Lilo en persona. Cuando vi su carro ayer,<br />

me pregunté: “¿A qué vendrá Mr. Lilo a estas horas?” y cuando llegó a mi bo<strong>de</strong>ga fue para<br />

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