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que el acontecer natural está sujeto a una regularidad. [...] Pero dicha convicción no es científicamente<br />
demostrable, sino sólo un proyecto hipotético” 339 .<br />
3.g. El criterio de verdad: El que este supuesto último de la uniformidad no sea demostrable, hace que<br />
la ciencia, como institución, como comunidad de científicos, sea la que suministre al conjunto de las sociedad<br />
los criterios de verdad. Todo hombre es racional y puede ser científico, ya que existen leyes que corresponden a<br />
esa racionalidad que pueden ser conocidas siguiendo el mismo método.<br />
No son las leyes que para los griegos aparecen en una forma mítico-religiosa en el destino, ni son las<br />
leyes que para los cristianos ordena la Providencia de acuerdo con el plan de salvación y cuya verdad es<br />
custodiada y avalada por la institución de la Iglesia. Son otro tipo de leyes, a las cuales todos pueden tener<br />
acceso, siempre y cuando sean guiados por la institución de la ciencia.<br />
3.h. La relación con la sociedad: Estos principios que la ciencia natural ha desarrollado y aplicado con<br />
éxito fueron rápidamente extendidos al ámbito de la sociedad y a la naturaleza humana. Así se desarrolló la<br />
convicción de que también el ámbito de la sociedad podría comprenderse científicamente de acuerdo con el<br />
mismo método. El movimiento ilustrado buscaba destruir no sólo el despotismo sino también las instituciones<br />
que tergiversaban y opacaban la fuente del poder social, persiguiendo el objetivo de hacer a la sociedad tan<br />
transparente como el pensamiento científico. De esta manera, la Ilustración pudo convertirse en un movimiento<br />
revolucionario, en cuanto criticó el orden del pasado a partir de principios racionales. “Así, entonces –dice<br />
J.P.Feinmann-, es posible rescatar la pasión revolucionaria del Iluminismo: estaban hartos de los reyes, de<br />
las monarquías, del absolutismo, de todos esos rumbosos parásitos que decían gobernar en nombre de Dios.<br />
Dijeron: libertad, igualdad, fraternidad. Y las desmesuras napoleónicas esparcieron por toda Europa estas<br />
convicciones. Las convicciones contenidas en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.<br />
Convicciones que proponían la igualdad entre los hombres, que, por consiguiente, impugnaban las<br />
desigualdades sociales, que reconocían como «derecho natural» de todo ciudadano «la resistencia a la<br />
opresión»...” 340 . El Iluminismo era un movimiento crítico del presente, que postulaba un futuro más racional<br />
(optimismo), a partir de la acción de la ciencia.<br />
El Iluminismo se irradió a la sociedad desde “arriba”, desde el lugar del poder. Es clarificador observar<br />
en la historia cómo los monarcas absolutos, que personificaban al Estado 341 y eran característicos de la<br />
estructura política del «barroco», comienzan a ser rodeados por los filósofos de la Ilustración, dando lugar al<br />
período conocido como «despotismo ilustrado». Los pensadores y filósofos cumplieron la función de aconsejar<br />
y asesorar a los reyes, y al mismo tiempo, difundían las ideas nuevas hacia el conjunto de la sociedad. El modelo<br />
de estos filósofos se encuentra en los “enciclopedistas" franceses: D'Alambert, Diderot y, sobre todo, Voltaire,<br />
que intentaron reunir la totalidad del conocimiento humano en una única obra, en un único sistema. El<br />
«enciclopedismo», por un lado, comenzó a criticar el viejo orden absolutista del «barroco» y, por otro lado,<br />
inició su participación (desde la cúspide de la pirámide política, desde el monarca) y la transformación de la<br />
sociedad. El orden social ya no se justificaba en el orden del kosmos ni en el plan de salvación de Dios sino en<br />
su propio fundamento inmanente, en una libre decisión de los hombres fundada en la razón. En consecuencia, el<br />
Iluminismo sustituyó al kosmos y a Dios como criterio de los valores morales, es decir, como principios de lo<br />
bueno y lo malo.<br />
Pero, imperceptiblemente, una nueva forma de poder comenzó a operar: es un poder oculto (a diferencia<br />
del modelo del siglo XVII, que era visible y requería de un espacio público), que actuaba mediante vigilancia<br />
universal, y cuyas instituciones claves no eran claramente visibles. Se trataba de una nueva forma de poder, que<br />
extendió la necesidad de controlar, y para el cual las nuevas formas de conocimiento (examen, medición,<br />
339 Horkheimer, M.: 1982, pp. 18-9.<br />
340 Feinmann, J. P.: 1999, p. 267.<br />
341 “El estado soy yo” decía Luis XV.<br />
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