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“totalmente a la ventura”, al azar, sin “un cierto grado de orden y regularidad”; hay algún «principio<br />

unitario» 380 , “alguna cualidad asociativa por la que una idea lleva naturalmente a otra” 381 aun cuando no sea<br />

una conexión necesaria ni inseparable, sino más bien una “fuerza suave”, que normalmente prevalece y es<br />

causa de que haya «algo» que conecta todos los momentos de una conversación (por más libre y espontánea<br />

que sea) o de que las palabras que expresan las ideas más complejas se corresponden en los distintos idiomas<br />

(que no tienen influjo o conexión entre sí) 382 .<br />

“Desde mi punto de vista –dice Hume- sólo parece haber tres principios de conexión entre las ideas -o<br />

«cualidades asociativas»-, a saber: 1) semejanza, 2) contigüidad en el tiempo o en el espacio, y 3) causa-yefecto”.<br />

Por ejemplo: 1) Una fotografía conduce naturalmente nuestros pensamientos hacia el original (la<br />

persona en ella retratada). 2) “La mención de la habitación de un edificio, naturalmente, introduce una pregunta<br />

o comentario acerca de las demás”. 3) “Si pensamos en una herida, difícilmente nos abstendremos de pensar en<br />

el dolor subsiguiente” 383 .<br />

6. Crítica de la idea de substancia<br />

A partir de las distinciones desarrolladas hasta aquí, Hume explica las causas de las contradicciones<br />

que se siguen de la idea de substancia: los filósofos reconocen -dice- que las ideas de los cuerpos no son sino<br />

colecciones de ideas y no obstante, por lo común se considera “el compuesto que forman como una cosa, que<br />

permanece igual a través de muy considerables alteraciones”. Ahora bien, si es un compuesto no puede ser una<br />

cosa simple y si sufre alteraciones no puede ser siempre igual o idéntica. Se cae de este modo en<br />

contradicciones respecto de la idea de substancia, pues se afirma sobre ella que es compuesta y simple, que<br />

sufre alteraciones y que no cambia.<br />

¿Cuál es la causa y de qué modo se llega a estas contradicciones? La causa del error es que las<br />

cualidades de algo “distintas y sucesivas” están relacionadas estrechamente, por lo que la mente es llevada<br />

de la una a la otra “por una transición fácil”. “Esta transición fácil es el efecto, o más bien, la esencia de la<br />

relación; y como la imaginación toma fácilmente una idea por otra cuando la influencia de éstas sobre la<br />

mente es similar, ésta es la razón de que esa sucesión de cualidades relacionadas sea considerada fácilmente<br />

como un objeto continuo que existe sin variación alguna”. Somos engañados por el curso suave del<br />

pensamiento que nos lleva gradualmente a través de cualidades distintas pero sucesivas a atribuir identidad a<br />

lo estrechamente relacionado. Pero cuando consideramos al objeto desde la perspectiva de un cambio<br />

considerable, que rompa el curso suave de la sucesión, se nos presenta la idea de diversidad. Entonces, “a fin<br />

de conciliar estas contradicciones, la imaginación es capaz de fingir algo desconocido e invisible,<br />

suponiendo que este algo continúa idéntico bajo todas esas variaciones, y llama a este algo inteligible<br />

substancia o materia prima y original” 384 . Lo real es pues una sucesión de cualidades distintas, y la<br />

substancia no es más que un producto de la imaginación engañada por la transición fácil de una cualidad a<br />

la otra en una relación estrecha.<br />

7. El segundo principio del empirismo: las relaciones de ideas y las cuestiones de hecho o existencia<br />

380<br />

Copleston, F.: 1973, p. 254.<br />

381<br />

“Tengo que distinguir en la imaginación entre principios permanentes, irresistibles y universales, como es la transición<br />

debida a costumbre, que va de causas a efectos y de efectos a causas, y principios variables, débiles e irregulares.... Los<br />

primeros constituyen la base de todos nuestros pensamientos y acciones, de modo que, si desaparecen, la naturaleza<br />

humana perecería y se destruiría inmediatamente. Los últimos no son necesarios ni indispensables para la humanidad, ni<br />

tampoco útiles para conducir nuestra vida” (Hume, D.: 1977, p. 366).<br />

382<br />

Hume, D.: 1980, pp. 39-40.<br />

383<br />

Hume, D.: 1980, p. 40.<br />

384<br />

Hume, D.: 1977, pp. 359-61.<br />

179

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