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Volumen VI - Novela - Banco de Reservas

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F. GARCíA GODOY | GUANUMA<br />

José Antonio Salcedo, el general Pepillo como cariñosamente lo llamaban sus amigos, figura<br />

con unánime aquiescencia como Presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l recién instaurado Gobierno Provisional. Visto<br />

serenamente, a cierta distancia, sin sombras <strong>de</strong> pasión o <strong>de</strong> rencor como conviene mirar estas<br />

cosas, el general Pepillo resulta, como lo fue en su vida, una figura eminentemente simpática,<br />

ennoblecida por el martirio, que evoca el recuerdo <strong>de</strong> muchos viejos paladines ungidos por<br />

inmarcesibles glorias <strong>de</strong> resonantes proezas legendarias. Noble, sencillo, tolerante, generoso,<br />

humano, débil en sus afectos, sus errores, que no fueron pocos, sus intermitentes explosiones <strong>de</strong><br />

violencia, su misma intemperancia en la bebida, no alcanzan a menoscabar sus sobresalientes<br />

cualida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> caudillo estructurado para ejercer influencia casi <strong>de</strong>cisiva aunque poco durable<br />

en el instante álgido <strong>de</strong> un tormentoso período histórico. De un valor rayano en la temeridad,<br />

brilló notablemente en las penosas campañas contra los haitianos hasta ganar con sus no interrumpidos<br />

servicios el grado <strong>de</strong> coronel. De él se cuentan hechos prodigiosos. Especie <strong>de</strong> Páez<br />

dominicano, magnífico jinete, cabalga días y días sin que sus músculos <strong>de</strong> acero sientan por<br />

un momento la natural impresión <strong>de</strong>l cansancio. Por su <strong>de</strong>bilidad con ciertos amigos, toleró,<br />

inconscientemente, que a su alre<strong>de</strong>dor se urdieran intrigas protervas que atisbaban los ojos<br />

escrutadores <strong>de</strong> sus enemigos para explotarlas como armas mezquinas contra el incauto mandatario.<br />

“De corta estatura, dice en sus Memorias Manuel R. Objío, su fuerza física no estaba en<br />

relación con su tamaño; <strong>de</strong> un tajo <strong>de</strong> su sable rendía muerto a un hombre, <strong>de</strong>rribaba un toro<br />

sin dificultad o lo paraba en su carrera teniéndole por el rabo”. Víctima inocente sacrificada a<br />

<strong>de</strong>stiempo por implacables rencores partidaristas, cruzó como rauda aparición por el ensangrentado<br />

horizonte <strong>de</strong> nuestra dramática historia <strong>de</strong>jando tras sí fulguraciones <strong>de</strong> perdurable<br />

memoria. Cayó cobar<strong>de</strong>mente atravesado por el plomo <strong>de</strong> sus mismos compañeros <strong>de</strong> armas,<br />

en un triste día <strong>de</strong> noviembre, en una playa solitaria, pegado a unos uveros, <strong>de</strong> cara al mar,<br />

confundiéndose el ruido <strong>de</strong> la <strong>de</strong>scarga asesina con el rumor <strong>de</strong>l oleaje <strong>de</strong>l Atlántico que se<br />

estrellaba impetuoso y mugidor en los arenales y acantilados <strong>de</strong> la costa bravía…<br />

La primera atención <strong>de</strong>l nuevo Gobierno concretóse naturalmente a establecer por el<br />

Norte y por el Sur las correspondientes líneas <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa a fin <strong>de</strong> estar en situación <strong>de</strong> rechazar<br />

ventajosamente posibles agresiones españolas y <strong>de</strong> llevar el espíritu revolucionario,<br />

por todos los medios a ello conducentes, a las regiones <strong>de</strong>l país aún libres <strong>de</strong>l contagio<br />

insurreccional. Las operaciones marchaban viento en popa por el lado <strong>de</strong> Puerto Plata. El<br />

sitio <strong>de</strong> la ciudad será cada vez más estrecho. Se conoce con relativa exactitud el número <strong>de</strong><br />

hombres que la guarnecen y los preparativos que hacen los españoles para la <strong>de</strong>fensa tenaz<br />

<strong>de</strong> aquella plaza dueña <strong>de</strong> un fuerte poco menos que inexpugnable por su excelente situación<br />

topográfica. Pero no se preten<strong>de</strong>rá, cosa punto menos que imposible, tomarlo a viva fuerza.<br />

Los españoles tienen a Puerto Plata como base <strong>de</strong> operaciones para invadir nuevamente el<br />

interior secundando vigorosamente un posible avance <strong>de</strong> los suyos por el lado <strong>de</strong>l Norte…<br />

En Santiago, en aquel momento, se ignora todo, o casi todo, lo que está acaeciendo en el Sur<br />

y en el Este. De Santo Domingo, particularmente no se sabe absolutamente nada. Con la<br />

premura que exige el caso, se han expedido ya las ór<strong>de</strong>nes oportunas para establecer fuertes<br />

cantones en <strong>de</strong>terminados puntos estratégicos a fin <strong>de</strong> impedir <strong>de</strong>cididamente y hasta don<strong>de</strong><br />

sea dable que el ejército español, salvando con un movimiento vigoroso <strong>de</strong> avance los pasos<br />

más difíciles <strong>de</strong> la cordillera, haga irrupción en el Cibao poniendo en inminente peligro<br />

la flamante República. Han pasado algunos días. De pronto, vagamente, sin conocerse la<br />

proce<strong>de</strong>ncia, como traída por el aire, empieza a esparcirse la noticia, poniendo espanto en<br />

algunos espíritus pusilánimes, <strong>de</strong> que el temido y temible Santana al frente <strong>de</strong> numerosa<br />

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