03.04.2013 Views

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n <strong>VI</strong> | NOVELA<br />

No es una vergüenza para nadie, porque se practica como cualquiera otra función natural,<br />

y se acepta como una condición ajena al empleo.<br />

Pienso cómo cada uno hace lo suyo. Los pesadores <strong>de</strong> caña usan pesas cargadas para<br />

quitarles al carretero y al picador, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> quinientas a mil libras por carretada, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong><br />

doscientas que se <strong>de</strong>scuentan corrientemente para que el peso <strong>de</strong>l chucho salga aproximado<br />

con el <strong>de</strong> la factoría. Esto le proporciona varios cientos <strong>de</strong> pesos <strong>de</strong> over al dueño <strong>de</strong>l tiro<br />

<strong>de</strong> caña, que con ese dinero se alivia un poco las multas, errores en su contra, y el precio<br />

<strong>de</strong>l agua que beben sus bueyes (propios o alquilados a la compañía), agua que a veces es<br />

puramente simbólica, ya que se le cobra al colono y al contratista aunque tengan <strong>de</strong>ntro o<br />

cerca <strong>de</strong> sus colonias –es <strong>de</strong>cir, aún en terreno que no pertenece al Central–, algún arroyo<br />

don<strong>de</strong> su ganado mitigue la sed.<br />

La compañía prohíbe terminantemente las pesas cargadas, como prohíbe todo lo que<br />

a la vista signifique engaño, pero no dice nada cuando aparece el over –¡como si fuera cosa<br />

bajada <strong>de</strong>l cielo!–, porque sabe que éste irá a sus manos irremisiblemente.<br />

Los mayordomos <strong>de</strong> la casa –como se les dice a los <strong>de</strong>l Central–, también tienen su forma<br />

<strong>de</strong> robar. La oficina <strong>de</strong>l cultivo paga los trabajos sumamente baratos. El <strong>de</strong>savero* se ha llegado<br />

a pagar a menos <strong>de</strong> un centavo la tarea, y su precio ordinario es un centavo o centavo<br />

y medio. El <strong>de</strong>syerbo <strong>de</strong>l interior <strong>de</strong> las piezas, en terrenos abandonados, pedregosos, don<strong>de</strong><br />

no es posible hacer dos tareas en un día, a veces se ha pagado a cinco o seis centavos. ¡Pero<br />

esto es un milagro! Que los precios ordinarios son: tres, tres y medio o cuatro centavos la<br />

tarea, suba o baje el precio <strong>de</strong>l azúcar. Los trabajadores a veces no quieren hacer los cultivos,<br />

no porque tengan energías para reclamar <strong>de</strong>rechos o formular protestas, sino porque<br />

sus ojos les dicen que en dos días <strong>de</strong> trabajo no ganarán para comer una vez. Y entonces el<br />

mayordomo se ve en la necesidad <strong>de</strong> obligarles por la fuerza, valiéndose <strong>de</strong> la policía <strong>de</strong>l<br />

Central y <strong>de</strong> su propio machete, o tiene que hacer malabarismos; porque cuando el míster<br />

da la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> realizar un trabajo a este o a aquel precio, es necesario hacerlo, puédase o no,<br />

para conservar el empleo, pues sabido es que los blancos son infalibles y que no rectifican<br />

ór<strong>de</strong>nes. En tales casos, algunos ponen dinero <strong>de</strong> sus pequeños sueldos; pero otros, que no<br />

están dispuestos a ello, o que no pue<strong>de</strong>n hacerlo, se valen <strong>de</strong> trampas. Proponen los trabajos<br />

–por su cuenta y con el riesgo también <strong>de</strong> ser <strong>de</strong>spedidos si se les <strong>de</strong>scubre la maniobra– a<br />

precios más altos que los estipulados por la oficina. Pero como no pue<strong>de</strong>n presentar modificaciones<br />

en el reporte o pay-roll, para ajustar sus cuentas engañan al ignorante peón, y<br />

las cien tareas que ha hecho el trabajador, al ser medidas o calculadas, son convertidas en<br />

ochenta; las ochenta en sesenta, etc. Y entonces, ¡cuidarse <strong>de</strong> ser <strong>de</strong>scubiertos!, porque la<br />

“seriedad” <strong>de</strong> la compañía no admite engaños.<br />

En cuanto al bo<strong>de</strong>guero, la cosa es más complicada y más cruel. Se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir que ningún<br />

empleado se halla tan impelido al robo y a la <strong>de</strong>sesperación como éste. Al bo<strong>de</strong>guero todo<br />

se le carga minuciosamente, ya sea una onza <strong>de</strong> pimienta, una cabeza <strong>de</strong> ajos, media libra<br />

<strong>de</strong> habichuelas o una nuez moscada. El <strong>de</strong>partamento tiene reglamentos impresos que son<br />

verda<strong>de</strong>ras leyes; fantásticas y drásticas leyes mediante las cuales queda uno con<strong>de</strong>nado,<br />

extinguido, pulverizado, sin haber sido juzgado y sin tener opción a apelación <strong>de</strong> ninguna<br />

especie. Con frecuencia Mr. Robinson escribe diciendo: “Debe usted ceñirse estrictamente a<br />

tal artículo <strong>de</strong> nuestro reglamento” o “De acuerdo con el artículo tal sírvase hacer esto o lo<br />

*Desyerbo <strong>de</strong> tres o cuatro pies <strong>de</strong> ancho que se hace alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> las piezas <strong>de</strong> caña poco antes <strong>de</strong> comenzar<br />

la zafra o cosecha.<br />

790

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!