03.04.2013 Views

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n <strong>VI</strong> | NOVELA<br />

se queman fuegos artificiales: ilumínanse las plazas a la veneciana; se pintan y empavesan<br />

las embarcaciones, y una ca<strong>de</strong>na que ostenta la inscripción “Paso al progreso” cierra la barra,<br />

para que, cuando entre en la ría, la rompa el crucero “Presi<strong>de</strong>nte” a cuyo bordo está el<br />

feliz magistrado; el poeta nacional le da la bienvenida, y tres generales le saludan en malos<br />

versos impresos en seda y <strong>de</strong>sfila por entre soldados <strong>de</strong> gala hacia la Catedral.<br />

En la prima noche, un viento fresco agita las ban<strong>de</strong>ras, <strong>de</strong>sgreñando el follaje <strong>de</strong> sauces y<br />

laureles tachonado <strong>de</strong> farolillos. Los vecinos, al acostarse, atracan puertas y ventanas. El mar,<br />

furioso, escupe sus espumas hasta el faro. Después <strong>de</strong> las doce, el viento silba, brama, ruge,<br />

sacu<strong>de</strong> las puertas, <strong>de</strong>scuaja árboles, <strong>de</strong>rriba casas. La lluvia impetuosa inunda. De hinojos,<br />

ante las imágenes, iluminada por lucecillas votivas, las mujeres rezan: “Dios te salve María,<br />

llena eres <strong>de</strong> gracia”. Los osados se arriesgan en las calles. Por el arroyo corren torrentes<br />

<strong>de</strong>sbordados, vuelan en las tinieblas planchas <strong>de</strong> cinc amenazando cercenar cabezas, y familias<br />

<strong>de</strong>svalidas abandonan las habitaciones <strong>de</strong>stechadas. Las centellas alumbran la escena<br />

trágica. El viento y el mar acordan antífona estupenda. Es el ciclón. A la mañana siguiente, las<br />

últimas ráfagas cimbrean los cocoteros y juegan con los restos <strong>de</strong> castillos, arcos y adornos.<br />

Los árboles arrasados impi<strong>de</strong>n el tráfico por los caminos vecinales. “¡No hay leche!”, gritan<br />

las madres ante las cunas tibias. Clamor <strong>de</strong> miseria surge <strong>de</strong> los hogares en ruina; mujeres<br />

<strong>de</strong>soladas buscan a los hijos perdidos; rimeros <strong>de</strong> tablas <strong>de</strong> planchas <strong>de</strong> cinc, cumbreras <strong>de</strong><br />

bohíos, herrajes <strong>de</strong> balcones, amontonados; hembras encinta, hombres contusos; los faroles<br />

por tierra, y los laureles <strong>de</strong>l Parque mostrando al Sol sus raíces. Y el Pacificador, incansable,<br />

va <strong>de</strong> puerta en puerta pidiendo a los ricos una limosna para los pobres...<br />

Des<strong>de</strong> que la banda <strong>de</strong> cornetas y redoblantes ejecutó la Diana <strong>de</strong> la Puerta <strong>de</strong>l Con<strong>de</strong>, aquel<br />

27 <strong>de</strong> febrero, expectación febril sacu<strong>de</strong> la ciudad. Ni el mensaje presi<strong>de</strong>ncial leído por el propio<br />

Lilís en el Congreso, ni el te Deum, ni la inauguración <strong>de</strong>l nuevo edificio <strong>de</strong> la Aduana, ni la retreta<br />

con fuegos artificiales interesan a sus moradores. El baile <strong>de</strong> trajes que la Sociedad Entre Nous<br />

ofrece en el local <strong>de</strong>l Club Unión, y que se anuncia magnífico, acapara toda la atención. Durante<br />

un mes ha sido pasto <strong>de</strong> las lenguas. Figurines y grabados, representaciones <strong>de</strong> personajes históricos,<br />

han corrido <strong>de</strong> mano en mano; se discute, modifícanse mo<strong>de</strong>los hasta elegir guardándose<br />

el secreto para evitar imitaciones. Por las calles se advierte inusitado ajetreo <strong>de</strong> domésticas que<br />

van a las tiendas por muestras y telas, y en las primas noches <strong>de</strong> las muchachas que se afanan<br />

en busca <strong>de</strong> adornos y peren<strong>de</strong>ngues. En casa <strong>de</strong> las modistas, atareadas a no po<strong>de</strong>r más, se<br />

reúnen a garrulear, dando entre risa y beso, su tijeretazo a las ausentes.<br />

—Niña, María se está haciendo un traje <strong>de</strong> Margarita, todo <strong>de</strong> seda, pintado por ella<br />

misma.<br />

—Le resultará un primor, porque no se pue<strong>de</strong> negar que tiene gusto. ¿Recuerdas qué<br />

linda estaba en el baile en casa <strong>de</strong>...?<br />

—Y Antonia P. <strong>de</strong> trovador, <strong>de</strong> raso... ¡y qué avíos, chica!, le costará un ojo <strong>de</strong> la cara.<br />

—Quién como ella, si tiene el gobierno en casa.<br />

—Y las... que te cuento van las cuatro, y con qué lujo, seda y piedras finas...<br />

—¿Y tú?<br />

—Ya verás, <strong>de</strong> locura; pero chica, el viejo está imposible, se oponía al raso y ahora<br />

preten<strong>de</strong> que no le ponga cascabeles. Dizque las cosas están muy malas y no se cobran los<br />

alquileres <strong>de</strong> las casas.<br />

—No creas nada. Dale duro en el codo para que abra la mano, que bien pue<strong>de</strong>.<br />

—¿Y tú?<br />

76

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!