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Las comunidades cristianas se nuclearon a partir de la fe y no a partir de los lazos de sangre o de la<br />

institución política. Ello planteó una contradicción con las otras formas institucionales donde lo fundamental<br />

son los lazos políticos y el Estado. Esta contradicción fue permanente durante estos los siglos y fue resolviéndose<br />

de formas diversas. Cuando el cristianismo llegó a ser mayoritario dentro del Imperio, fue necesario<br />

plantearse un nuevo tipo de organización institucional, que resultase acorde con las nuevas condiciones. Sin<br />

embargo, el proceso de centralización y unificación fue lento y tuvo que pasar mucho tiempo antes de que la<br />

Iglesia centralizase definitivamente su organización.<br />

En el tiempo de la caída del Imperio Romano, la situación de la Iglesia era la siguiente: 1) Desapareció<br />

la estructura política universal del Imperio (la mayor parte de cuyos miembros se había convertido al<br />

cristianismo). 2) Aparecieron nuevos grupos humanos (los bárbaros) que además de detentar el poder político<br />

tenían culturas, creencias e instituciones diversas del cristianismo (paganas). 3) Por último, la Iglesia comienza<br />

a concebirse como una institución espiritual universal, expresión de una religión también universal. Para<br />

integrar todos estos elementos, la Iglesia se organizó dentro del ámbito del Imperio (y más allá también),<br />

teniendo como objetivos la evangelización de los bárbaros y la consolidación propia como organización<br />

ecuménica 238 .<br />

La conversión de los bárbaros fue el resultado de un doble movimiento. Por un lado, la Iglesia puso en<br />

acción una enorme energía evangelizadora a través de una multitud de misioneros que se distribuyeron entre<br />

los distintos reinos germanos. Por otro lado, los mismos bárbaros, dada la seducción que ejercía sobre ellos la<br />

tradición de los conquistados 239 , se sintieron atraídos hacia la religión cristiana. Es así que se convirtieron,<br />

primero a corrientes heréticas como el arrianismo, para luego adherir a la doctrina central de la Iglesia.<br />

4.1. Los monasterios<br />

En la organización de esta tarea evangelizadora, los monasterios ocuparon un lugar destacado. Desde<br />

tiempo atrás venía dándose en forma espontánea un singular proceso: en un mundo de guerras, inseguridad y<br />

decadencia, algunos hombres tienden a aislarse de la sociedad para buscar un modo de vida más sereno,<br />

pacífico y en relación con Dios. Éstos son los anacoretas y eremitas. A partir de esta disposición natural se<br />

constituyó la organización de los monasterios.<br />

Fue san Benito de Nurcia el que, alrededor del 500, organizó por primera vez en Occidente,<br />

comunidades de hombres de oración, aislados del mundo turbulento y conflictivo. Los monasterios resultaron<br />

así células en las que se reunieron veinte, treinta, hasta cien hombres retirados del mundo, que vivían en<br />

comunidad. Pero además san Benito dio a la organización un nuevo carácter que se expresó claramente en la<br />

consigna: ora et labora (reza y trabaja), a partir de la cual el monje benedictino dividió su vida entre la oración<br />

y el trabajo. Este hecho tiene una importancia singular, porque para el mundo antiguo el trabajo no era un<br />

valor, algo que enaltecía y ennoblecía; los valores eran la valentía de los guerreros o la sabiduría o la santidad,<br />

pero no el trabajo, que era propio del esclavo, del siervo o del campesino. La consigna de san Benito puso en<br />

movimiento algo inédito y esencial para la tradición de Occidente: por primera vez se conceptúa al trabajo<br />

positivamente, como valor. Este es un hecho revolucionario en tanto, desde entonces, se crean las condiciones<br />

para considerar al trabajo como algo que eleva y dignifica al hombre, transformando, a su vez, la imagen que el<br />

hombre tiene de sí mismo.<br />

De este modo, los monasterios benedictinos se constituyeron en organizaciones de oración y<br />

producción. Allí se trabajó para el autoabastecimiento (además de los productos que se consumían, se<br />

producían los instrumentos para producirlos) y los excedentes se destinaban a la caridad. Así resulta que gran<br />

238<br />

«Ecuménica» significa universal.<br />

239<br />

Esta doble relación de dominio registra una experiencia análoga en la relación entre los primitivos romanos y la<br />

cultura griega: también los romanos habían dominado a los griegos quedando subyugados por su cultura.<br />

108

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