03.04.2013 Views

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n <strong>VI</strong> | NOVELA<br />

Así lo hicieron los esbirros, o hablando con más propiedad, el mismo cacique fue<br />

muy <strong>de</strong> su agrado a cumplir el mandato <strong>de</strong> la autoridad. Valenzuela lo recibió con sañudo<br />

talante, y dando a su voz todo el volumen y el énfasis <strong>de</strong> que era susceptible, dijo<br />

a Enriquillo:<br />

—Deseo saber, señor bergante, dón<strong>de</strong> habéis estado en todo este tiempo.<br />

—Fui a Santo Domingo a quejarme <strong>de</strong> vos y <strong>de</strong>l señor badillo –contestó Enrique sin<br />

vacilación ni jactancia, como quien presenta la excusa más natural <strong>de</strong>l mundo.<br />

—¿Y qué obtuvisteis, señor letrado? –preguntó Valenzuela burlándose.<br />

—Una simple carta <strong>de</strong> favor –dijo el cacique–, <strong>de</strong> la cual no ha hecho caso el señor badillo,<br />

quien manda ponerme a vuestra disposición.<br />

—¿Es por soberbia, o por humildad, que así me respondéis? –volvió a preguntar Valenzuela,<br />

no acertando a <strong>de</strong>finir la naturaleza <strong>de</strong> las contestaciones <strong>de</strong> Enriquillo.<br />

—Haced <strong>de</strong> mí lo que os plazca, señor. Sólo sé <strong>de</strong>cir la verdad.<br />

—Iréis a la cárcel, Enriquillo, para corregir vuestro atrevimiento.<br />

—Si no es más que eso, vamos <strong>de</strong> aquí –dijo el cacique a sus guardianes.<br />

—Es algo más que eso –agregó Valenzuela <strong>de</strong>spidiéndole; ponedle en el cepo, y que<br />

pase en él la noche.<br />

Con esto, alguaciles y prisionero se retiraron a cumplir la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l insolente hidalgo.<br />

Enriquillo manifestó, no ya mera tranquilidad, sino una satisfacción extraordinaria; y en<br />

tanto que caminaba con paso igual y seguro en medio <strong>de</strong> los ministriles, repetía, como hablando<br />

consigo mismo:<br />

—¡Ya lo veis, Don Francisco, basta! ¡He cumplido con vos más allá <strong>de</strong> lo que hubierais<br />

exigido, y basta Don Francisco, basta!<br />

Los esbirros escuchaban con extrañeza este monólogo, y el uno dijo a su colega, llevándose<br />

un <strong>de</strong>do a la sien con aire <strong>de</strong> lástima:<br />

—¡Está loco!<br />

XLI. Alzamiento<br />

Acaso logra el águila prisionera romper las ligaduras con que una mano artificiosa la<br />

prendiera en traidora red; y entonces, nada más grato y grandioso que ver la que fue ave<br />

cautiva, ya en libertad, exten<strong>de</strong>r las pujantes alas, enseñorearse <strong>de</strong>l espacio etéreo, <strong>de</strong>scribir<br />

majestuosamente amplios círculos, y elevar más y más el raudo vuelo, como si aspirara a<br />

confundirse entre los refulgentes rayos <strong>de</strong>l sol.<br />

Aún no hacía ocho días que Enriquillo, el abatido, el humillado, el vilipendiado cacique,<br />

había salido <strong>de</strong> la inmunda cárcel, don<strong>de</strong> lo sumieran el capricho y la arbitrariedad <strong>de</strong> sus<br />

fieros cuanto gratuitos enemigos. Cada minuto, <strong>de</strong> los <strong>de</strong> esa tregua <strong>de</strong> libertad ficticia, fue<br />

activa y acertadamente aprovechado para los gran<strong>de</strong>s fines que revolvía en su mente el<br />

infortunado siervo <strong>de</strong> Valenzuela.<br />

Tamayo se multiplicaba, iba, venía, volvía, corría <strong>de</strong> un lado a otro con el fervor <strong>de</strong> la<br />

pasión exaltada, que ve llegar la hora <strong>de</strong> alcanzar su objeto. Enriquillo or<strong>de</strong>naba, mandaba,<br />

dirigía, preveía: Tamayo ejecutaba sin réplica, sin examen, con ciega obediencia, todas las<br />

disposiciones <strong>de</strong>l cacique. Éste era el pensamiento y la voluntad, aquél, el instrumento y<br />

la acción. Lo que en una semana prepararon e hicieron aquellos dos hombres, se hubiera<br />

juzgado tarea imposible para veinte en un mes.<br />

710

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!