03.04.2013 Views

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—Veníos a la mía, que es bastante gran<strong>de</strong> –repuso la excelente dama con seductora<br />

franqueza–; Valenzuela <strong>de</strong>socupará pronto la vuestra.<br />

—No quisiera causarle ese enojo –objetó Enrique.<br />

—No llevéis muy lejos las consi<strong>de</strong>raciones –replicó Doña Leonor con <strong>de</strong>sabrimiento–;<br />

el mozuelo no merece tanto.<br />

—¡Ah, señora! –exclamó Enrique–; se conduce muy bien conmigo.<br />

—Hasta ahora no digo que no, Enriquillo; pero ¿quién sabe en lo sucesivo?<br />

—No es bueno anticipar malos juicios, Doña Leonor.<br />

—Ni fiarse <strong>de</strong>masiado, cacique: quien malas mañas tiene, tar<strong>de</strong> o nunca las pier<strong>de</strong>.<br />

Prosiguieron los tres la conversación en el mismo tono, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> discutir un buen<br />

rato las objeciones <strong>de</strong> Enriquillo, fundadas en la necesidad <strong>de</strong> que él permaneciera en el Hato<br />

para aten<strong>de</strong>r a las labranzas <strong>de</strong> La Higuera, y a otros trabajos perentorios en aquella época <strong>de</strong>l<br />

año, quedó convenido que al día siguiente la viuda regresaría a San juan a preparar en su casa<br />

alojamiento provisional para los esposos; y <strong>de</strong> esta manera, Enrique podría ir y venir al Hato y<br />

a sus contornos, o don<strong>de</strong> mejor le pareciese, <strong>de</strong>jando su mujer bien acompañada. Así se efectuó,<br />

instalándose la pequeña familia tres días <strong>de</strong>spués en la cómoda y espaciosa casa <strong>de</strong> Doña Leonor<br />

Castilla. Andrés <strong>de</strong> Valenzuela aparentó ver con gran<strong>de</strong> extrañeza aquella súbita resolución,<br />

cuando se la participó el cacique, y concluyó por recomendar a éste que tuviera mucho cuidado<br />

en que no se <strong>de</strong>sarreglara el servicio <strong>de</strong>l Hato, ni el <strong>de</strong> las cuadrillas <strong>de</strong> La Higuera, mientras<br />

llegaran a su término los inventarios y liquidaciones <strong>de</strong> la sucesión paterna. Más se guardó bien<br />

<strong>de</strong> hacer ni remota alusión a la casa que él <strong>de</strong>bía <strong>de</strong>salojar y poner a disposición <strong>de</strong>l cacique,<br />

según la voluntad <strong>de</strong>l difunto Valenzuela; omisión que dio harto que pensar a Enriquillo.<br />

XX<strong>VI</strong>I. Noveda<strong>de</strong>s<br />

MANUEL DE j. GALVÁN | ENRIQUILLO<br />

Por la noche, durante la cena, el cacique refirió a su mujer y a Doña Leonor su conversación<br />

con Andrés <strong>de</strong> Valenzuela.<br />

—¿Nada te dijo <strong>de</strong> la casa? –preguntó Mencía a su esposo.<br />

—Ni una palabra –respondió éste–; <strong>de</strong>jaré pasar dos o tres días para explorar su intención.<br />

—Eso no corre prisa, amigos míos –dijo Doña Leonor–. Yo no pienso <strong>de</strong>jaros ir <strong>de</strong> aquí<br />

tan pronto.<br />

Enriquillo no insistió en el punto. Meditaba subordinar su conducta a los consejos que<br />

había pedido, y <strong>de</strong>bía recibir <strong>de</strong> Las Casas. El domingo fue a oír misa con Mencía. Al salir<br />

<strong>de</strong> la iglesia repararon en Valenzuela que con Mojica, el teniente Gobernador badillo y algún<br />

otro curioso, formaban el acostumbrado corro a la puerta <strong>de</strong>l templo. La faz <strong>de</strong> Valenzuela<br />

<strong>de</strong>jaba traslucir una siniestra alegría, y la <strong>de</strong> su infame confi<strong>de</strong>nte se mostró más sarcástica<br />

y <strong>de</strong>svergonzada que nunca, a vista <strong>de</strong> la <strong>de</strong>vota pareja.<br />

El cacique saludó quitándose con respeto el sombrero, al pasar junto al grupo, sin obtener<br />

más contestación a su saludo que un irónico y <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñoso adiós, cacique, lanzado por Mojica,<br />

cuya voz heló la sangre en las venas a Enriquillo.<br />

—Alguna <strong>de</strong>sdicha me amenaza, Mencía –dijo a su esposa cuando hubo dado algunos<br />

pasos lejos <strong>de</strong>l grupo.<br />

—¿Has visto algún cuervo? –respondió la joven, sonriendo.<br />

—He visto a un verda<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>monio, esposa mía –replicó Enriquillo; y comunicó a Mencía<br />

su aprensión supersticiosa que tenía la presencia <strong>de</strong> Mojica por signo <strong>de</strong> mal agüero.<br />

681

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!